Así como los 206 huesos de la estructura ósea del cuerpo humano se renuevan totalmente cada 10 años, igualmente evoluciona el mercado de café cada década. A inicio de este milenio los precios de café arábico cayeron por debajo de los 50 puntos (2002), por lo que la reinvención fue fortalecer iniciativas como los sellos Fair Trade, Rainforest, UTZ, orgánicos, Taza de la Excelencia; con el genuino propósito de oxigenar a los productores, lo cual demandó más compromisos en términos de calidad y trazabilidad.
Por supuesto con esos precios eran conscientes de la dificultad de origen, por lo que recobró un auténtico sentido el concepto de sostenibilidad y luego para la reciente década el concepto resiliencia al igual que el surgimiento de nuevos procesos —sobre el lavado— como mieles, naturales y anaeróbicos, en correspondencia con la búsqueda de calidad del mercado. El rol de origen ha sido validar la cadena de producción hasta la exportación en apego a la demanda la industria; estas acciones resultan más complejas en la práctica y a la luz de las evidencias, es la fase más costosa.
Por otra parte, el rol de la industria es agregar valor al café recibido, por lo que la innovación constante es arduo trabajo sin descanso; ahora mismo surgió Café Dalgona, una bebida de textura espumosa y asociada con una golosina popular de Corea del Sur; prevaleciendo un segmento que prefiere la novedades y otro que prefiere lo tradicional, en cualquier caso resulta innegable el meritorio esfuerzo para incrementar el consumo al punto que hoy en día la industria es capaz de suplir cafés de una finca específica con trazabilidad impoluta, al igual que cafés mezclados entre países o entre variedades (robusta y arábiga); ambas partes nos hemos inspirado en el concepto de que “el consumidor está dispuesto a pagar más a cambio de calidad o la superioridad clara y evidente del café” viendo en la calidad un atajo para atraer más adeptos.
Por muchos factores el mercado se ve influenciado a ajustar la percepción de calidad del consumidor al límite inferior sin sacrificar su prestigio, en armonía con la realidad actual del poder adquisitivo del consumidor, esto se traduciría en compra de café con estándares de calidad inferiores en términos de puntajes a la década pasada; que no es lo mismo que decir que cafés de especialidad se reducirán, tan solo afectará a los cafés exóticos y aquellos que contengan sobreprecio sin contenido de calidad. De forma tal que los productores de calidad promedio tienen un espacio mayor dentro de esta renovación de la estructura ósea del mercado, siempre y cuando conserven la consistencia, que es tan importante como la calidad misma.
El autor es especialistas en Mercado de Futuros y Opciones
[email protected]