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El poder político

Cuando leí el libro de historia de Enrique Bolaños, me llamó la atención, su título: La lucha por el poder. “A la verdad ha sido una constante en Nicaragua que los partidos políticos no compiten por el poder, sino que luchan por el poder, que va desde la cancelación de la personalidad jurídica al partido opositor, hasta el asesinato, pasando por el encarcelamiento y la calumnia. Todo se resume en el dicho popular: En la guerra y en el amor todas las armas son buenas”.

En mayo de 1838 nos independizamos del resto de Centroamérica. El poder quedó en manos militares, que estaban sobre la autoridad civil, vivimos en la anarquía, pasamos la guerra civil y la guerra nacional, cuando volvió la cordura y llegamos al período de los 30 años de paz y progreso, terminó la preponderancia de los militares y el poder pasó a la autoridad civil.

Mediante un golpe de Estado llegó al poder José Santos Zelaya, quien creó una simbiosis entre el poder militar y el civil, gobernó 17 años sin haber sido elegido ni una sola vez. Vivimos al arbitrio del dictador. Pedro J. Chamorro, escribió: Zelaya instauró “un régimen autocrático, regresivo, casi esclavista”. “Dominaba… por medio de exacciones ilegales, multas, depredaciones de la propiedad, cárceles, exilios y toda forma de violencia”.

Anastasio Somoza García retomó la simbiosis entre poder militar y civil, pero agregó a su dictadura la novedad de la dinastía y creó los grupos paramilitares o turbas “nicolasianas”, para atacar a sus adversarios. Su dictadura fue muy sangrienta, pasó a la historia entre los grandes, como: El doctor Francia, Rosas, Stroessner, Trujillo o Duvalier.

Los sandinistas que dominan con poder absoluto tanto a los otros poderes, como al país, continuaron apoyándose en el Ejército y la Policía, adoptaron las turbas que ahora se llaman turbas divinas y van encaminados hacia la dictadura dinástica. Como Somoza tienen su escuela para presidentes.

No importa cómo se acceda al poder, el problema es subjetivo y nace cuando el gobernante se cree indispensable para detentarlo, abusarlo y hasta para heredarlo. Sobran los serviles y aduladores que lo respaldan y lo hacen posible.

Estoy seguro que Daniel Ortega tiene más poder que Luis XIV de Francia, quien es conocido en la historia como “el Rey Sol”

El autor es abogado y político conservador retirado.

Opinión poder político archivo
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