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Zona de Strikes: Henry Roa era una máquina de bateo

Henry Roa fue un ejemplo de consistencia ofensiva dentro y fuera del país y todo lo hacía con tanta fluidez, que batear parecía cosa sencilla

A través de toda su carrera, Henry Roa lució tan incontenible y tan consistente, que siempre dio la impresión de que conectar imparables le resultaba increíblemente fácil, aunque no lo fuera.

Solo tardó un año en hacer la transición al beisbol superior y luego nos dimos cuento de lo que era capaz, dentro y fuera del país, con su bate y con guante, mientras imponía su clase.

Después de batear .266 en su debut con el León en 1989, Roa saltó a .319 en 1990, año en el que además disparó un jonrón resucitador contra los Dantos, en aquella Final que los melenudos remontaron de 0-3.

Un año después estaba en la Selección Nacional (1991), donde se mantuvo durante 17 años, registrando una de las más sólidas historias para un bateador nica, con un average de .321 en 30 torneos y 214 partidos.

Henry era una máquina de bateo. Después de bajar a .276 en ese 1991, el leonés eslabonó una cadena de ocho temporadas seguidas sobre .300, incluyendo el .389 en 1998, el más alto promedio en su carrera.

Roa, quien se mostró más como un bateador puro, con un alto nivel de precisión y sentido del momento, solo tenía 11 jonrones en sus primeras tres temporadas, pero saltó a 14 tablazos en 1992 y luego a 21 en 1993, su campaña más explosiva.

Y mientras eso ocurría, el leonés hacía estragos con la Selección, adueñándose de la tercera base, luego de Ariel Delgado y Antonio Zárate, salvo con breves interrupciones en torneos en el 2003 y 2005.

Henry disparó 256 hits en 798 turnos con la Selección para el promedio de .321, con 17 jonrones, 130 anotadas y 144 impulsadas, en una labor extraordinaria. Bateaba ante todos, dentro y fuera del país.

Entre su debut con .412 en la Copa de Intercontinental de Barcelona en 1991 y su despedida en el 2007, hay actuaciones brillantes como el .462 que logró en Taiwan en el 2001 y el .429 en Holanda en el 2005 y ante pitcheo profesional.

A nivel local, Henry cerró con .337 de promedio, 1,586 hits, 112 jonrones, 798 anotadas y 858 remolques. Ganó dos títulos de bateo: en 1995 con .387 y en 2001 con .370. En 1999 impuso la marca de 39 juegos consecutivos pegando de hit.

También tuvo una racha de cinco juegos con jonrón, un partido de tres tablazos ante Chinandega y cinco títulos nacionales con los Leones, pero sobre todo, dejó huellas de grandeza y sencillez, mientras entraba en la élite de los mejores jugadores pinoleros de todos los tiempos.

León, que vive orgulloso de sus figuras como Francisco Dávila, René Paredes, Julio Medina, Ariel Delgado, Julio Moya, Arnoldo Muñoz, Epifanio Pérez, Wilton López y muchos más, también tuvo en Roa a un jugador que llegó a ser apreciado no solo por sus habilidades en el terreno de juego.

Roa también fue admirado por su don de gentes, porque hizo historia, pero nunca se dejó atrapar por la vanidad.

Edgard Rodríguez en Twitter: @EdgardR 

 

 

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