Si algo hacía falta para que el mundo terminara de convencerse que en Nicaragua no hay gobierno, ese algo es la pandemia provocada por el Covid-19. Al momento de escribir este artículo, estamos a las puertas de enfrentar el pico de la pandemia y por ende desenmascarar a un gobierno inepto, mentiroso e irresponsable.
Si para algo sirven las estadísticas además de revelarnos patrones de conducta, es para alertar y actuar en consecuencia, algo que hicieron todos los países del mundo, exceptuando el nuestro. Por lo que la pregunta que a la fecha nadie, que yo sepa, ha podido responder, es: qué gana o qué obtiene la pareja gobernante ocultando y estimulando la propagación de una epidemia que ha estremecido la salud pública y la economía de todos los países del primer mundo.
Tengo que confesar que yo tampoco tengo la respuesta, pero tan deleznable acción no puede tener otro nombre que genocidio, el diccionario lo define como el exterminio sistemático de un grupo social, motivado por cuestiones de raza, religión o política. Se trata de un asesinato de masas que busca la eliminación de un grupo específico, termina diciendo.
Si bien es cierto que, a la luz de la razón, no atinamos a descubrir la motivación, también es cierto que estamos obligados a defendernos de la mejor manera posible. Esto pasa por proteger nuestras vidas y la de nuestras familias. Una vez que nos hayamos convencido que a nuestra sociedad la están poniendo en peligro deliberadamente, es obligación nuestra defendernos. Aquí es donde entran en juego las organizaciones civiles y políticas responsables, cuya primera acción debería ser —y afortunadamente se está haciendo— dar a conocer al resto del mundo la irresponsabilidad de quienes dicen ser nuestros gobernantes, la segunda es estar alerta sobre las artimañas de la pareja gobernante, la que una vez más está apostando a la desunión de la oposición, alentando falsos liderazgos con el único propósito de evitar una unidad que sabe terminaría con su régimen.
En realidad, la intención de este artículo es alertarlos y pedirles que no debemos perder la perspectiva aun en los duros días que están por venir, solo en unidad lograremos la justicia que nuestros muertos y encarcelados reclaman. En pocas palabras, la unidad a la que me estoy refiriendo es una unidad para sobrevivir, una unidad para defendernos del colapso económico que nos amenaza como país, al mismo tiempo que defendemos nuestro patrimonio familiar. Para lograrlo debemos desenmascarar a los falsos opositores, a quienes dicen una cosa pero hacen otra completamente distinta a la que predican. Para finalizar, parafraseando la famosa película de El Padrino, el que continúe promoviendo la desunión es el traidor.
El autor es analista político.