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Standard & Poors advierte del peligro de devaluación en Nicaragua si se continúan reduciendo las reservas internacionales. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

LA PRENSA/ARCHIVO

Los desafíos de la banca comercial privada de Nicaragua

Todos los bancos continúan teniendo una tasa de rentabilidad positiva, pero a un nivel más bajo. Leé este análisis financiero del economista Néstor Avendaño sobre la situación de la banca nicaragüense de cara al efecto del Covid-19.

Los seis bancos privados radicados en Nicaragua, el séptimo está recién establecido en el país, tuvieron un crecimiento importante entre 2013 y 2017, cuando la economía nicaragüense se expandía a un ritmo promedio anual cercano a 5 por ciento, que se mantuvo hasta marzo de 2018.

El estallido social del 18 de abril de 2018, con la consecuente incertidumbre y desconfianza de los agentes económicos, provocó caídas de 5.5 por ciento en 2018 y 16.6 por ciento en 2019 en la industria bancaria debido a la gran fuga de los depósitos en moneda extranjera, que totalizó 1,384 millones de dólares entre el 12 de abril de 2018 y el 31 de marzo de 2019, y fue equivalente al 11 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) de 2018.

Ahora en 2020, se ha sumado otra crisis, la gran recesión económica mundial causada por el virus Covid-19, mucho mayor que la de 2008 cuando se derrumbó la banca de inversión de Wall Street. La economía de Nicaragua no se escapa del shock de oferta de la pandemia mundial en 2020.

Con la correlación positiva de la economía nicaragüense con la economía estadounidense y la elasticidad de 0.972 de la producción del país con respecto a la producción de su principal socio comercial, comprobamos que en este año el PIB caerá 5.4 por ciento, la tasa de deflación o caída de precios al consumidor será del orden de 1.9 por ciento y la tasa de subutilización de la fuerza laboral, o sea, el desempleo abierto y el desempleo equivalente relacionado con el subempleo, subirá 4 puntos porcentuales hasta 32 por ciento de la población económicamente activa.

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Los efectos de Covid-19 en la actividad económica de Nicaragua aún no se han observado con todo su vigor desde el 18 de marzo recién pasado, fecha de la aparición del virus en el país. La prudencia bancaria y la aversión al riesgo comienzan a reflejarse en una leve reducción interanual de la caída de los préstamos de 12 por ciento en febrero a 10.3 por ciento en marzo; por su parte, el aumento interanual de los depósitos se mantuvo en 3.43 por ciento en febrero y 3.56 por ciento en marzo, confirmándose el restablecimiento de la confianza del público, aunque no a los niveles previos a abril de 2018.

Aún existe un desafío por superar, que es la sostenibilidad en un ambiente de restricciones necesarias para frenar la propagación del coronavirus con un indudable impacto económico severo. El aumento del desempleo reducirá el gasto de consumo y la demanda de dinero será más precautoria.

A finales de marzo de este año, todos los bancos presentan suficientes reservas de liquidez para atender las demandas y necesidades de los depositantes, así como el cumplimiento de sus obligaciones con los prestatarios. Dichos niveles de liquidez, expresados en proporción de los depósitos, son iguales a 35.5 por ciento en moneda nacional y 51.8 por ciento en moneda extranjera.

Desde marzo de 2019, el coeficiente de la liquidez en moneda extranjera mostró una tendencia creciente, a pesar de que el Banco Central de Nicaragua (BCN) comenzó a comprar dólares a los bancos a partir de abril de 2019, mientras que el coeficiente de la liquidez en moneda nacional reflejó una tendencia decreciente desde septiembre de 2019 debido a la mayor demanda de dinero para fines transaccionales, que fue impulsada por los factores de estacionalidad del medio circulante en los últimos dos meses del año, y al pago del impuesto sobre la renta que se deposita en los bancos a más tardar el último día de febrero y que el gobierno retira en marzo.

El shock de oferta provocado por Covid-19, que se manifiesta con el cierre de empresas y la destrucción de puestos de trabajo desde abril recién pasado, principalmente en las actividades de construcción de viviendas y edificaciones, comercio, hoteles, restaurantes y otros servicios comunales y personales, provocará una mayor reducción de los depósitos porque las personas que han perdido su empleo harán uso de sus ahorros. Esto no debe confundirse con una mal llamada fuga de depósitos, que tiende a provocar pánico entre la población.

