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Eneas baja a los infiernos

Y además

Después de permanecer por un tiempo en Cartago donde tiene un romance con la reina Dido, el troyano Eneas la abandona, y se marcha, porque tiene que ir a Hesperia (Italia) para cumplir el designio de los dioses: sentar las bases de una nueva Troya, que con el paso del tiempo será la gran ciudad imperial de Roma.

Sigue Eneas sigue su viaje, llega a las costas del Mar Tirreno y desembarca en Cumas. Allí radica la Sibila, famosa adivina que hace en versos sus predicciones del futuro. (Sobre la Sibila de Cumas escribí un artículo que se publicó en esta misma columna, el 21 de octubre de 2011. Se puede buscar y leer en internet).

Antes de llegar a Cumas Eneas ha tenido un sueño en el cual se le aparece su difunto padre, Anquises, quien le pide que vaya a verlo al mundo de los muertos (el Averno o los Infiernos), pues tiene que decirle cosas muy importantes sobre su destino. Anquises había fallecido durante la primera etapa del viaje de Eneas, cuando llegaron a Sicilia, y su cuerpo fue sepultado en la ciudad de Drépano.

En Cumas, por recomendación de su padre Eneas busca a la Sibila para pedirle que le ayude a bajar a los infiernos y lo acompañe. La Sibila le pone varios requisitos que tienen que cumplir sin falta, para poder entrar al mundo de los muertos, Eneas los cumple y entonces emprenden el singular viaje a donde se puede entrar pero es muy difícil salir.
El mundo de los muertos está dividido en dos partes. Una es el Tártaro, donde se encuentran los que fueron condenados porque en vida hicieron maldad. La otra es los Campos Elíseos, allí gozan eterna felicidad quienes hicieron el bien en la vida terrenal.

Dice Virgilio en el Libro VI de la Eneida, que en el Tártaro sufren castigo las almas de los que no respetaron el orden moral, mientras que en los Campos Elíseos están las de “quienes dieron su vida por la patria, respetaron a sus padres y hermanos y vivieron una vida virtuosa…”

Eneas ve allí las almas de muchos amigos y compañeros de armas que murieron en la Guerra de Troya. Se encuentra con Creúsa, su esposa e Troya, quien le vuelve a decir que tendrá otra mujer regia y le espera un peligroso pero glorioso porvenir. También ve a Dido, quien se acerca a él, como flotando y solo entonces se da cuenta de que la reina de Cartago, su amante, ha muerto. Eneas le habla, pero ella lo ignora y pasa a su lado, sin verlo siquiera, acompañada por el espíritu de Siqueo, su esposo.

Por fin Eneas se encuentra con su padre, Anquises, quien le da información abundante sobre lo que le ocurrirá en el futuro. Le advierte que tendrá que enfrentarse a enemigos poderosos, pero siempre saldrá victorioso y le augura que de su progenie habrá de nacer el gran César Augusto, “del linaje de los dioses”.

Cumplido el propósito de su viaje al inframundo, Eneas sale a la tierra de la vida temporal por una gran puerta de marfil Eneas. Y de allí va directamente a encontrarse con sus compañeros, para seguir el viaje predestinado.

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