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Zonas Económicas Especiales y desarrollo

Las consecuencias de la crisis de Covid-19 en número de víctimas ha sido dramático y el cese de la actividad económica ha generado mayor desempleo que se traducirá en mayor pobreza y falta de acceso de las personas a sus necesidades básicas.

Las Zonas Económicas Especiales (ZEE) podrían contribuir a mitigar los efectos negativos sociales y económicos post Covid-19 e impulsar el desarrollo humano en un entorno de calidad institucional. Las ZEE son áreas geográficas delimitadas dentro de las fronteras nacionales de un país donde las reglas de los negocios son diferentes, generalmente autónomas, que aquellas que prevalecen en el territorio nacional, diseñándose como una herramienta de comercio e inversión. Se caracterizan por tener límites geográficos claros y amplios, orientadas a múltiples compañías, dirigidas por la administración de la zona especial y no se permite interferencia directa de los gobiernos locales ni nacionales, asimismo están dotadas de una política de zonificación de tierras, que las distingue de otros tipos de parques industriales.

En la denominación de ZEE se pueden clasificar las zonas de libre comercio, las zonas francas, las zonas de procesamiento de exportaciones y los parques industriales. El principal objetivo de las ZEE es acelerar reformas institucionales y mejorar la competitividad de una economía, por lo tanto existen mejoras significativas en los siguientes indicadores: calidad institucional, calidad de la infraestructura, eficiencia del mercado, eficiencia en el mercado laboral, salud, educación y capacitación en el trabajo. Las ZEE tienen una gran trayectoria en el comercio internacional. Desde inicios de los años 80, el establecimiento de nuevas zonas ha crecido rápidamente en casi todas las regiones del mundo. En 1986, la OIT reportó el establecimiento de 176 zonas en 47 países; en el 2006 este número aumentó a 3,500 zonas en 130 países.

Actualmente, en Latinoamérica se estima que hay más de 300 ZEE y más de la mitad se encuentran en Centroamérica, esto no es un fenómeno nuevo en la región. Todos los países ejecutaron programas durante o antes de la década de los 70, con el objetivo de generar empleo, atraer inversión extranjera directa, diversificar la canasta de exportación y adquirir nuevas tecnologías.

En la mayoría de los casos, estos programas fueron diseñados como zonas de libre comercio tradicional.

Posteriormente, evolucionaron al modelo de zona franca de exportaciones (ZFE), no obstante, es materia pendiente la tecnificación de procesos que permitan diversificar los productos para una ventajosa inserción al mercado internacional. En una época de incertidumbre las ZEE podrían ser una propuesta interesante para que los países puedan atraer inversión e insertarse eficiente y productivamente en una economía moderna.

El autor es escritor, académico y asesor empresarial

Opinión Zonas Económicas archivo
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