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Jose Adan Aguerri, Nicaragua, coronavirus, Covid-19

José Adán Aguerri sigue sin pronunciarse si se postulará o no a la presidencia del Cosep, que se definirá en el proceso electoral del 8 de septiembre próximo. LAPRENSA/O. NAVARRETE

José Adán Aguerri: “Son tres años de caída y este será el peor”

Si antes habia un teléfono rojo entre el Cosep y Daniel Ortega, esa línea está inactiva. No hay comunicación y no hay respuesta a las crisis que se juntaron, dice José Adán Aguerri.

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Como muchos, José Adán Aguerri, presidente del Cosep, ha cambiado radicalmente su forma de trabajar en los últimos dos meses. Ya casi no va a su oficina. Trabaja desde casa y ha dejado de sentir diferencia entre un domingo o un lunes. A través de aplicaciones para video reuniones o conversaciones múltiples mantiene contacto con socios, periodistas, personal del Cosep y funcionarios y líderes empresariales de distintas partes del mundo. “Es una experiencia nueva usar de esta forma la tecnología y hemos trascendido las fronteras”, dice.
Al edificio del Cosep solo va los miércoles, a una conferencia de prensa semanal que han “mantenido la decisión de tenerla presencial”, pero es probable que pronto sea como el resto de actividades, virtual, usando la tecnología.
Aguerri, de 58 años, ha sido presidente del Cosep en los últimos 10 períodos. Hasta antes de abril de 2018 tenía comunicación directa con el despacho de Daniel Ortega, en una extraña alianza entre empresarios y un gobierno de vocación dictatorial, que se presumía como un modelo de que “si la economía va bien, vamos bien todos” y donde lo político se le dejaba casi en su totalidad a los políticos. La rebelión de abril 2018 hizo estallar este modelo y desde entonces —dice Aguerri— la línea directa está inactiva.
La llegada del Covid-19 agarra a Nicaragua sin salir siquiera de la crisis sociopolítica que sufre desde hace dos años. “Enfrentamos dos crisis”, dice el presidente del Cosep, y asegura que a ninguna de ellas el gobierno de Ortega muestra señales de querer darle respuesta.

¿Cómo está afectando la manera de hacer negocios en Nicaragua esta nueva forma de vida que ha impuesto el Covid-19?

Nos cambió completamente. Antes de la pandemia los pronósticos de los organismos multilaterales eran que la economía del país iba a caer alrededor de un uno por ciento. Hoy, con la pandemia, en el escenario más positivo, el país va a caer seis por ciento. Es muy, muy, duro, porque son tres años consecutivos de caída y este va a ser el peor de los tres años.

¿Qué significa una caída del seis por ciento para Nicaragua?

Una caída del seis por ciento del PIB (Producto Interno Bruto) significa la reducción en todos los hogares del país de sus ingresos y sus capacidades de consumo de una manera superior a los dos dígitos en cada hogar. Donde hay pobreza, va a ser mayor la pobreza. Estamos viendo un crecimiento de la pobreza en general, un crecimiento del desempleo formal. Es la acumulación de dos crisis. Porque, en el caso de los otros países de la región, están enfrentando esta misma situación y todos van a caer, pero en Nicaragua tenemos la particularidad que es la acumulación de dos crisis con otro elemento. Ahora ya no solo no tenemos respuesta a una crisis, sino que ya tenemos dos crisis sin respuestas.

¿Se avizora que en algún momento la caída se detenga, se aplane o se levante? ¿Hay algún tiempo previsto que debamos aguantar, después del cual la situación mejorará?

Lo que nos dice la macroeconomía es que vamos a tener un tercer año consecutivo de caída, y que este será el peor. Lo que también nos dice es que, producto que seguimos sin respuesta a la crisis sociopolítica y sin acceso a nuevos financiamientos de los organismos multilaterales, contrario a lo que se presenta en los pronósticos de los otros países de la región, donde se da una reactivación de la economía para el año 2021, en el caso de Nicaragua no hay esa perspectiva. Si no hay respuesta vamos a tener un cuarto año consecutivo de caída. A nivel de microeconomía, esta vez vamos a tener una afectación tanto en remesas como en zonas francas. Probablemente vamos a ver en Nicaragua 300 millones de dólares menos en remesas. ¿Cuándo se va a revertir esto? Será hasta el año que viene, si se reabre la economía americana y estos remesantes recuperan su empleo. En turismo, comercio, que han sido sectores golpeados desde el primer tsunami, deberíamos ver el inicio de su reactivación en el último trimestre del año.

Crisis sociopolítica, pandemia y un régimen dictatorial que no da respuestas… Estamos sufriendo en Nicaragua la tormenta perfecta.

Se juntaron todas las estrellas, pero al través. Tenemos una acumulación de crisis, tenemos una acumulación de falta de respuesta a las crisis, tenemos sectores que no habían sido afectados que ahora son afectados y, además, la incertidumbre se convierte en el factor común a lo que estamos enfrentando ante la falta de información.

¿Hay negocios que han encontrado en esta pandemia alguna oportunidad para crecer o todos están a la baja?

Siempre va a haber ganadores y perdedores en las crisis. Hay sectores que han aumentado su demanda como el servicio de delivery, servicios de paquetería, productos de desinfección, sectores como los supermercados y farmacias. Vale la pena destacar el emprendimiento de algunas pymes del sector confección que decidieron reconvertirse para producir mascarillas, gabachas, etc. Otras empresas decidieron ampliar sus portafolios de productos y se han dedicado a la confección de caretas acrílicas, por ejemplo.

¿Después de estos pronósticos tan duros estaríamos tocando fondo o esto se puede poner peor todavía?

La caía que vamos a tener sí va a ser la peor de los tres años, pero el año que viene no creo que sea peor. El sector agrícola está refinanciándose. El sector arrocero, la palma, el sector de camarones está activo, trabajando, tenemos precios a la baja, pero se ha mantenido ese esfuerzo. Por el otro lado, a partir del primero de junio, en principio, vuelven a abrir las cadenas de las que las empresas de zona franca son parte. En el caso de Nicaragua, la construcción de automóviles pareciera que la decisión es abrir en Estados Unidos en junio, eso significa que se abren las empresas en México que preparan la materia prima que utilizan esos vehículos. Y significa que, en el caso de León, vuelve a tener órdenes de compra. Hay marcas que mantienen a algunas empresas aquí en Nicaragua con órdenes de compra menores, pero tratan de que sobrevivan a esta crisis para asegurarse que cuando reabra la economía van a tener producto.

O sea, hay alguna que otra buena noticia en este panorama.

Hemos hecho todos los esfuerzos para amortiguar lo negativo que ha tenido este tsunami.

Usted decía que el Gobierno le ha quedado debiendo unas respuestas a estas crisis.

Hubo una respuesta muy temprana de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), cuando se decreta la pandemia, y hay un esfuerzo para que todos los países de la región latinoamericana sepan cuáles son las medidas que pueden reducir los contagios. Uno de los pocos países que no respondió, y sigue sin responder hasta el día de hoy, es Nicaragua. Esa es una responsabilidad de las autoridades. Tenemos un sistema precario. Debió haber habido una respuesta inmediata y preventiva, y ahora lo que estamos viendo es que estamos a punto de tener el sistema (de Salud) saturado.

¿No hay una contradicción ahí? El argumento de Daniel Ortega es que lo está haciendo por la economía, para que el país siga funcionando. ¿No deberían más bien los empresarios estar aplaudiéndolo si esto fuese así?

Las empresas necesitan para poder operar de sus colaboradores. Necesitan también, para poder vender, de mercados sanos. Si no hay mercados sanos y colaboradores sanos, cualquier esfuerzo que estén tratando de hacer se va a revertir con el tiempo. El tema es equilibrar. En el sector privado estamos conscientes que, en Latinoamérica, y Nicaragua no es la excepción, la economía es mayoritariamente informal. Estamos conscientes que las personas que tienen que salir a trabajar día a día, lo hacen por una necesidad de sobrevivencia. No es por diversión. Hay países que han cerrado sus economías, pero han tenido los recursos para decirle a su gente: “Vos te quedás encerrado, pero yo te doy recursos”. En el caso de Nicaragua no hay esa posibilidad, porque Nicaragua tiene las puertas cerradas con todos los organismos, excepto, hasta el día de hoy, con el BCIE (Banco Centroamericano de Integración Económica). Nadie esperaba esto. Todo lo que se ha venido haciendo es prueba y error. Pero prueba y error significa que tenés que actuar de forma dinámica en un entorno dinámico, y aquí no ha habido esa respuesta de actuar dinámicamente en ningún sentido. Todo lo contrario.

