“Este tipo es más talentoso que yo”, fue la expresión del entonces big leaguer Marvin Benard, luego de ver por unos instantes a Ramón Padilla, durante una práctica del Bóer en 1998.
Y es que Padilla hacía de todo y lo hacía bien. Había poder en su bate, velocidad en sus piernas, potencia en su brazo y seguridad en su guante. Era muy completo en su desempeño.
A Ramón probablemente le faltó un poco más de consistencia en sus contactos al bate, lo que habría reducido su ritmo de ponches y mejorado su promedio ofensivo de por vida.
Sin embargo, su talento no tuvo discusión. Estaba ahí como para resumir .274 en 19 temporadas, con 1,176 hits conectados, 213 jonrones y 166 robos que redondean su juego.
Padilla era un espectáculo persiguiendo elevados en el outfield, fusilando corredores en las bases o tronado al bate y con poder. Era un jardinero de lujo que dejó su impronta.
Después de asomar con el Frente Sur en 1985 pegando un jonrón en 64 partidos, su progreso no fue inmediato. Tampoco lo fue en sus cuatro siguientes temporadas.
Sin embargo, Padilla dio un salto en 1989 al disparar 21 jonrones, en una transformación sorprendente, al haber conectado solo cinco palos como máximo un año atrás.
A Padilla se le conocía por su participación en el Mundial juvenil de Canadá en 1984. Pero su transición tomó tiempo, no obstante, luego no hubo forma de detener su ascenso.
Pasó al Bóer en 1991 y dio 21 jonrones en su estreno en Managua, antes de sufrir una terrible fractura en un pie. Al volver en 1993, lo hizo con 36 tablazos y 99 remolques en 100 partidos.
Junto a Nemesio Porras y Orlando Ocampo, formó un trío destructivo, aportando 12, 18, 14, 13, 10 y 20 jonrones en sus siguientes cinco temporadas respectivamente.
Y mientras eso pasaba, el sureño era el right fielder de todos los días en la Selección Nacional, en la que estuvo 15 años, acumulando 33 jonrones que son la máxima cifra para un pinolero.
Nadie acumuló más palos en la Selección que los 33 de Padilla, mientras que a nivel local, solo Ernesto López (319), Próspero González (260) y Ariel Delgado (235) lo aventajan.
Su brazo, defensa, fuerza al bate y velocidad sobre las bases, lo sitúan por encima de todos los jardineros derechos que ha tenido nuestro país y habido algunos de excelente calidad.
Esto excluye a jardineros como David Green, Marvin Benard o Duncan Campbell, quien saltaron a la pelota rentada y escribieron llamativas historias, pero entre jardineros derechos locales, nadie le pone un pie adelante a Padilla.
Edgard Rodríguez en Twitter: @EdgardR