La actriz Ana Martín, conocida por sus interpretaciones en telenovelas como El pecado de Oyuki (1988), Ángela (1998), Amor real (2003), Rubí (2004), La madrastra (2005), entre otras, atesora en su mente grandes recuerdos del tiempo “maravilloso” que vivió en Nicaragua. “Claro que conozco Nicaragua, he ido muchas veces, es una parte muy importante de mi vida”, dice la actriz cuyo nombre de pila es Ana Beatriz Martínez Solórzano.
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Agrega que en estos momentos, en los que el mundo enfrenta la pandemia del Covid-19, hay que cuidarse mucho. “Ahorita estoy en cuarentena y seguiremos en la cuarentena. Les pido que se cuiden mucho, que no salgan, que esto es real, entre menos salgan mejor, protéjanse mucho, porque primero que nada está la vida, los quiero mucho y los llevo en mi corazón”.
Nació en Ciudad de México el 14 de mayo de 1946, hace unas semanas cumplió 74 años. Su padre es Jesús Martínez «Palillo», uno de los más grandes comediantes de México, y su madre la nicaragüense Dinah Solórzano Manzanares. Según la Constitución Política de Nicaragua todo hijo de un nicaragüense nacido en el extranjero es nicaragüense.
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“Yo soy nica, aunque nací en México, mi madre era de Managua, mi abuelita Carmen Manzanares Delgadillo nació en Chinandega, y mi papá es de Guadalajara, ya mi familia está en el cielo”, expresa.
La actriz, en una entrevista con LA PRENSA, dice que estudió aquí durante tres años. “En Nicaragua hice mi Primera Comunión. Estudié en la Escuela Inmaculada donde hice amigas para toda la vida, como la Ligia, la Xiomara, la Diana, con quien eramos tremendas, y las Canales. Mi amiga la Ligia vive aquí en México y es como mi hermana de sangre, amo a su familia, a sus hijos, tengo una foto con ella en la Inmaculada donde parece ser la artista y no yo”, expresa.
En 2017 fue la última vez que Ana Martín vino a Nicaragua. Estuvo en Managua, después fue de paseo a las Isletas de Granada, caminó por la ciudad y se comió un vigorón. “Me fascina la comida nicaragüense como el chancho, mondongo, mimbro, jocote verde, los coyolitos, bueno de todo”.
“Como ustedes puede darse cuenta (por el audio de la entrevista) tengo el acento nicaragüense cuando quiero”, ríe, antes de contarnos un “secretito chiquito”: “De mi vida privada que no me gusta hablar mucho, pero mi primer novio, a los 13 años, fue nicaragüense y me escribía poemas porque se sentía Rubén Darío”.
Para ella esta entrevista es especial pues ama Nicaragua y sabe que es un pueblo sufrido al igual que México, por esa razón le pide a la juventud que estudie y que se prepare, “porque los nicaragüenses siempre han sido muy inteligente, muy brillantes, sobresaliente en sus trabajos y en todos los sentidos, y sé que van a salir adelante”.
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Martín finaliza diciendo a los nicaragüenses que forman parte de sus “Gotitas de Miel”, como llama a sus seguidores cariñosamente, que los quiere mucho, “les deseo lo mejor y espero estar pronto con ustedes para comerme un vigorón, un nacatamal y un chancho frito. Besos mis amores y cuídense”.