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El régimen Ortega Murillo enfrenta una fuerte presión internacional por su manejo de la crisis del Covid-19 . LA PRENSA/Tomado de El 19 Digital

Daniel Ortega espera llevar al país al borde del precipicio para imponer sus reglas ante una posible negociación con el sector privado, valoran analistas

El político opositor José Pallais Arana aceptó que cada vez es más difícil considerar una salida electoral porque hasta ahora el régimen no da señales de responder a la demanda de una reforma electoral seria

El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo está llevando al país “al borde de un precipicio”, por eso está dejando avanzar la pandemia sin control, mientras la economía se quebranta cada día más, según un análisis del sociólogo y analista político, Oscar René Vargas. El objetivo de la dictadura, según Vargas, es empujar una negociación con lo que llama “poderes fácticos”, en referencia a sus antiguos aliados del sector privado e incluso con la jerarquía de la Iglesia católica, pero esta vez con sus reglas y condiciones.

“La única certeza que tenemos frente a la pandemia del coronavirus es que hoy ha sido peor que ayer y mañana será peor que hoy. El pozo al que fuimos empujados por la dictadura no tiene fondo. Y nadie de los poderes fácticos (económico, militar, político o religioso) hace nada concreto”, manifestó Vargas.

Óscar René Vargas, sociólogo y cofundador del Frente Sandinista. LA PRENSA / Uriel Molina
Óscar René Vargas, sociólogo y analista político. LA PRENSA/ARCHIVO

El sociólogo dijo que “el régimen Ortega-Murillo ha visto la pandemia como una oportunidad política para desarmar al movimiento social, evitar una mayor recesión del maltrecho aparato económico y apalancar una negociación con los poderes fácticos económicos, políticos, religiosos e internacionales”.

“El régimen ha llevado al país, por omisión, soberbia, ignorancia o arrogancia, al borde del abismo económico, social, sanitario; y es esta mezcla la que nos pone en las orillas y de rodillas, de acontecimientos extremos, por graves y demoledores al conjunto del tejido social. Así de grave está la cosa”, valoró Vargas.

Nicaragua es el único país de la región centroamericana que no declaró medidas de prevención nacional, para evitar los contagios masivos de Covid-19, lo que está provocando el colapso del sistema hospitalario, por los numerosos casos de personas que llegan enfermas con síntomas de esta enfermedad (tos y dificultad para respirar). Cada día se incrementan más los reportes extraoficiales de muertes por enfermedades respiratorias o neumonía atípica, porque el régimen no aplica pruebas de Covid-19, y en consecuencia no hay control de la pandemia.

“El régimen ha llevado al país, por omisión, soberbia, ignorancia o arrogancia, al borde del abismo económico, social, sanitario; y es esta mezcla la que nos pone en las orillas y de rodillas. Así de grave está la cosa”, valoró Vargas.

Protesta civil debilitada

Debido a lo letal y altamente contagioso que es el Covid-19, las organizaciones opositoras suspendieron sus ya reducidas manifestaciones en las calles. Ahora sus demandas se centran en la defensa y promoción de la salud, y aunque aseguran que mantienen las demandas políticas (reforma electoral y elecciones libres y justas), estas han quedado en segundo plano, porque la prioridad es la vida.

“Nos estamos acostumbrando, con una pasividad inexplicable a que, en plena pandemia, destrozadora de vidas, aceptemos a un ministro o ministra no sea capaz de asumir la verdadera dirección de la crisis sanitaria y mienta sobre el número de contagiados y muertos”, expresó el sociólogo.

La negación del régimen de Ortega a reconocer la pandemia del Covid-19, no solo ha generado una crisis sanitaria interna en el país, sino que está provocando conflictos regionales, debido a que los ciudadanos nicaragüenses salen enfermos a otros países, lo que ha quedado en evidencia por las denuncias de la vecina Costa Rica.

“Salida electoral cada vez más difícil”

En noviembre de 2021 son las votaciones presidenciales, pero el Consejo Supremo Electoral (CSE) sigue controlado por el orteguismo sin señales de poder cambiar eso. El político opositor y miembro de la Alianza Civica, José Pallais Arana, aceptó que cada vez es más difícil considerar una salida electoral para cambiar el rumbo del país, porque hasta ahora el régimen orteguista no da señales de responder a la demanda de una reforma electoral seria, que le regrese la credibilidad a los procesos electorales.

Lea también: Página del CSE desconectada, sin reformas electorales y magistrados que no dan la cara: Este es el panorama preelectoral en Nicaragua

Para enfrentar este futuro, Pallais dijo que “la oposición está obligada a unirse y a evidenciar que es una alternativa real de gobierno”.

“Tiene que superar sus diferencias y avanzar en la organización territorial potenciando su capacidad de movilización y respuesta y debe estar preparada para responder a diferentes escenarios, sin apostar todo a una salida electoral que bajo Ortega cada día se ve más difícil. La oposición debe impulsar el autogobierno ciudadano, tomando cada espacio que la dictadura vaya abandonando producto de su incapacidad”.

“Ortega lleva al país a un abismo”

Pallais proyecta que al país le esperan meses muy difíciles y dolorosos. “En lo económico más recesión, más presión fiscal para tratar de mantener el aparato estatal que terminará ahogando a las empresas y contribuyentes; más desempleo, menos remesas, más conflictos con Centroamérica y riesgo de quedar aislados”, dijo Pallais.

José Pallais, político opositor y miembro de la Alianza Cívica. LA PRENSA/ARCHIVO

En lo social, Pallais proyecta “incremento exponencial de la pandemia, zozobra y angustia entre la población y colapso total del sistema de salud. Incremento de la delincuencia y mayores niveles de desobediencia civil”. “Ortega está llevando al país a un abismo donde encontrará su fin”, aseguró el político opositor.

Doble crisis en Nicaragua

La crisis sanitaria por el Covid-19 se sumó a la crisis política que viene arrastrado Nicaragua desde abril de 2018, cuando comenzó la represión armada del régimen orteguista contra las protestas civiles. Desde entonces, los opositores son perseguidos, hostigados, agredidos, detenidos y asesinados en el peor de los casos por la Policía Orteguista y grupos armados a afines a Ortega.
Más de 328 personas murieron por la represión desde el 19 de abril de 2018, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

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