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La nicaragüense Xiomara González, durante sus días de hospitalización por Covid-19. LA PRENSA/ Cortesía

“A este virus no se le debe subestimar”, dice otra nica que logró vencer al letal Covid-19

Contrajo el virus en una escuela de danza a la que asistía en Barcelona. "Uno puede contagiarse en cualquier lugar y de quien menos te imaginás", asegura en entrevista con LA PRENSA

Hay dos cosas que la nicaragüense Xiomara González aprendió del Coronavirus mientras luchaba con él a muerte: “se  puede uno contagiar en cualquier lado y nunca -léase bien- nunca, se le debe subestimar”. Aunque ha pasado más de un mes desde que un médico en Barcelona le dijo que tenía el virus que estaba matando sin piedad en todo el mundo, siente que le falta el aire de solo recordar lo que vivió.

“Eso no se me olvida”, agrega en esta entrevista con LA PRENSA. González estudió periodismo en la Universidad Centroamericana y fue editora de la versión digital de El Nuevo Diario hasta que hace nueves años renunció para irse a estudiar y vivir a Taiwán. Hace dos años inició una maestria en Gestión Cultural y del Arte y a comienzos del año viajó a España para desarrollar una investigación como parte de su tesis. El virus y  el estado de alarma que desató, la atrapó allá.

En alta desde el 17 de abril, dice que “el virus la asustó con su azote”, que su familia en Nicaragua temía lo peor y que la vida no le alcanzará para honrar la deuda que tiene con los médicos que lucharon para sacarla adelante y que hicieron posible que hoy tenga la oportunidad de contar lo que vivió.

¿Cómo te das cuenta que tienes el virus?

“El pasado 16 de marzo, dos días después de haberse dictado el estado de alarma en España, comencé a sentirme mal. Experimenté dolores de garganta y fatiga, así como dolores musculares. Síntomas muy simples a los que de inmediato se fueron sumando otros, como la determinante fiebre.

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El 22 de marzo asistí por primera vez a emergencias del Hospital Dos de Mayo, en Barcelona. Ahí me realizaron la primera radiografía, pero aparentemente no aparecían infiltrados en mis pulmones y por eso no hubo necesidad de internarme en ese centro médico. Los días siguientes fueron los más complejos porque fue cuando el Covid-19, que actúa muy solapadamente, comenzó a causar estragos en mi cuerpo y estado de ánimo. Empecé a padecer severas cefaleas que me llevaban a sentir como si una granada me hubiera estallado en la cabeza”.

La nicaragüense dice que tuvo miedo morir y agradeció al personal médico que la ayudó a recuperarse. LA PRENSA/Cortesía

Los síntomas te alarmaron me imagino…     

“Si. Para mí, en esta segunda semana de malestares, fue lo peor. Lloraba de dolor, y llegué a no poder salir de la cama, no quería bañarme ni comer. Sin embargo, fue cuando empecé a escuchar unos sonidos raros en mis pulmones, como ´unos gemidos de cabras locas´ que me alarmé. Me dolía el pecho y comenzaba a toser apenas intentaba respirar. Algo que me daba miedo hacer porque sentía que no era capaz de retener ese aire que buscaba entrar a mis pulmones. Me quedaba quieta y con mucha angustia.

Por todo lo que había leído, pues estaba informada a cerca de la enfermedad y sus efectos, asumía paranoicamente que estaba ´pegada´. Perdí también el olfato y el sentido del gusto. El 28 de marzo, estaba decidida a no irme de ese hospital hasta que me dieran algo para recuperarme, porque con la paracetamol que era lo que había estado tomando hasta ese momento, ya no era suficiente.

Me realizaron una analítica o examen de sangre, un esputo (la prueba de saliva) y otra radiografía. Aquí el resultado ya revelaba mi neumonía. Luego de esperar seis horas, una doctora vino a verme para notificarme que me iban a ingresar por sospecha de Covid-19. No me aplicaron el test para confirmar mi positivo de inmediato, pero las sospechas eran muy altas”.

Desde que sientes los síntomas hasta el diagnóstico, ¿Cuánto tiempo transcurrió?

“Pasaron dos semanas completas”.

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Y la confirmación de ese diagnóstico, ¿Cómo fue?

“El diagnóstico fue confirmado al realizarme un frotis, la prueba de los palillos. Según los médicos, la buena reacción al medicamento, fue lo que me permitió recuperarme rápido. Los medicamentos aplicados eran muy fuertes. Algunos de ellos suelen ser suministrados a personas con VIH-Sida. Me ocurría si, que apenas me tomaba las pastillas salía corriendo al baño por las diarreas causadas.

Esto me deshidrataba mucho y provocaba mareos. En cambio, a mi compañera, (otra paciente) con quien compartía habitación, solo le producía sueño. Valga aclarar que yo era la persona más joven de la planta ingresada esos días por el virus. Y además, latina”.

Te aislaron…

“Claro. Apenas mejoré un poco me trasladaron a un hotel medicalizado, desde donde seguía recibiendo atención sanitaria, y a donde iba a pasar la cuarentena (mínimo de 14 días) en total aislamiento. Un período en el que se espera que el paciente no tenga recaídas, y el cual ha sido de estricto cumplimiento dentro del protocolo español para evitar contagiar a otros”.

¿Cómo describís ese aislamiento?

“Hay ironía en eso. Estuve en un hotel cinco estrellas, en una de las mejores instalaciones del hotel Melià en Barcelona que fue adecuado para la emergencia.  Pero la comodidad sirve de muy poco allá, porque estuve  íngrima y encerrada. Veía a los enfermeros todos empaquetados como astronautas dos veces al día; por la mañana y por la noche, cuando llegaban a levantar el reporte médico (temperatura, pulso, presión, etc.). Para los tres tiempos alimenticios, llegaban a dejarme la comida afuera de la puerta. Sin contacto.

Los doctores me hablaban y pedían que hablara para comprobar que me recuperaba y las trabajadoras sociales me daban  ánimos en medio de mi soledad. No los miraba, a veces solo los oía”.

¿Tenías miedo?

“Tener Covid-19 es un asunto de vivir o morir. Este virus me asustó con su azote. Nunca llegué a estar tantos días ingresada en un hopistal, y mucho menos fuera de mi país. En Taiwán, allá por 2015 recuerdo haber estado internada 4 noches y 5 días por una deshidratación. Pero síntomas perturbadores como los de este bicho (virus) no había tenido. Y tampoco se los deseo a nadie”.

¿Cómo describís al personal médico que te ayudó?

“En este país (España) médicos públicos y privados trabajan duro para salvar vidas, con decirte que hasta médicos jubilados se ofrecieron y están dando la batalla contra el virus ayudando a quienes lo padecen. Estudiantes de medicina también trabajan duro y hay muchos voluntarios. Esto inspira a no dejarse morir, si ellos luchan, ¿porqué no hacerlo por nuestra vida? Yo creo que tuve mucha suerte, ojalá y en Nicaragua se les aprecie igual a esa gente (a los médicos).

Xiomara González se recuperó y fue dada de alta. Ahora dice que se cuida para evitar una recaída. LA PRENSA/Cortesía

¿Como tu familia recibió la noticia en Nicaragua?

“Mi madre y hermana se alarmaron mucho. Les avisé hasta que ya estaba en el hospital. Y empezamos a comunicarnos más fluidamente por WhatsApp estando internada. Estaban asustadas y con miedo, aunque no creo que más que yo. Quería vivir”.

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¿Qué les dirías a la gente en tu país?

“Por favor, oigan bien ¡No hay que subestimar al virus! Cuídense, la enfermedad ya llegó y se va instalar y va a causar daño. Que cada nica tome medidas de prevención, como la del aislamiento social que es muy efectivo. Lo que ha ocurrido en Estados Unidos y en varios países europeos, severamente golpeados, ha sido por la lentitud de sus gobiernos para actuar ante esta crisis, sirve (tristemente) de referencia para tomar en serio lo que amenaza a nuestra salud. Se trata de vivir o morir”.

¿Cómo crees que te infectaste?

“Antes de dictarse el confinamiento en España estuve yendo a clases de baile. Creo que ahí me infecté,  bailando, que es una de mis pasiones.  Aquí hay un punto importante;  y es que uno se puede contagiar en cualquier lado y de una persona que vos ves sana, que ni te imaginás”.

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