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Todos los bancos continúan teniendo una tasa de rentabilidad positiva, pero a un nivel más bajo. La disminución de la tasa de rentabilidad de capital se explica con el aumento de las provisiones por incobrabilidad que pasó, como porcentaje de la cartera bruta de préstamos, de 2.40 por ciento en marzo de 2018 a 4.78 por ciento en marzo de 2019, y en marzo de 2020 se elevó a 5.27 por ciento. Cabe señalar que la rentabilidad de capital del sistema bancario disminuyó de 40.2 por ciento en diciembre de 2017 a 21.2 por ciento en diciembre de 2019, pero son niveles superiores a la media de sus pares en la región centroamericana.

Se observa una gestión bancaria orientada a conservar la productividad bancaria, donde la reducción de los gastos administrativos ha sido determinante, pero aún existe un gran campo de acción. La eficacia en el manejo de la cartera de préstamos del sistema bancario en tiempos de crisis política, ha sido mantenida en marzo de 2020 casi en el nivel registrado antes de la crisis en marzo de 2018, es decir, el monto de los préstamos equivale a 53.2 veces el monto de los gastos administrativos.

Inmersos en la crisis política interna y ahora afrontando la crisis de la pandemia mundial, los bancos han fortalecido su solidez, lo cual promueve la confianza del público no bancario en las entidades bancarias. Dicha solidez ha permanecido estable entre junio de 2019 y marzo de 2020, y es 6 puntos porcentuales mayor que la registrada a lo largo de 2017. La adecuación de capital en marzo de 2020 es igual a 19.7 por ciento, casi el doble de la norma establecida del 10%. En otras palabras, el capital de los bancos representa casi el 20 por ciento de los activos ponderados de riesgo, constituidos principalmente por la cartera de préstamos.

Entre marzo de 2018 y marzo de 2020, la cartera de préstamos de los bancos comerciales se ha reducido 25 por ciento y el costo del dinero se elevó de 11.53 por ciento en marzo de 2018 a 13.72 por ciento en septiembre 2019, pero ha disminuido a 12.56 por ciento en marzo de 2020.

La menor concesión de préstamos y la mayor tasa de interés activa (promedio ponderada) se explica por los mayores riesgos políticos y económicos del país, que se manifiestan en el aumento de la cartera en riesgo (préstamos vencidos, prorrogados, reestructurados y en cobro judicial) de 2.72 por ciento a 11.52 por ciento de la cartera bruta de préstamos, y en el número de préstamos que observó un desplome de 542,970 al pasar de 1,619,305 a 1,076,335 en los últimos dos años.

Por su parte, el saldo de los depósitos en las entidades bancarias cayó 25 por ciento y el número de cuentas de depósitos disminuyó 122,849, como resultado de la fuga que se observó principalmente en los depósitos en moneda extranjera a lo largo de un año, entre abril de 2018 y marzo de 2019, pero desde marzo de 2019 hasta marzo de 2020 el número de cuentas aumentó 91,495, una recuperación del 74 por ciento de las cuentas perdidas, por la atracción de depositantes mediante una mayor tasa de interés pasiva (promedio ponderada) que oscila alrededor de 3.0 por ciento.

En conclusión, la gestión bancaria aún enfrenta retos, pero ha dado muestras de un eficaz manejo de los recursos del público, el cual ha demostrado su confianza en el cambio de tendencia hacia recuperación de los depósitos y el aumento de clientes a pesar de la crisis política interna. Ahora, el distanciamiento social ha motivado la aceleración de la tendencia global hacia el uso de las herramientas digitales y plataformas móviles como un nuevo instrumento estratégico de la Banca para mejorar la oferta y calidad de sus servicios frente a la crisis de Covib-19.

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Esto facilitará la modernización necesaria para la bancarización del país, siempre que el público no bancario tenga sus préstamos y tarjetas de crédito disponibles en el mismo banco en que tenga sus depósitos, lo que contribuirá a racionalizar la red de sucursales y a que los usuarios de los servicios bancarios puedan hacer sus transacciones bancarias desde sus casas. Sin embargo, es de suma importancia la conservación adecuada del empleo y la garantía para recuperar la economía, una vez que se resuelva el problema sanitario que atraviesa el país.

*Economista y presidente de Copades

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