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Las informaciones sobre la decena de muertos relacionados al Covid-19, que a diario salen de los hospitales directo a ser enterrados en los cementerios para el régimen son parte de un plan “golpista”. LA PRENSA/ O. NAVARRETE

Por qué Nicaragua no puede compararse con Suecia en la lucha contra la pandemia, como quiere hacer creer el régimen

El régimen orteguista asegura que ha seguido los pasos de Suecia para enfrentar la pandemia, pero, en realidad, no lo ha hecho del todo

Nicaragua promete convertirse en la Suecia Centroamericana, por lo menos, en lo referente al manejo de la pandemia de Covid-19. El país escandinavo, séptimo lugar en el ranking de países felices del mundo según Naciones Unidas, ha inspirado  a la pareja Ortega-Murillo a seguir sus pasos ante la crisis sanitaria. La diferencia, sin embargo, aseguran los especialistas, es que Nicaragua ha tomado esa ruta sin asesoría científica-técnica, con grandes brechas educativas, y sin transparencia.

Este lunes, tras decenas de críticas nacionales e internacionales sobre el manejo de la pandemia, el régimen orteguista intentó transparentar su modelo a través de la publicación de un “Libro Blanco”. En el documento sorprenden las comparaciones: “Nicaragua y Suecia representan alternativas al “lockdown”-cierre de emergencia- total en un país en desarrollo y un país desarrollado, respectivamente”.

El gobierno sueco no decretó cuarentena, no confinó a su población, siguieron yendo al trabajo y reuniéndose en bares y restaurantes mientras el SARS-CoV-2 recorría su territorio. Su modelo ha sido cuestionado debido a la cantidad de muertes:  4,029 y más de 30 mil infectados, según la Universidad Johns Hopkins. Las cifras de mortalidad por Covid-19 en Suecia están muy por encima del resto de países nórdicos: 39,26 muertos por 100,000 habitantes frente a los 5,56 de Finlandia y los 4,42 de Noruega.

La posición del régimen orteguista es que su modelo “único en el mundo” se basa en la realidad y condiciones del país, donde prevalece una estrategia de equilibrio entre la pandemia y la economía. Luchan contra el virus sin “cerrar nuestra economía”, y desde su óptica velan por los más empobrecidos, relatan en el documento. Para el epidemiólogo Álvaro Ramírez, lo único que se puede rescatar del Libro Blanco es que el gobierno deja claro que apuesta por la inmunidad de rebaño, que es cuando entre un 60 a 80 por ciento de una población se expone a un agente infeccioso, con el objetivo de buscar la inmunidad. El problema con esto es que responde a una decisión arbitraria, de querer asemejarse a la intervención desarrollada de Suecia, que “está fracasando”, expresó.

Ramírez sostiene que por ningún lado del documento está la base científica de la decisión tomada, ni los racionamientos socioeconómicos y estructurales, como la calidad de servicio de salud comparados con los de Suecia. “El modelo que ellos van a hacer es el modelo de representación de genocidio humanitario porque el país de Nicaragua no está preparado para una decisión de salud pública de ese nivel”, expresó el especialista.

El régimen trata de copiar el modelo sueco, pero lo hace mal, dice el especialista. En realidad la vida de los suecos no transcurrió sin ninguna alteración durante la pandemia como intenta hacerlo el régimen. El gobierno sueco prohibió desde el 29 de marzo las reuniones superiores a 50 personas, y el 9 de abril publicó otras medidas, como restricción en la dispensación de medicamentos, prohibición de visitas para mayores, y ampliar pruebas nacionales para Covid-19.

Hasta el 29 de marzo más de 36 mil personas habían sido evaluadas, según el sitio web del gobierno sueco. En Nicaragua se desconoce el número de pruebas que se han realizado, que siguen centralizadas por el Ministerio de Salud (Minsa). Además el régimen promueve aglomeraciones en todo el país.

