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Zona de Strikes: Jorge Luis Avellán, jugador de enorme utilidad

Armado de un bate explosivo, pero sobre todo dueño de una gran habilidad para jugar en distintas posiciones, Jorge Luis Avellán tuvo un impacto enorme

Jorge Luis Avellán no pasó el primer examen de talento al que fue sometido en Managua en 1992. Abrumado por la excesiva presencia de chavalos en los entrenamientos de los Búfalos, Sergio García corrió a más de la mitad en un solo día y ahí se fue Avellán.

“Me botaron”, escuchó a través de una voz quebrada su hermano Víctor, quien de inmediato contactó al mánager García: “¿Y deay, don Sergio, me botó al chavalo?”, consultó Víctor. “¿Y cuál era tu hermano? contra preguntó el mentor del modesto equipo capitalino.

Y antes de que Víctor dijera algo más, García le indicó: hacete una cosa, mandalo de nuevo mañana y decile que me busque a mí”. Y así fue. El menor de los Avellán no solo hizo el equipo, sino que fue el shortstop titular de los Búfalos a través de toda la temporada.

La llamada telefónica abrió un nuevo chance, pero Jorge Luis tenía el talento. Ese año (1992) bateó .313 (316-99) como novato y enseñó detalles que iban a definir su carrera. Tenía dominio de la zona de strikes y muy buen juicio: le metieron 28 ponches pero recibió 34 bases.

Y aunque Sergio García lo utilizó en las paradas cortas, el San Fernando lo tomó de refuerzo y lo puso en todo el infield. Al siguiente año pasó al Bóer y de ahí saltó a la Selección Nacional durante el Premundial que se realizó en Nicaragua.

Avellán siguió tronando fuerte con los Indios y llegó a alcanzar su nivel más alto en 1997, cuando se elevó a hasta .400 (245-98) con 12 jonrones y 50 remolques, como segundo bate en el line up del Bóer, detrás del lead off man Sandy Moreno y delante de Nemesio Porras.

Julio Medina, aunque ya en la recta final de su carrera, Henry Roa, Bayardo Dávila y Norman Cardoze, reducían el tiempo de juego para Avellán, pero si alguno de ellos flaqueaba, no había un mejor reemplazo en el equipo. Tenía defensa muy solvente y bate caliente.

En el Premundial de 1993 solo tuvo un turno y falló y en el Mundial de 1994, realizado también en Nicaragua, tuvo tres chances y acertó en dos, con doble y jonrón para cerrar con .667 (3-2). Y así fue creciendo como un jugador de gran utilidad en todo el cuadro interior.

Cuando Dávila decidió no seguir en el equipo nacional a mediados de 1995, Avellán lo sustituyó en las paradas cortas. Luego compartieron en las olimpiadas de Atlanta en 1996, donde bateó .269, aunque su mejor labor fue en el Mundial de China en 2001, con .360 jugando la tercera.

Como todo jugador, también tuvo eventos en los que se vino a pique, como en la Copa Intercontinental de Barcelona en 1997 (.176) o el Mundial de Italia en 1998 con .083 (12-1), pero tronó en otros, hasta continuar demostrando su utilidad donde lo pusieran.

Se retiró de la Selección en 2008 y del beisbol en 2009, pero dejó huellas de su versatilidad. A nivel local tuvo .316 de promedio en 18 temporadas, 1,188 hits conectados, entre ellos 97 jonrones, con 736 anotadas y 577 impulsadas. En 10 de sus 18 campañas, bateó sobre .300.

Además del .400 de average que logró en 1997, también acumuló .346 (237-82) con la tribu en 1998, con 20 jonrones y 66 impulsadas. Un año después pasó al San Fernando y subió a .386 (306-118) con otros 20 jonrones y 87 remolques, la cifra más alta de su carrera.

Avellán ganó múltiples medallas a nivel internacional con la Selección y se coronó seis veces en los torneos de Primera División. Ganó en 1992 con el San Fernando, con el Bóer en 1995, 1996 y 1998. Y con Matagalpa en 2006 y en 2008. Un gran carrera sin espacio a dudas.

Edgard Rodríguez en Twitter: @EdgardR

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