Nuevamente corren rumores sobre un posible diálogo entre el gobierno y sectores de la oposición, por presiones del gobierno de EE.UU. a los gobernantes nicaragüenses. La realidad es que —hasta el momento de escribir este comentario— no se ha confirmado nada, y aunque sería natural que las intenciones y contactos previos a cualquier posible diálogo sean mantenidos en prudente sigilo, para no malograrlo, hasta ahora no hay más que rumores con diferentes versiones sin confirmación.
Pero ya se han oído comentarios de forma apasionada y vehemente, de algunos que expresan su rechazo a todo diálogo con el gobierno, y además, su rechazo a cualquier solución política —incluyendo las elecciones libres— si primero no es sustituido el gobierno actual por otro provisional. Apelan a la sangre de quienes murieron en las luchas desde abril y mayo del 2018 hasta hoy, al sufrimiento de los presos políticos, al sacrificio de los exiliados y al dolor de las madres que perdieron a sus hijos, afirmando que todo diálogo con este gobierno sería una traición al pueblo.
Ese rechazo lleva una inmensa carga emotiva de sentimientos patrióticos y justos que todos compartimos. Pero la razón y la sensatez aconsejan hacer otra cosa, porque lo deseable no siempre es lo posible. Los que rechazan el diálogo y las elecciones diciendo que primero debe establecerse un gobierno provisional, expresan un deseo que todos tenemos, pero no dicen cómo lograr que el gobernante y su esposa dejen el poder.
Es que nadie realmente sabe cómo lograr que el presidente y su esposa renuncien. Claro que hablo de opciones cívicas y pacíficas, pues no existen otras opciones que estemos en capacidad de emprender con éxito. En el 2018, cuando el pueblo salió masivamente pidiendo la renuncia del gobernante en las más grandes concentraciones de nuestra historia, el pueblo fue reprimido absolutamente por el gobierno, a pesar de la resistencia en las calles, barricadas y tranques. Tuvimos un saldo de más de trescientos cincuenta muertos, centenares de presos políticos y miles de exiliados… ¡Y los gobernantes siguen en el poder! ¿Acaso sería una opción sensata y realista repetir lo mismo?
Para enfrentar al gobierno se necesitaría contar con un contingente bien armado, entrenado y con bases militares, como el Frente Sandinista en 1979 apoyado por el bloque comunista encabezado por la URSS, más México, Costa Rica, Panamá y Venezuela; o como la Resistencia en los 80 apoyada por EE.UU., Argentina y Honduras.
La única opción viable para un cambio de gobierno es lograr que el actual ceda ante la presión de la inmensa mayoría del pueblo que expresa su repudio diariamente, incluso con protestas silenciosas pero muy claras, y ante la presión internacional, todos demandando elecciones libres.
El Gobierno de EE.UU., la potencia más poderosa del mundo, cuenta con muchas opciones. Pero aquí, como en Venezuela, está claro que EE.UU. ha decidido la vía de las presiones, diálogos y acuerdos que terminen en elecciones libres. Para Venezuela hay un plan de 12 puntos, y —hasta donde sé— sobre Nicaragua los EE.UU. apuestan lograr que las elecciones de noviembre del próximo año sean libres, transparentes y observadas. Para eso los EE.UU., la OEA, la Unión Europea y otras instancias van a continuar presionando cada vez más fuerte.
Para llegar a esas elecciones se necesita dialogar sobre condiciones previas, como la libertad de los presos políticos, la devolución de medios usurpados y la libertad de protestas y manifestaciones pacíficas; llegar a acuerdos para nombrar un Consejo Electoral confiable, reformas legislativas, amplias garantías y un proceso de transición.
No debemos oponernos al diálogo y las elecciones —si se cumplen las condiciones—. Sería renunciar al único camino posible que tenemos. Oponerse a las elecciones sería promover la división y la abstención. ¡Eso sería ser cómplice del régimen! Pero, si alguien sabe cómo podemos cambiar al gobierno de otra forma, ¡que nos lo explique! Si no, que sensatamente apoye esta opción realmente posible.
El autor es comentarista político y de temas religiosos
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