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Nicaragua y las elecciones de Estados Unidos

Las elecciones de EE.UU. son importantes para Nicaragua, porque es nuestro principal socio comercial y su gobierno es el principal crítico internacional del régimen Ortega-Murillo promoviendo un cambio hacia la democracia para nuestro país. Muchos nicaragüenses ven con desconfianza al candidato del Partido Demócrata, Joe Biden, porque consideran que los demócratas han sido más tolerantes con las dictaduras marxistas. Mientras algunos progobierno piensan que un triunfo de Biden eliminaría las sanciones, la presión y el esfuerzo del Gobierno de EE.UU. para propiciar un cambio democrático en Nicaragua. Pero puede ser que, si ganara Biden, el temor de unos y las esperanzas de otros resulten infundadas.

Siendo presidente Jimmy Carter (demócrata) los sandinistas tomaron el poder, mientras Ronald Reagan (republicano) los combatió y apoyó a la Contra. Pero para ser justos hay que reconocer que, aunque Carter combatió fuertemente a Somoza (mundialmente condenado como dictador y violador de los Derechos Humanos, como también lo es el gobierno actual), trató de que a Somoza lo sustituyera un gobierno democrático y no los sandinistas. Para eso propició una mediación internacional que desembocaría en elecciones libres de las que surgiría un gobierno democrático que depuraría la Guardia Nacional. Pero fracasó por terquedad de Somoza.

Los sandinistas llegaron al poder en 1979 apoyados militarmente por las democracias de Costa Rica, México, Panamá y Venezuela, además de varios gobiernos comunistas. La oposición democrática a Somoza —apoyada por Carter— trató de evitar que un gobierno sandinista sustituyera a Somoza y que los guerrilleros del FSLN se convirtieran en las fuerzas armadas del país. Pero los sandinistas —que entonces tenían mucho respaldo nacional e internacional— rechazaron la alternativa democrática llamándola equivocadamente “somocismo sin Somoza”, y lograron una insurrección nacional que les aseguró la victoria militar.

Hoy la política de EE.UU. hacia Nicaragua y Venezuela está claramente enfocada a terminar con las dictaduras y ha sido y seguramente seguirá siendo bipartidista, impulsada con igual fuerza y firmeza por demócratas y republicanos. La “Ley sobre Derechos Humanos y Anti Corrupción en Nicaragua”, que es la base que sustenta la política de EE.UU. hacia el gobierno Ortega-Murillo, fue aprobada por unanimidad de demócratas y republicanos, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado de EE.UU.

Trump es frecuentemente urgido desde el Congreso para implementar medidas contra el régimen de Nicaragua, por los senadores de ambos partidos encabezados por Bob Menéndez (demócrata) y Ted Cruz (republicano), y por los representantes encabezados por Albio Sires (demócrata) y Francis Rooney (republicano). Por eso, resulta muy probable que un nuevo gobierno en los EE.UU. no cambiaría la política hacia Nicaragua y Venezuela, sea quien fuese el nuevo presidente, porque son políticas igualmente de ambos partidos. En EE.UU. el Congreso tiene más poder que el presidente. Joe Biden es un político centrista que forma parte del grupo cercano al Comité Nacional Demócrata que gobierna su partido y sigue los lineamientos del mismo. Por lo que probablemente seguiría la política bipartidista que ha decidido el liderazgo demócrata.

Con Cuba hay estrategias diferentes para lograr la democratización de la isla cuya realidad es muy distinta a la de Nicaragua y Venezuela. Cuba vive en el comunismo desde hace 61 años. Los que ahora cumplen 70 entonces eran niños de 9. No conocen la democracia ni la libertad ni el capitalismo. Sustituir ese gobierno es sumamente difícil por ahora. La estrategia de los republicanos es el bloqueo que lleva 60 años. Los demócratas apuestan por una apertura considerando que si en EE.UU. hay 2 millones y medio de cubanos prósperos, a quienes se les permitiera visitar Cuba e invertir allá, pagar los boletos de sus familiares para visitar EE.UU. y acercar a ambos países, Cuba —afirman— empezaría a cambiar porque las políticas siempre cambian influidas por la economía.

Pero, independientemente de cuál sea la política hacia Cuba, probablemente Biden, siguiendo la línea bipartidista, la condicionaría a que Cuba no apoye los regímenes de Nicaragua y Venezuela.

El autor es comentarista político y de temas religiosos.
www.adolfomirandasaenz.blogspot.com

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