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Sombrío presagio para Nicaragua

La Unidad de Inteligencia de la revista británica The Economist, presagia que Daniel Ortega seguirá en el poder en Nicaragua después de las elecciones de 2021.

Según informó LA PRENSA en su edición del pasado domingo 3 de mayo: “En el plano político la agencia británica augura que Daniel Ortega retendrá el poder en las elecciones de 2021, ya que, aunque la oposición se una, es poco probable que Ortega haga concesiones importantes en el sistema electoral y se compita en elecciones libres y justas”.

En realidad no es nuevo este presagio sombrío del equipo de investigaciones de The Economist, que se dedica a hacer pronósticos económicos y políticos internacionales. Ya lo había hecho en febrero del presente año, esta vez solo lo ha repetido.

En efecto, el mismo Diario LA PRENSA citó el 20 de febrero pasado un reporte sobre Nicaragua de la Unidad de Inteligencia de la revista británica, en el cual se decía textualmente: “Dada la probable falta de una solución negociada para el conflicto político en curso, esperamos que el señor Ortega (o un candidato de su elección) permanezca en el poder durante el período 2021-2026.

Aunque Ortega puede hacer concesiones sobre la reforma electoral en un intento de legitimar internacionalmente la próxima elección, es probable que sean superficiales, ya que el FSLN mantendría el control sobre el Consejo Supremo Electoral, el poder judicial y otras instituciones importantes…”

Pero nosotros sabemos que Ortega no está dispuesto a entregar el poder mediante elecciones, ni por ningún otro medio. Esto lo hemos venido diciendo desde que el autócrata sandinista recuperó el poder en enero de 2007 y comenzó a restaurar la dictadura, gracias la corrupción, la traición y la división en la parte democrática de la sociedad, que le permitió ganar la elección presidencial de 2006 con solo el 38 por ciento de los votos.

También sabemos que si Ortega es obligado por la presión internacional —la única que lo puede obligar— a permitir elecciones libres, justas y observadas; y si además fuese forzado a entregar el gobierno igual que en 1990, el tirano se las ingeniaría para conservar en sus manos el poder real, como advierte la Unidad de Inteligencia de la revista británica. Y volvería, Ortega, a “gobernar desde abajo”, a sabotear al frágil gobierno democrático que saldría de tales elecciones, repetiría las mismas acciones criminales que practicó en los años 90 contra el gobierno democrático de doña Violeta y las dos administraciones que le siguieron.

Sin embargo, la oposición democrática tiene que correr esos riesgos si es que realmente quiere sacar a la dictadura del poder por la vía cívica y pacífica, no por la fuerza de las armas y la revolución sangrienta como sacaron los sandinistas a la dictadura somocista, en 1979.

Para impedir que Ortega y sus seguidores repitan los crímenes del “gobierno desde abajo” que cometieron en los años 90, la oposición democrática triunfante tendría que pedir a la comunidad internacional que cumpla el derecho y la obligación de proteger, y que acuda con toda la fuerza necesaria, enérgica y eficaz en auxilio del pueblo de Nicaragua.

Editorial Daniel Ortega The Economist archivo
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