Arcenio Bayardo Hernández Zeledón fue puesto en libertad el 13 de mayo pasado, por orientaciones del Ministerio de Gobernación, pese a que todavía le faltaban seis años para cumplir su condena por asesinato contra su hijastra Keylin López de 10 años, a quien le desprendió el riñón izquierdo a golpes, porque esta andaba viendo televisión donde una vecina.
Estos hechos violentos sucedieron el 19 de marzo de 2007 y causaron gran conmoción en la sociedad por la forma atroz con que le quitaron la vida a la niña.
Hernández Zeledón es parte del grupo de 2,815 presos común que liberó el régimen de Daniel Ortega en conmemoración al mes de las Madres, según dijo el Ministerio de Gobernación en un comunicado. Abogados penalistas sostienen que estas liberaciones son ilegales, porque no respetan el procedimiento establecido en la ley y porque muchos de los reos no cumplían los requisitos para obtener la convivencia familiar, que es la figura que aplican para liberarlos.
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Arcenio Hérnández Zeledón en ese entonces de 53 años, fue condenado a 19 años de prisión en el Juzgado Cuarto Distrito Penal de Juicio de Managua. A la fecha de su liberación había cumplido 13 años, un mes y 2 días de efectiva prisión. Su expediente estaba radicado en el Juzgado Tercero de Ejecución de sentencia.
Toda la noche pasó con dolor
Según testimonios de la mamá y abuela de la niña, evacuados durante el juicio, el condenado es un hombre sumamente violento. Daba maltrato a todos en la casa.
Según acusación de la Fiscalía, el día de los hechos el hombre empezó a gritarle a la niña porque andaba en la calle. De manera desmedida, empezó a golpear a la niña con los puños de las manos en el abdomen. Según el dictamen de Medicina Legal, fueron cuatro golpes en el abdomen de la niña, pero uno de ellos le desprendió el riñón izquierdo y el diafragma. Además, presentaba problemas en los pulmones también, producto de golpes.
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La niña salió corriendo a los brazos de su mamá diciendo que le dolía mucho, pero no la llevaron al médico.
Según el relato dado a conocer en el juicio, la mamá de la menor coció manzanilla y otras cascaras para ponerle a la niña que toda la noche se quejó del dolor y pedía agua. Por la mañana, la niña se levantó para ir a la escuela, pero se sentía mareada. Le dolía el abdomen y estaba amarilla, con pies y manos heladas y repentinamente cayó inconsciente. La frotaron con alcohol y hojas de naranja agria, pero ya no despertó. Cuando llegó al hospital, estaba muerta.