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El reciente 6 de mayo don Irineo Delgadillo Méndez, de 67 años, murió en plena carretera cuando conducía su motocicleta. Su caso es uno de los más recientes en la ola de muertes súbitas registradas en las últimas semanas. LA PRENSA/ Tomada de internet.

El misterio de las muertes súbitas en las calles de Nicaragua

En las últimas cinco semanas unas 20 personas han caído fulminadas por paros cardíacos. Varias en plena vía pública. ¿Podrían estas muertes súbitas estar relacionadas con la pandemia de Covid-19? Según los especialistas, es una posibilidad que no se puede ni se debe descartar.

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La alarma comenzó el 7 de abril, cuando un prestamista de 55 años murió de un infarto mientras dormía en un tramo del mercado Roberto Huembes. Esa tarde trabajadores de Medicina Legal llegaron por el cuerpo de don Pepe vistiendo blancos trajes protectores que los cubrían de pies a cabeza, precaución que a muchos les pareció sospechosa, tomando en cuenta que el mundo vive una pandemia de Covid-19.

Otros, en cambio, llamaron a la calma y solicitaron que no se sacaran conclusiones precipitadas. Pero apenas un día después el guarda de seguridad Benito Uriarte, de 54 años, falleció de un infarto cardiaco mientras cuidaba una gasolinera, en la ciudad de León. Un señor que casualmente pasaba por ahí lo vio llevarse una mano al pecho antes de caer fulminado sobre el piso del local.

Luego de eso transcurrieron cuatro días sin novedad hasta que, el 13 de abril, tres personas se sumaron a la lista de muertes por infarto. El universitario Elton Vílchez, de 21 años, falleció en un hospital de Matagalpa al que había sido trasladado el día anterior tras sufrir un bajón de presión. Las otras dos víctimas fueron Mercedes Ramos, de 73 años, y Margarita Reyes, de 98. Ambos habitantes de León.

Ramos murió por la mañana y unas horas después, al caer la tarde, Reyes empezó a sentirse mal. Según los reportes, la anciana se dirigía al lavandero cuando se desvaneció por primera vez. Después se llevó las manos al pecho, dijo que sentía dolor en el corazón y volvió a desmayarse.

En los siguientes 23 días los medios de comunicación registraron al menos otros 14 casos similares: muertes súbitas por infarto cardiaco o accidente cerebrovascular.

En circunstancias normales, la explicación de que las altas temperaturas son responsables de esta ola de muertes podría ser suficiente. Después de todo, si se toman como referencia las estadísticas del Ministerio de Salud (Minsa), durante 2019 en Nicaragua fallecieron 3,097 personas por infarto agudo del miocardio: un promedio de 8 personas por día. Pero esa explicación no parece bastar en las circunstancias actuales.

La opinión de los expertos está dividida. Todos afirman que definitivamente los calores de la temporada tienen algo que ver; pero algunos sostienen que no debe descartarse un posible vínculo con el Covid-19, una infección de la que cada día se averigua algo nuevo. Estas son las explicaciones tras el misterio de las muertes súbitas en las calles de Nicaragua.

Así llegaron trabajadores de Medicina Legal a levantar el cuerpo del prestamista que el 7 de abril murió de un infarto en el mercado Roberto Huembes.
LA PRENSA/ Cortesía

Nueva evidencia

Hasta hace un par de semanas el cardiólogo Daniel Meneses consideraba que aún no existía evidencia científica que permitiera asociar las muertes súbitas con el Covid-19. Sin embargo, recientemente la prestigiosa revista The New EnglandJournal of Medicine publicó un artículo que lo hizo cambiar de opinión.

De acuerdo con el estudio “Paro cardíaco extrahospitalario durante el brote de Covid-19 en Italia”, entre el 21 de febrero y el 31 de marzo de 2020 hubo un incremento de 58 por ciento de casos en Lombardía, la región más afectada por la pandemia en ese país, en relación con el mismo periodo de 2019. Se trata de 133 casos adicionales, de los cuales 103 (un 74.4 por ciento) fueron diagnosticados con Covid-19.

