Un nuevo paciente afectado por la pandemia del Covid-19 son las relaciones entre Costa Rica y Nicaragua que se han tensado más de lo que estaban desde la crisis de abril del 2018 y la brutal represión en los meses subsiguientes que llevó a más de 60,000 nicaragüenses a buscar refugio en el hermano país del sur.
La nueva crisis en las relaciones diplomáticas se generó el pasado jueves, cuando los 52 diputados de la Asamblea Legislativa firmaron una carta en la que pidieron a la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que realizara una investigación externa sobre el estado de la pandemia Covid-19 en Nicaragua, en vista de las cifras inverosímiles de casos que reporta el Ministerio de Salud y que a estas alturas del partido, ni ellos mismos se creen.
¿Tienen derecho los ticos de pedir una evaluación independiente a la OPS sobre el verdadero estado de la pandemia en Nicaragua? Creo que la información creíble es algo que a todos nos conviene conocer, pero particularmente a un país vecino que alberga a tantos nicas y que ha tenido a lo largo de su historia una relación de “vasos comunicantes” con Nicaragua.
Yo creo que están en su derecho. Máxime a la luz de los cada vez más frecuentes entierros express nocturnos, hospitales llenos y brotes de “neumonía atípica”.
La respuesta de la dictadura orteguista no se hizo esperar y tras una convocatoria de urgencia a sesionar el siguiente día, o sea el viernes 15, los diputados oficialistas emitieron un pronunciamiento cargado de insultos para sus colegas ticos: “Los 52 señores diputados firmantes de un vergonzoso manifiesto de adhesión a la injerencia imperial, deberían de tomar en consideración sus propias miserias nacionales, reflejadas cotidianamente en sus medios de comunicación”.
En un derroche de insultos, el escrito orteguista califica la acción de los diputados ticos de “ofensiva, con saña premeditada, de la más retrasada y rancia derecha, soberbia y presuntuosa, prácticas fascistas, subordinados de los imperios, influenciados por una mentalidad voraz, devoradora, expropiadora y filibustera”.
Las consecuencias de estos “cruces de espada” ya se están evidenciando en la frontera sur que prácticamente está cerrada, ahora hasta para la carga. Son filas interminables de furgones esperando entrar a Costa Rica, país que ha puesto normativas tan exigentes, que de hecho es como si hubieran cerrado la frontera.
Las consecuencias las vamos a sentir todos, porque el cierre de fronteras de hecho que se está dando en Peñas Blancas y en Paso Canoas con Panamá, va a traer como resultado una escasez de alimentos y productos de primera necesidad a nivel centroamericano, como ya lo anticipan los transportistas: un efecto colateral no anticipado de la pandemia.
El autor es periodista, exministro y exdiputado.