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Julio Moya tuvo 5-0 y 0.41 en las series finales de 1982 y 1983. LA PRENSA/ARCHIVO

Los monstruos existen, Julio Moya es uno de ellos en nuestro beisbol

Moya literalmente liquidaba a los bateadores sin piedad y fue el “caballo de batalla” en el cual se apoyaron los Leones para dominar un época.

Julio Moya no necesitó una larga carrera para dejar su nombre bien grabado en la historia de nuestro beisbol. Salió del juego a los 30 años de edad por una lesión en el hombro, pero ya había construido un nombre que lo convertiría en leyenda. Su impacto en nuestro beisbol y la Selección Nacional lo hacen ser recordado como uno de los mejores tiradores de la historia de la pelota nacional. Es un legítimo monstruo.

Es uno del reducido grupo de ganadores de 20 juegos en una temporada y él único que lo logró en la década de los ochenta del siglo anterior, en la cual también ganó un triple corona de picheo en 1984, incluyendo la microscópica efectividad de 0.14, con una hilera de 93.1 episodios sin permitir carrera limpia, junto a 345 innings al hilo sin recibir un jonrón.

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Literalmente liquidaba a los bateadores sin piedad y fue el “caballo de batalla” en el cual se apoyaron los Leones para dominar un época.

Originario de la comunidad La Fuente, del municipio leonés de La Paz Centro, debutó en los campeonatos nacionales en 1976, a la edad de 20 años, con el equipo de Carazo. Ahí descubrió que una exitosa carrera de pelotero cambiaría su vida de campesino.

Lanzó para los Cafeteros de Carazo, los Campesinos y el Cinco Estrellas, antes de emigrar al beisbol guatemalteco, perdiéndose las temporadas de 1980 y 1981. Volvió en 1982 y se unió al León, para construir un imperio e inmortalizar su nombre.

Ganó 21 juegos y sólo perdió tres en 1983, recorriendo toda la ruta en 20 de sus 24  aperturas en una demostración bárbara de dominio y durabilidad. Además bordó nueve blanqueadas, empatando el récord nacional con Antonio Chévez y Porfirio Altamirano.

Justamente Chévez y Porfirio, más Sergio Lacayo y Julio Espinoza, eran hasta ese momento los únicos ganadores de 20 partidos en una campaña. De modo que Moya  fue apenas el quinto en arribar a esta marca. Actualmente, el club se ha ampliado a 10.

Ese mismo año, llevó al León a la Serie Final ante el Rivas y liquida a los sureños con tres victorias sin derrota y 0.45 de efectividad en 20 innings, todo en menos de una semana.

Triple corona

Un año más tarde, atrapa la triple corona del pitcheo, con 12 triunfos por dos derrotas, 95 ponches y la espectacular efectividad de 0.14, producto de dos careras limpias en 128 entradas.  Abrió 13 juegos y los completó todos, incluyendo uno de 15 innings ante el Rivas. Forjó seis lechadas, que le dieron una cuarta corona. Hizo dos apariciones como relevista, ganando un juego y salvando el otro.

El derecho leonés redujo al bateo enemigo a 163 puntos, por 73 hits en 447 turnos. No le dieron jonrón y solamente regaló 11 boletos.  Permitió más carreras sucias (12), que veces que perdió la ruta del home.

Las dos anotaciones limpias en su contra fueron ante el Bóer. Ganando 6-1 en el octavo inning, le dio boleto a Roberto Espino y Calixto Vargas siguió con hit. Un passball puso a los corredores en posición anotadora y Róger Guillén llevó al plato a ambos con un imparable. Luego inició una cadena de 93.1 entradas sin permitir carrera limpia.

Pese a ello, perdió dos juegos. Uno en 12 innings ante el San Fernando por un error de Arnoldo Muñoz y otro frente al Corinto, nuevamente perjudicado por una pifia de Arnoldo en el short, tirando a la basura una faena de tres hits.

Eso sí, la defensa de los felinos no falló en los playoffs y ahí Moya fue invencible. Le ganó tres juegos en la serie semifinal de cinco a los Industriales de la Coip y después, en la Serie Final, registró dos victorias y un juego salvado ante la Costa Atlántica, con 0.38 de efectividad, por una carrera limpia en 23.2 innings en esa mágica temporada de 1984.

Entre 1982 y 1984, Moya fue un extraterrestre en la liga. Si no lo crean, vean esto: lanzó 58 juegos, 56 de ellos como abridor y completó 42. Tuvo balance de 40 victorias por siete derrotas con 1.24 en efectividad en 413.2 innings, con promedio de 0.8 bases por bolas cada nueve entradas.

Su gran momento lo demostró a nivel internacional también. En el Mundial de 1984 en Cuba, fue el máximo ganador con cuatro y ahí se convirtió en el primer tirador nicaragüense en derrotar a Japón, que junto a Cuba eran los fuera de serie del beisbol amateur, pero el derecho leonés los maniató.

En el juego inaugural del torneo nacional de 1985, venció a Edmundo Suárez en un duelo de 16 innings ante los Dantos, pero luego su hombro comenzó a flaquear, limitando su participación, hasta que no pudo más y se despidió el juego en 1987.

De cualquier forma, ya había hecho mucho.

Carrera

Julio Moya tuvo acción en 130 juegos en su carrera en el beisbol superior, con 100 aperturas y 69 recorridos completos, incluyendo 26 blanqueadas. Tuvo balance de 66-31 con cinco juegos salvados.

En 805 innings le dieron 710 hits, de ellos 20 jonrones, con 261 carreras, entre ellas 184 limpias, además regaló 129 boletos y ponchó a 499 bateadores. La efectividad de su carrera fue un resplandeciente 2.06.

Deportes Julio Moya Nicaragua beisbol archivo

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