Durante una época en la que el beisbol nacional parecía una colección impresionante de estrellas y atletas legendarios que no tienen sucesores, Pedro Selva era la máxima figura.
Con un marco físico que en apariencia no era atlético, pero con la fuerza y la habilidad para hacer estragos, Selva se convirtió en el más temible de los bateadores pinoleros.
Solo jugó diez años porque a menudo estuvo rodeado de desgracias que por poco arrebatan su vida en pleno apogeo y de una tragedia familiar que lo dejó afectado para siempre.
Sin embargo, Selva no necesitó más. En diez años, dio 151 jonrones, ganó cuatro triples coronas, impactó con la Selección Nacional y dejó un nombre que es timbre de distinción.
Solo pasó inadvertido en los dos primeros años (1969 y 1970) con promedios de .208 y .239 y con cinco jonrones en 235 turnos, pero después mostró de lo que era capaz.
Pedro ganó su primera triple corona en 1971 con .355 de average, 16 jonrones y 49 remolques. Repitió en 1972 (.348, 15 jonrones y 55 CI) y 1973 (.364, 16 HR y 50 CI) en un dominio total.
En 1974 recibió un balazo y su labor se redujo, pero en 1975 volvió a ganar la triple corona: .346, 28 jonrones y 84 remolques, ya cuando se jugaba con bate de aluminio.
Incluso, en 1976 estuvo a punto de ganar una quinta triple corona con .364, 25 jonrones y 76 remolques, pero Pablo Juárez tuvo average de .366 y se llevó el título de bateo.
Luego diez años, Selva se fue en 1979 con .329 de promedio, 685 hits, 151 jonrones, 409 anotadas y 501 remolques en 632 juegos. Cinco veces fue líder en jonrones y en empujadas.
Para situar en perspectiva lo que hizo Selva, este conectó 151 jonrones en diez años, 623 juegos y 2,082 turnos, es decir, un trancazo cada 13.8 turnos.
Ernesto López en sus diez primeros años: 138 jonrones, 636 juegos y 2,053 turnos (un HR cada 14.9 turnos). Próspero: 102 jonrones en 663 juegos y 2,292 turnos (un HR cada 22.5 vb).
Bateaba dentro y fuera del país. Para muestra un botón: bateó de hit en los 15 juegos del Mundial de 1972 en Managua. Resumió .382 (55-21) un jonrón, nueve anotadas y 11 remolques.
Era un artillero todo terreno, pura dinamita, que además contaba con gran carisma y agradaba a los fanáticos, incluso a los de sus equipos rivales.
Han pasado 41 años desde su retiro e incluso, han transcurrido 22 años desde su muerte, pero la imagen de Selva sigue intacta en los fanáticos y sus cifras están firmes en la historia.
No ha habido un jugador que haya logrado una más exitosa mezcla de tacto y poder como lo hizo Selva, quien simboliza al bateador más destructivo que ha desfilado por los campos nacionales.
Edgard Rodríguez en Twitter: @EdgardR