Para Meneses se trata de nueva evidencia que sugiere una relación entre la enfermedad y las muertes súbitas, aunque es “imposible afirmarlo de manera contundente”. “Lo que sí se nota es un incremento desproporcionado de los reportes de gente en las calles que tiene esas reacciones”, señala. “A estas alturas ya se sale del estimado epidemiológico regular”.

“Siempre teníamos, cercano a la Semana Santa, un incremento de los infartos y las muertes súbitas, pero no en estas proporciones. Ahora es masivo. A cada rato lo están reportando por todos lados”, advierte. “Creo que está un poco por encima de lo que regularmente tenemos de estadísticas. Instintivamente uno sabe que esto es nuevo. Es un asunto de percepción porque no hay una estadística clara, pero epidemiológicamente ya son significativos tantos casos”.

Otro fenómeno que hay que tomar en cuenta, apunta el médico, es la reducción de “los cuadros coronarios agudos que llegan a los hospitales”. Actualmente él participa en un estudio regional de la Sociedad Latinoamericana de Cardiología Intervencionista y en el caso de Nicaragua, dice, “las tasas son de un ochenta por ciento menos de pacientes”. Pero “no es que hay menos casos, sino que estos casos se están quedando en casa” por miedo a pescar el nuevo coronavirus. Y es probable que eso también “explique un poco estos colapsos súbitos en las calles”.

Por otro lado, el cardiólogo Pablo Hurtado considera que el fenómeno puede estar relacionado con el Covid-19, pero por distintas razones. A las altas temperaturas, que este año se han prolongado inusualmente, se suman el estrés y el miedo provocado por la pandemia.

Según Hurtado, al menos el cincuenta por ciento de los pacientes que sufren hipertensión no controla su enfermedad. “Es muy frecuente que un hipertenso no controlado pueda colapsar de calor, si no se hidrata bien y no se toma todo el tratamiento”, dijo en días pasados en entrevista con LA PRENSA. Sin embargo, la preocupación, la ansiedad y la depresión multiplican el riesgo de sufrir un infarto.

“La gente se está preocupando más por el virus que por la salud actual. La alerta actual de todo mundo es la medida (de prevención), entonces la gente tiene mucho miedo”, señaló Hurtado, y recomendó hidratación y poco estrés. Es decir, ninguna persona en riesgo debería someterse al bombardeo de las noticias ni participar en conversaciones pesimistas sobre lo que ha sucedido en lugares como Guayaquil.

Ataúdes rumbo a una funeraria. En las últimas semanas las muertes súbitas por infarto cardíaco han estado a la orden del día. Las víctimas caen en plena vía pública. LA PRENSA/ Cortesía de Jorge Tórrez

“No debe descartarse”

El 17 de abril el tema de las muertes súbitas volvió a dar de qué hablar. El chinandegano Alberto Martínez falleció en su casa, tras sufrir un paro cardiorrespiratorio provocado por un infarto. Una unidad de Medicina Legal llegó a examinar el cuerpo y el forense dictaminó que el señor murió por la noche mientras dormía. Con él se contaron seis víctimas de fallas cardíacas en diez días.

Tres días después, el 21 de abril, el vigilante José Noel Amador, de 47 años, falleció mientras cuidaba una planta de tratamiento de aguas residuales de Enacal en Boaco. Su cuerpo fue encontrado a las 6:40 de la mañana por un compañero de trabajo que llegó a recibir turno. De acuerdo con medios oficialistas, el hombre murió a eso de las 4:00 a.m. cuando “una subida de presión arterial” desencadenó un accidente cerebrovascular.

A la mañana siguiente se conoció el caso de Bismarck Ruiz, de 64 años, exconductor de ambulancias, quien sufrió un infarto cuando retiraba un pago en la ciudad de Jinotepe. Y por la noche el señor William Castillo, de 82 años, fue encontrado sin vida en el baño de su casa, en Granada. La causa de su muerte fue un infarto fulminante, según el médico forense.

