14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

SARS-COV- 2: La pandemia y en el contexto del subdesarrollo

La humanidad está de luto, enclaustrada en sus modernas cuevas de cemento. El temor a un enemigo invisible, azota los cimientos de la civilización. Los ciudadanos del primer mundo se refugian en sus mansiones, su clase media en sus apartamentos. En Latinoamérica los pobres encerrados en sus pequeñas casas, los miserables en sus maltrechas viviendas de plástico, zinc y cartón. Enfermos de todas las clases sociales, atiborran hospitales, clínicas y lechos de retazos. La sociedad ha dejado de estrecharse las manos. El individualismo de los ordenadores y celulares, que antes de la pandemia ya separaba a las personas, ha sido menos exitoso que una mínima partícula de lipoproteína, mortal, causante del alejamiento por temor al contagio seguro. El mundo se detiene, la economía se derrumba, solo el subdesarrollo avanza, crece como incendio en el fragor de una guerra, donde el enemigo es poderoso, pequeño, invisible.

La pandemia ha llegado hasta nuestros países, no ha tardado mucho en colapsar los disminuidos y precarios sistemas de salud pública, poniendo en riesgo a lo mejor del capital social sanitario; médicos, enfermeras y trabajadores de la salud injustamente expuestos al inevitable contagio, extensivo a sus familias y entornos sociales. En otros ámbitos, todos aquellos que se exponen, son víctimas vulnerables, en un ambiente adverso condicionado y repotenciado por la pobreza, exclusión y precariedad; efectos insoslayables de nuestro subdesarrollo.

En la actualidad, hasta el 19 de mayo, según la OMS, a nivel global, los infectados oficiales se acercan a los cinco millones, los muertos a 323,286 de seres humanos. No obstante, la incertidumbre de estas cifras es muy grande, muchas personas son asintomáticas y potenciales transmisores del virus. La dinámica de transmisión y su expansión son impredecibles. Los gobiernos toman decisiones erradas ante la ceguera inverosímil de combatir contra un fantasma indescifrable, capaz de diezmar a los más débiles. Lamentablemente, las decisiones de sobrevivencia colectiva las toman los políticos, muchos de ellos abstraídos de la realidad, indolentes e insensibles a nuestra cruda y vulnerable humanidad.

Si los países, cuyas economías de primer mundo han sido incapaces de sobrellevar la crisis, lo que se esperaría en nuestras condiciones, es fatalidad segura. En teoría, según estrategiaynegocios.net, al finalizar este año, la economía latinoamericana se contraerá 7.6%. Ojalá y no nos toque vivir el escenario más terrible y Dios se apiade de nosotros. Después de la pandemia seguirá muriendo gente. El subdesarrollo ya emitió nuestra fatídica sentencia de muerte económica, que traducida, tendrá efectos directos en el incremento de los índices de pobreza, desempleo, inseguridad alimentaria, morbilidad, mortalidad y empobrecimiento social.

Si las economías más poderosas del mundo sufrirán, igualmente y con más saña lo harán nuestras naciones y más dantescamente, en los países como el nuestro, flagelado por la pandemia de la injusticia, la desigualdad, el abandono y el despojo, sumido en la miseria, en el desarraigo y la autocracia. El otrora abuso a nuestros entornos, está mostrando sus frutos, ante un adversario impredecible. En consecuencia, controlar los daños ha pasado de ser tarea oficial del estado, a una nueva campaña social, una acción colectiva liderada por la gente que tiene la oportunidad de cambiar el rumbo de nuestro destino y hacer prevalecer el principio, de poner en primer lugar la vida, la preservación de la sobrevivencia humana.

Los efectos de la pandemia nos muestran que el poder económico puede conseguir los medios, pero no el fin, y que en consecuencia, el subdesarrollo ha sido una etiqueta, un rótulo que pretende quitarnos el liderazgo de nuestras vidas. El desarrollo implica también, cambios en el pensamiento que generen menor dependencia y nos predisponga a la innovación integral de la sociedad, enfocada en una democracia ampliada, divergente, holística, participativa y humana. Prevalecer a pesar de la adversidad deberá ser nuestro fin inmediato, sin la tutoría de los poderosos, ni del oprobioso poder del dinero. Sostener con nuestras últimas fuerzas el eje de nuestra existencia, coexistir con nuestro medioambiente, surgir de la cenizas, esa debe ser la esperanza que debe mantenernos firmes, vivos y dispuestos a destruir nuestras distancias y unirnos para prevalecer ante la adversidad.

El autor es experto en Desarrollo Rural Territorial Sustentable.
[email protected]

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí