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Abstención electoral válida

En estas circunstancias, donde caminamos “flacos y enclenques”, la abstención implica un acto de valor, fuerza moral, confianza en el pueblo que aspira a la verdad y la justicia

Considero al doctor Humberto Belli un hombre ético, capaz y probo, y eso ya es mucho decir en nuestro país.

Su reciente libro sobre la historia de Nicaragua, En busca de la tierra prometida, es no solo contundente, bien documentado y real, sino equilibrado y despojado de pleitesía para muchos personajes eufemísticos de nuestra historia.

Todo nicaragüense debería de leer este libro.

Pocos como él —tal vez el doctor Oscar René Vargas o el ingeniero Fernando Bárcenas, o el doctor Gabriel Álvarez—, han aportado ideas jurídicas y perspectivas de lucha y movilización de fuerzas sociales para enfrentar y derrotar a la dictadura en este tiempo álgido, desde abril del 2018.

Cada uno, desde su perspectiva, capacidad y posición social, con transparencia en sus planteamientos, ha expresado posibles alternativas de solución, para la derrota y el colapso del orteguismo.

Advierto esta aclaración, porque comentaré el magnífico artículo que escribió el doctor Belli, en el Diario de los Nicaragüenses, LA PRENSA, el día 18 de mayo del 2020, titulado Plan A, B o C.

Sintetizaré los planes (que creo son los únicos posibles), para después expresar el que considero más práctico, factible, ético y de bastante control por nuestra parte.

Según el doctor Belli, el plan A supone dos escenarios con elecciones: uno libres —el ideal—, y otro no libres, sino “a medias”, es decir, con pírricas e insignificantes reformas electorales y sin capacidad de libertad de movilización.

De esto, derivarían solo dos posibilidades: abstenerse o participar.

Plantea el doctor Belli que si hay abstención, sin una denuncia previa de invalidez por parte de la comunidad internacional, esta posición no tendría mayor valor y traería como consecuencia una disminución en la movilización de las bases y la capacidad de mostrar la organización electoral por parte de la oposición.

Expresa también que si se participa sin condiciones adecuadas, no necesariamente se legitimaría el proceso electoral.

Es decir, participar, “perder” y después denunciar fraude y la ilegitimidad del régimen, todavía serían alternativas de lucha.

Su plan B, supone la remoción de la dictadura, sin elecciones y sin violencia, a partir de movilizaciones que produzcan mayor presión interna y externa. Apela al pacifismo “in extremis”, para derrocar al régimen, apoyado todo esto con sanciones, huelgas, movilizaciones y cese del pago de impuestos.

El plan C es el derrocamiento armado, del cual casi nadie habla por miedo y por falta de condiciones objetivas y por el espantoso sufrimiento, muerte y dolor que significaría otra guerra que nadie quiere en Nicaragua.

Esta radiografía de nuestra realidad nos coloca en el punto inexorable de escoger una alternativa, asumiendo que todas tienen pro y contras que impactarán en nuestro futuro, y por lo tanto nos demanda desde ya, una posición ética, razonable, oportuna y consciente de sus consecuencias.

Ética, por cuanto no puedes aparentar dentro de un grupo reducido, una actitud y expresar a las masas una idea diferente.

Escuché de su propia voz a uno de los personajes de Ética y Transparencia, decir que con o sin ninguna reforma, se debe de participar en las elecciones.

Si esto se piensa y no se dice, ¿qué sentido tiene hacer el simulacro de esta búsqueda, si a priori se desvirtúa el esfuerzo propio?

Razonable, porque la acción cometida, tendrá resultados de una lógica previamente analizada.

Consciente. porque solo con el análisis profundo, es posible intentar escoger una alternativa de lucha.

Mi opinión: la negativa de la dictadura a ofrecer una elección libre, es de un indubitable absoluto.

Sin las reformas electorales mínimas y decentes para cualquier país civilizado y sin la capacidad de movilización pacífica, no se puede participar en ningún mamotreto electoral y la abstención es una elección moral, ética y civil, que garantizará la continuidad de la lucha y la validez de sus actores y líderes opositores.

Abstenerse, dirán algunos, solo despeja el camino de tu rival y respeto esa opinión, pero en estas circunstancias, donde caminamos “flacos y enclenques”, la abstención implica un acto de valor, fuerza moral, confianza en el pueblo que aspira a la verdad y la justicia, aún sabiendo que “Barrabás tiene esclavos y charreteras”.

El autor es médico, máster en Educación Superior en Salud.

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