A su criterio, ¿cuál debió ser la respuesta del Gobierno, en nuestras circunstancias, y que no la dio?

Aplicar las medidas que hicieron todos los países de la región y del mundo. Así de sencillo. Mandar a apresar a personas por vender eucalipto es un reflejo del mundo al revés en que estamos enfrentando esta crisis.

¿Ustedes han buscado algún acercamiento con el Gobierno para una solución como lo hacían antes de abril 2018?

Como Cosep no hemos tenido ningún tipo de intercambio desde abril del 18. Hubo un esfuerzo, que ustedes lo vieron, público, de parte del Incae, el día que hizo ese pronunciamiento. Posteriormente Cosep, AmCham y Funides sacamos una posición pública, acuerpando ese pronunciamiento, y la respuesta del Gobierno fue negativa.

¿Antes tenían algún teléfono rojo para comunicarse con alguien del despacho de Ortega?

Esa (el pronunciamiento) fue una iniciativa para hablar y la respuesta fue no.

Pero insisto: ¿Antes de 2018 ustedes tenían una línea directa con la que podían hablar con Daniel Ortega o con Rosario Murillo o alguien que ellos delegaran?

La comunicación terminó desde abril del 18.

El 2021 sería un año electoral en Nicaragua. ¿Eso también entra en los ponderables para el comportamiento futuro de la economía?

Es otro elemento que se acumula a la incertidumbre del entorno que estamos enfrentando las empresas en Nicaragua. Aquí va a ser importante ese proceso. Primero, que exista el proceso. Segundo, que sea acompañado el proceso desde su inicio por observadores internacionales, gente de la Unión Europea, la OEA, que nos pudiera acompañar para asegurar que el proceso no sea violentado o con represión.

¿Y si Daniel Ortega, en nombre de esta pandemia, decide no hacer elecciones?

Va a aumentar entonces el problema que ya estamos viviendo en cuanto al aislamiento que tiene Nicaragua. Creo que eso adicionalmente polarizaría la situación, llevaría a más caos, más sanciones y entraríamos a una situación incierta que pudiera tener consecuencias en la respuesta interna del país.

¿El gran capital, los grandes empresarios de este país, han buscado por su lado como consensuar una respuesta con Ortega?

No puedo hablar en nombre de ellos. Aquí hay una situación que siempre la gente confunde. Acabamos de ver ese mismo ejemplo en El Salvador. La confrontación que acaba de haber entre el presidente de ANEP (Asociación Nacional de la Empresa Privada) y el presidente de la República de El Salvador (Nayib Bukele). Los grandes empresarios se fueron a sentar con el presidente Bukele y en esa reunión no estuvo ANEP. Nosotros siempre hemos dicho que representamos a los que no tienen voz. Los grandes empresarios no han necesitado al Cosep para tener voz. Ese es un canal de ellos que no manejamos nosotros.

Plano personal

  • José Adán Aguerri Chamorro, 58 años, es divorciado y tiene tres hijos. Es licenciado en Economía por la Universidad estatal de Luisiana.
  • Es hijo de José Adán “Chanito” Aguerri (fundador de los cines Aguerri) y Hilda Chamorro Hurtado. A toda la familia le dicen los Chanitos.
  • Se considera el más serio de su familia. “Siempre he sido así, serio, muy pendiente de mis responsabilidades”, dijo en una entrevista a la revista Magazine. “Mi padre, mi hermano, son personas muy simpáticas, chileras, joviales. A mí me tocó la parte materna”.
  • Le teme a los ratones, las culebras, las cucarachas y dice ser malo para bailar y contar chistes.
    Tiene un año de estar comiendo “saludable” y haciendo ejercicios diariamente. Antes le gustaban los dulces y las papas fritas
  • Su frase es: “Los sueños empiezan el cambio, pero soñando no se cambia nada”.

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