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Zona de Strikes: Genaro Llanes era un receptor fiero

Genaro Llanes fue un receptor de mucho equilibrio en su juego. Tenía un bate muy preciso y su defensa era solvente, con un brazo que era garantía

“Genaro Llanes era con o sin máscara, un cátcher fiero”, escribió hace unos años el maestro Edgar Tijerino. Y es cierto. Infundía temor detrás y a un costado del homeplate.

Su enorme estructura física, una bravura a toda prueba y esa cara de pocos amigos, lo mostraban como un receptor temible. Y cuando agarraba el bate, era cosa seria.

Su trayectoria es una de las más sólidas entre los cátcheres nicaragüenses por lo equilibrado de su juego: confiable con la manopla y violento con el bate, mientras el brazo era una garantía.

Durante sus 16 temporadas bateó para .327 con 1,084 hits, de los cuales 95 fueron jonrones. Acumuló 583 anotadas con 614 remolques. Once veces bateó sobre .300 y en dos oportunidades fue el líder empujador del torneo.

Y con la Selección lo hizo aún mejor. Bateó para .359 (170-61), con 35 anotadas y 26 impulsadas y solo se ponchó 14 veces en todo su recorrido, mientras recibía 21 bases en una llamativa precisión.

Y si embargo, su carrera se complicó un poco al inicio. Argelio Córdoba no le encontraba posición. “Batea, pero no defiende nada”, decía el mentor. Llegó como al equipo como tercera base y el “Brujo” lo probó hasta en los jardines.

Pero su posición era detrás del plato. Después de batear para .262 como novato en 1985, subió a .289 y .291 en las dos temporadas siguientes. Pero en 1988 inició una racha de 11 campañas seguidas sobre los .300.

En ese 1988 era un terror para los lanzadores. Junto al .375 de promedio, agregó 16 jonrones y con 71 remolques fue líder de la liga. En 1989 su average fue .317, de nuevo con 16 jonrones y con 72 empujadas fue líder.

Justo en esta época, en la que sembraba el terror con el Chinandega junto a Próspero González y Pablo Juárez, fue al Mundial de Italia en 1988. Bateó .333 (6-2) como suplente de Tomás Guzmán. Pero en 1989 ya el titular en el equipo.

Ese año (1989) bateó .550 (20-11) en el torneo Huelga en Cuba y superó a Omar Linares en la lucha por el título de bateo. Logró .353 (34-12) en el Mundial de Edmonton en 1990, cuando el subcampeonato y .400 en la Copa Intercontinental de Barcelona en 1991.

Ese mismo año fue a los Panamericanos de La Habana y concluyó con .273, un jonrón y seis impulsadas, antes de ser expulsado en el juego contra EE. UU. por una protesta violenta. Sin embargo, luego fue a Los Ángeles, California, al Juego de Estrellas de la IBAF.

Siguió dando palo por cada torneo, pero sus rodillas comenzaron a molestarlo en la Copa de Italia en 1993 y se vio limitado a dos turnos. En los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Ponce logró .222 y .400 (5-2) en el Premundial aquí.

Sin embargo, para 1994, ya Julio Vallejos era el titular. En el Mundial de aquí bateó de 7-2 (.286) y empezó a dividir su trabajo detrás del home y como bateador designado.

A nivel local, diez de sus 16 temporadas las jugó con el Chinandega donde siempre fue una fiera con el bate, pero luego se unió brevemente a los Dantos y se estabilizó un poco en Granada, antes de cerrar con Chinandega, León y el Norte, donde se retiró en el 2000.

Siempre me impresionó la precisión al bate de Genaro. En sus 3,318 turnos, solo se ponchó 244 veces, mientras recibía 368 bases por bolas. Y con la Selección no fue diferente. Tuvo torneos como la Copa de Barcelona en 1991, en la que no se ponchó en 30 turnos.

Sin duda, fue de los grandes detrás del plato, que pudo haber conseguido de no haber tenido problemas con sus rodillas.

Edgard Rodríguez en Twitter: @EdgardR 

Deportes Edgar Tijerino Genaro Llanes zona de strikes archivo

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