Nicaragua enfrenta un formidable desafío este año en el cual, después de dos años de recesión tendremos otro año recesivo de -6% según cifras del Fondo Monetario Internacional. Esta contracción, sumada a las recesiones de los dos últimos años, muestra una caída del PIB mayor a 10%. Hoy en día esto se define como una depresión.
Hay que diferenciar que la recesión de 2018 y 2019 estaba generada internamente por la falta de solución a la crisis sociopolítica desencadenada en 2018, a esto llamaremos la primera onda recesiva. Pero a partir de ahora, esta segunda onda recesiva no viene de fuente interna, sino externa generada por el brote y rápida difusión mundial del coronavirus o Covid 19.
La suma de estas dos ondas nos llevó a esta situación que hay que enfrentar. En momentos como estos debemos aplicar dos cualidades cruciales para enfrentar las crisis: serenidad y confianza.
En economía, una depresión es una forma de describir una crisis económica que consiste en una gran disminución sostenida de la producción y el consumo, acompañada de desempleo, restricción del crédito, reducción de la inversión, quiebras empresariales, montos reducidos de comercio, así como desequilibrios de muchos tipos. Es una grave situación que afecta durante años el nivel de vida de la población.
Ambas ondas tienen solución. La última durará posiblemente solo este año, ya que las medidas que se están tomando a nivel global, resultarán en un crecimiento mundial vigoroso y esperanzador, así lo refleja el pronóstico para el 2,021 del FMI. En Nicaragua, estas medidas están siendo aplicadas por la sociedad civil, la Iglesia católica, y el empresariado, y muestran resultados positivos
La onda interna se enquista en la tradición de nuestra cultura política de rasgo autoritaria, partidaria, y caudillista, que tanto daño ha causado a nuestro país desde la independencia hasta nuestros días. Los vicios de esta cultura constituyen una de las causas principales de nuestro subdesarrollo y pobreza.
Para satisfacer una generación nueva que, en contraste con las anteriores, tiene hoy una visión global gracias a la tecnología y modernidad del transporte y los métodos de aprendizaje. Por lo tanto la cultura política tradicional no solo debe cambiar, sino cambiar radicalmente y sus vicios y costumbres, que le produce a esta generación un sabor amargo, enterrarlos en el olvido.
Para el bien de las nuevas generaciones de esta pequeña pero valiente nación, hay que tener hoy serenidad y confianza. Nosotros podemos no solo resolver la segunda onda recesiva, sino también la primera, que nace de nuestros vicios y ambiciones políticas descontroladas. Es lo que hay que hacer, tengamos confianza porque sí podemos.
El autor es economista, expresidente del Cosep.