En marzo de este año el Gobierno de Estados Unidos y de otros 16 países del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), decidieron “identificar personas relacionadas con el régimen de Maduro vinculadas con diferentes delitos, incluidos terrorismo y narcotráfico (…) con el fin de usar todas las medidas disponibles para investigar, perseguir, capturar, extraditar y sancionar a los responsables y disponer el congelamiento de sus activos”. También el gobierno de Trump acusó a Nicolás Maduro de narcotráfico y terrorismo, ofreciendo una recompensa de 15 millones de dólares por su captura. Asimismo acusó y ofreció una recompensa de 10 millones por Diosdado Cabello, Tareck El Aissami y otros.
Iniciando abril, Trump ordenó aumentar la presencia militar en Latinoamérica, con la aprobación de 22 naciones, movilizando buques, aviones y helicópteros del Comando Sur, para luchar contra el tráfico de drogas. El general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto, dijo que Estados Unidos tiene información de que los cárteles de la droga están aumentando las operaciones desde Venezuela durante el brote del coronavirus.
Sin embargo, en mayo Irán mandó cinco buques cisternas a Venezuela con 46 millones de dólares en gasolina y productos petrolíferos. Ambos con regímenes sancionados por el Gobierno de EE.UU. como terroristas y narcotraficantes. Supuestamente el envío de esos buques habría provocado indignación en Washington. En una conferencia virtual con partidarios hispanos en los Estados Unidos, mientras los barcos navegaban de Irán a Venezuela, Donald Trump, refiriéndose a Nicolás Maduro, declaró: “Lo hemos rodeado a un nivel que nadie conoce, pero ellos lo saben”. Añadió: “Algo va a pasar porque no podremos soportarlo”.
Un alto funcionario de la Administración de Trump dijo a la agencia internacional de noticias Reuters que el envío de los barcos de Irán a Venezuela “no solo no es bienvenido por los Estados Unidos, sino que no es bienvenido por la región, y estamos buscando medidas que se puedan tomar”. El gobierno iraní declaró que cualquier acción militar de EE.UU. contra sus buques daría lugar a “una respuesta rápida y decisiva”; amenaza que implicaba que si a Irán se le impidiera transportar petróleo y derivados, entonces ningún país lo haría por el Estrecho de Ormuz donde pasa el 30 por ciento del petróleo del mundo. El ministro de Defensa de Maduro, Vladimir Padrino, dijo que las Fuerzas Armadas de Venezuela enviarían barcos y aviones para escoltar a los cinco petroleros iraníes en la zona económica de Venezuela.
El legítimo presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, señaló su apoyo a cualquier ataque estadounidense a los buques iraníes que amenazaran con romper el bloqueo contra el régimen de Maduro. “Estamos muy preocupados por la seguridad de los venezolanos y también de América Latina, debido a este intento de presencia iraní en suelo venezolano”, dijo Guaidó. Acusó al régimen de Maduro de utilizar “oro de sangre” para pagar la gasolina iraní.
Ya llegaron tranquilamente a puertos venezolanos los cinco buques iraníes y dejaron su valioso cargamento, pasando frente a las naves de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos que mandó Trump, pero que no hicieron nada.
Esto es como si a un narco de la talla de Pablo Escobar, Noriega o el Chapo Guzmán se le tratara de impedir que trafique droga y se le buscara para capturarlo, incluso ofreciendo recompensas; pero, por otra parte, se le permitiera recibir —pudiendo impedirlo— lo que necesita para fortalecerse, enviado por otro delincuente. La gasolina iraní fue recibida personalmente por el ministro de Industria de Maduro, Tareck El Aissami, a cuya cabeza Trump le puso precio de diez millones de dólares.
¿Se burlaron de Trump? ¿Pudieron más Rouhani y Maduro? ¿Dañó Trump el prestigio y la credibilidad de su país al ofrecer jugosas recompensas por Maduro y sus secuaces, asegurar “tenerlo rodeado” y desplegar fuerzas militares, para después no hacer nada? ¿Cómo quedaron las Fuerzas Armadas de EE.UU. ubicadas frente a Venezuela? ¿Hará algo Trump para remediarlo? ¿Ganará en la Florida? ¡Habrá que verlo!
El autor es comentarista político y de temas religiosos.
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