No pasaron tres días antes de que se reportara otra muerte por infarto. Al mediodía del sábado 25 de abril el veterinario y criador de gallos Orlando Acevedo, de 73 años, falleció en Jinotepe. Y el 28 de abril, exactamente una semana después de que muriera el guarda de seguridad de Boaco, otro vigilante de Enacal cayó al suelo mientras trabajaba. Domingo Antonio Laguna, de 51 años, fue encontrado muerto en la madrugada, en un pozo de la empresa, ubicado en Carretera a Masaya. Una pariente manifestó que Laguna padecía problemas del corazón.

José Noel Amador, de 47 años, falleció de un accidente cerebrovascular mientras cuidaba una planta de tratamiento de aguas residuales de Enacal, en Boaco. LA PRENSA/ Tomada de TN8

Para el epidemiólogo Álvaro Ramírez en otras ocasiones se ha visto este tipo de casos, pero “no tan frecuente como ahora”. En parte es porque “debido a la alerta epidemiológica estamos más atentos a lo que se ve en la calle”; pero de todas formas no se puede ni se recomienda descartar una posible relación con “una amenaza tan clara como el coronavirus, que incluye muertes súbitas como las que observamos”.

“Son signos de alerta”, afirma. Muertes que “levantan la banderita roja de que ya está circulando el virus, porque tiene capacidad para afectar el corazón y paralizar el sistema súbitamente”.

A su juicio, el secretismo del Gobierno en el manejo de la información ha sido un problema fundamental. “Tratar de minimizar el impacto de una pandemia es lo que ha incrementado la duda, la incertidumbre y la cantidad de rumores y la inseguridad de la población”, sostiene. “Además, aquí en Nicaragua no se practica ningún tipo de autopsia, con lo cual lo único que nos queda es la conjetura. Decir que esto no está asociado a un golpe de calor es muy difícil, pero tampoco se puede descartar que estos sean casos de coronavirus”.

“Lo vamos a ir viendo más frecuentemente durante este proceso”, asegura. “Aunque las temperaturas van a bajar, las muertes súbitas van a seguir dándose en las calles”.

El epidemiólogo Álvaro Ramírez considera que las muertes súbitas son “signos de alerta”.
LA PRENSA/ CORTESÍA

“No es Covid-19”

El epidemiólogo Leonel Argüello es categórico cuando afirma que el nuevo coronavirus nada tiene que ver con las muertes súbitas de las últimas semanas. “Eso no es Covid-19, porque no mata de esa manera. Por lo tanto, el Covid queda totalmente descartado. Además, afecta primero los pulmones y después la respiración, ¿y quién va a andar en las calles si se anda ahogando? Ni por ciencia, ni por lógica. Eso no es así”, sostiene.

“¿Que afecta el corazón? Sí. El corazón, los riñones, todos los órganos los afecta. Pero no significa que esas personas que se han muerto es por eso. Estas personas, lamentablemente, se mueren todos los años. No sabemos cuánto porque no tenemos acceso a los registros”, dice el médico. “Ahora llama la atención porque circula en las redes sociales y, segundo, porque toda la gente está pendiente. Ahora cualquiera que se muere dicen que es Covid”.

Pero también podría tratarse de “la suma de las dos cosas”, sugiere el infectólogo Carlos Quant. Es posible que en el contexto actual estemos más atentos a lo que ocurre, pero “también puede haber alguna asociación”. Es cierto que la principal manifestación del virus se da a nivel respiratorio; sin embargo, “está descrito que pueden presentarse alteraciones tanto neurológicas como cardiovasculares”.

Según Quant, las experiencias de otros países, como China, España y Estados Unidos, revelan que alrededor del 70 por ciento de los pacientes con Covid-19 que llegan a Cuidados Intensivos presenta alguna complicación cardiovascular; porcentaje que baja a 20 en los pacientes con una “condición moderada”. En el caso de las manifestaciones neurológicas (desde cefaleas hasta derrames) “andan en alrededor del 36 por ciento de frecuencia en los pacientes con Covid-19, en general”.