En realidad, la estrategia nicaragüense para la Covid-19 no se parece tanto a la sueca, o por lo menos, la que plantea el régimen que asegura en el documentos que, con la creciente salida de los confinamientos, como en España o Italia, que se convirtieron en epicentros de la pandemia, “todos los países del mundo van a tener que combinar la defensa ante el coronavirus con el funcionamiento de la sociedad, tal como Nicaragua y Suecia han hecho desde el principio”.

La dictadura se coloca como ejemplo del mundo, ignorando la realidad de gran cantidad de muertos que la población ha denunciado, la multiplicación de casos de Covid-19 y los entierros nocturnos que desnudan su política de ocultamiento de la información.

El epidemiólogo Rafael Amador explica que si bien es cierto, los suecos no cerraron sus instituciones como tampoco lo hizo Nicaragua, estos apostaban en la responsabilidad y el nivel educativo de su población, además que no promovieron concentraciones donde el contagio iba a ser garantizado, como ha pasado en el país.

Pese a que el gobierno sueco asegura que no buscan una inmunidad de rebaño, especialistas como Ramírez, sí lo ven de esa forma, y también lo observan en Nicaragua, donde el país se encamina hacia ese sendero a ciegas. No hay datos del impacto esperado sobre la población nicaragüense en términos de mortalidad, cuántos pacientes se esperan que requieran atención hospitalaria, cuántos irán a la Unidad de Cuidados Intensivos, y cuál es la capacidad instalada real del sistema sanitario, pero la real, no la ficticia, expresó.

La excusa de la economía para evitar cuarentena

El régimen orteguista insiste en el que el 40 por ciento de la población vive en el campo y el 80 por ciento de los trabajadores de la zona urbana pertenecen al sector informal y sus ingresos responden al día a día. No se puede pedir que la gente en el campo se quede en su casa “guardando cuarentena” porque tienen que salir a hacer cientos de actividades para su subsistencia y los urbanos, “si no trabajan y no ganan, no comen”, dice el documento.

Para Ramírez es una justificación ambigua e irresponsable del gobierno, que deja en abandono a la pequeña empresa privada y al ciudadano que debe dejar de trabajar para protegerse, porque si fuese un gobierno responsable iba a conseguir dinero para respaldarlos. La salubrista Josefina Bonilla explica que pese a que en la página 44 del documento, el gobierno asegura que se necesitan tener políticas para enfrentar la pandemia y sentar las bases para la recuperación económica al mismo tiempo, estas no aparecen. Deberían de estar desglosadas por institución pública con base a normativas y decretos, señala.

Tampoco indican de forma específica la importancia del distanciamiento social, el lavado de manos y la limpieza de las superficies, y no hay un desglose de las actividades que ha hecho el gobierno y lo que espera seguir desarrollando para controlar la pandemia, expone la especialista.

Faltan los indicadores de las pruebas y  se manejan de forma confusa los casos de Covid-19 con otras enfermedades, con una “minimización de la magnitud del problema y del impacto en la salud en la vida de las personas”, expresa.

Interés partidario sobrepasa crisis sanitaria

Una fuente del sector sanitario del país, quien solicitó su anonimato, explicó que el sistema y modelo de salud de Nicaragua son presentados como ejemplares y eficaces, cuando la realidad es que se encuentran secuestrados e inmovilizados por el sindicato oficialista FETSALUD y el Movimiento Médico Sandinista, que no protegieron ni dejaron proteger a los trabajadores de la salud y se concentraron en cambiar diagnósticos para esconder la morbilidad, la prevalencia y la letalidad, expuestos con los entierros exprés.

“El modelo es únicamente otro instrumento de trabajo partidario ideológico y de represión, al mantener a la población vigilada desde sus necesidades sanitarias, violando sus derechos más vitales”, expresa.

Considera que el documento no tiene ninguna fortaleza técnica ni científica, falso en sus argumentos y base de evidencia.  “Lo que tenemos es un Estado represivo que ha encontrado en la pandemia la oportunidad de terminar de dominar por la fuerza y el terror a nuestro pueblo, de limpiar generacional e ideológicamente a sus oponentes y aliados ya sin utilidad, pues nadie se ha escapado de la letalidad de su política de limpieza ideológica”, expresó.

 

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