Basado en un rastreo de la documentación que existe sobre el Covid-19, les ofrezco un análisis de la evolución de la pandemia.
A nivel mundial, hay 5.7 millones de casos y han fallecido más de 350,000 personas. Pero ¡ojo!, esta información se basa en cifras oficiales. En muchos países del tercer mundo, especialmente en África, estos datos son incompletos y/o dudosos. Por eso, la incidencia de la peste es seguramente mayor.
Estados Unidos lleva aproximadamente 1.7 millones de casos del coronavirus y sobrepasará los 100,000 muertos esta semana. Ambas cifras son las más altas del planeta. Y aunque la famosa curva del Covid-19 en Norteamérica se está nivelando, la incidencia de la pandemia creció 11% la semana pasada.
Debido al efecto económico de la encerrona causada por la pandemia, el número de desempleados en EE.UU. anda por 40 millones, y este año la economía norteamericana tendrá una contracción del 6%. Pero es menos conocido que los inmensos paquetes de estímulo fiscal que Washington ha aprobado para reactivar la economía resultarán en un déficit fiscal igual al 18% del PIB. Este porcentaje es casi dos veces mayor que el más alto durante la Gran Depresión.
Y la última vez que se alcanzó un nivel semejante fue durante la Segunda Guerra Mundial.
Entrando en anécdotas, la semana pasada se sumó Hertz, la más conocida empresa de alquiler de carros del mundo, a la lista de empresas icónicas norteamericanas que han quebrado. Por otro lado, el consumo de bebidas alcohólicas en Estados Unidos ha subido estrepitosamente, quizás como resultado de los “happy hours” virtuales.
Hay un manojito de países con cero crecimiento en la incidencia de la plaga. Estas “estrellas” son Andorra, la China, Islandia, Eslovenia, Nueva Zelanda, Suiza, Tailandia y Taiwán.
Brasil es el país latinoamericano que más casos del Covid-19 y muertos tiene: aproximadamente 350,000 y 25,000 respectivamente. En número de casos, surgió al segundo lugar mundialmente debido a que su número de casos estalló en un 44% la semana pasada. Esto está generado un rechazo popular del presidente Bolsonaro, quien ha subestimado la crisis. Esto podría costarle su puesto.
Al hablar de la pandemia, nunca se menciona a Bélgica. Sin embargo, es el país más golpeado del planeta por la pandemia. Tiene solo 9,300 muertos, pero esto equivale a 81 fallecidos por cada 100,000 habitantes. Y su número de casos por 100,000 es 500.
En Suecia, el gobierno optó por mantener abiertas las escuelas, los restaurantes y bares aplicando la estrategia de “inmunidad del rebaño”. Esta se basa en que exponer a la población no importa porque la vasta mayoría de los contaminados superarían al virus y generarían anticuerpos para resistir futuras olas de la peste. También implica un menor costo económico. Veremos si esta apuesta pagará dividendos este otoño e invierno, cuando se anticipa un repunte del Covid-19. Pero, por ahora ha sido criticado por no proteger a los más vulnerables de la población como los ancianos en asilos. Estos representan el 50% de los fallecidos. También ha resultado en más contagiados y muertos que en los otros países escandinavos.
La política sueca choca con el mensaje de la Conferencia Episcopal del 24 de mayo que estipula que “la vida es un don de Dios… y está por encima de todo”. Comparto la posición de nuestros obispos.
Cierro con Nicaragua. Tenemos el dudoso “honor” de ser el país cuyo número de casos trepó más rápidamente, en términos porcentuales, la semana pasada: 1,016%. ¡Ninguna nación se nos acerca! Lo más trágico es que ese porcentaje se basa en cifras oficiales que subestiman intencionalmente a nuestra incidencia del Covid-19. Mejores indicadores son los datos que maneja el Observatorio Ciudadano Covid-19, y los reportes de múltiples “entierros express” y de hospitales saturados por casos del Covid-19. Nuestra realidad ya no es un secreto. Se ha revelado en amplios artículos recientes del Washington Post (liberal) y en el Wall Street Journal (de derecha), ambos periódicos influyentes estadounidenses. Es justamente debido a este desconecte, y al mal manejo de la pandemia por parte del gobierno, que dudo que Nicaragua tendrá acceso a los generosos fondos —y condonación de deuda— que el Fondo Monetario ha reunido para mitigar la pandemia.
El autor fue canciller de Nicaragua.