Sin embargo, subraya, la mayoría de los pacientes con Covid-19 que presentan problemas cardiovasculares, también tienen otros síntomas, como cuadros respiratorios o fiebre, por ejemplo.

Para el infectólogo Carlos Quant solo aplicando las debidas pruebas puede confirmarse o descartarse un vínculo entre los infartos y el Covid-19. LA PRENSA/ ARCHIVO

Muertes continúan

Este mes las muertes súbitas también han estado a la orden del día. A las 9:00 de la noche del reciente 2 de mayo el pelotero Richard Hunter, de 51 años de edad, fue hallado muerto en su casa de habitación en Corn Island. El médico forense dictaminó que la causa fue un infarto fulminante.

A los tres días, el 5 de mayo, un anciano de 85 años se desvaneció cuando intentaba retirar su pensión reducida en un banco de la ciudad de Rivas. Su nombre era Dionisio Guadalupe Monjarrez y, según declaraciones de su hijo, tenía problemas de hipertensión. Esa mañana, cuando estaba frente a la ventanilla, dijo que se sentía mareado y que las piernas no le respondían, y luego se desmayó. De nuevo el médico forense a cargo informó que fue un paro cardíaco fulminante.

Solo un día después, y también en Rivas, Irineo Delgadillo Méndez, de 67 años, murió en plena carretera cuando conducía su motocicleta camino a casa. Los testigos relataron que de pronto el señor bajó la velocidad, se tocó el pecho y cayó al pavimento.

De acuerdo con su hija, Yesica Delgadillo, don Irineo “ya estaba afectado del corazón porque a inicios de año sufrió un preinfarto” y quince días antes de su muerte tuvo otro, pero nadie pudo convencerlo de que dejara de trabajar.
En las últimas dos semanas en Rivas se han registrado al menos otros cinco casos de fallecimiento por infarto cardíaco. Pero aunque la aparente ola de muertes súbitas esté causando alarma en medio de la pandemia, para muchos especialistas no existe forma de confirmar que está relacionada con el Covid-19, como tampoco es posible descartarlo.

El problema es que un infarto es un infarto, ya sea por Covid-19 o por otra razón, explica el doctor Carlos Quant. “No hay manera de distinguirlo clínicamente”. La única forma de descartar o confirmar la presencia del nuevo coronavirus es aplicando las pruebas necesarias, cosa que no se está haciendo en el país.

Se tendría que hacer un muestreo de todas las personas que presentan eventos de esa naturaleza, señala. De hecho, “en una situación epidémica todo paciente que llegue a un hospital debería considerarse Covid-19 positivo hasta que se demuestre lo contrario”.

Lea: Muertes por infartos alarman a pobladores de Rivas

El 17 de abril el chinandegano Alberto Martínez, de 58 años, amaneció muerto en su casa de su habitación. Su pareja llamó a la Policía para que investigara el caso. LA PRENSA/ CORTESÍA

 


Los coágulos del Covid-19

A medida que aumenta el número de enfermos y muertos, los médicos descubren que el Covid-19, la infección causada por el nuevo coronavirus, es mucho más compleja de lo que se pensaba inicialmente.

“Puede afectar no solo el sistema respiratorio de los pacientes sino a órganos como el hígado, los riñones, los intestinos, el corazón y el cerebro”, destacó la BBC Mundo este 5 de mayo en el artículo Coronavirus: coágulos de sangre, la preocupante patología que presentan muchos pacientes graves con Covid-19.

En la actualidad una de las complicaciones más preocupantes es la inusual formación de coágulos sanguíneos en muchos pacientes con Covid-19, incluso en aquellos que estaban recibiendo anticoagulantes. Estos coágulos pueden llegar a órganos como el pulmón, el corazón o el cerebro, y causar ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares (ACV), con consecuencias fatales.

En Estados Unidos, el principal epicentro de la pandemia, donde la semana pasada ya se habían confirmado más de un millón de casos y más de 75 mil muertos, muchos médicos ya ubican a los coágulos entre las principales causas de muerte en pacientes con Covid-19, solamente detrás del síndrome respiratorio agudo grave (SARS, por sus siglas en inglés).

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