El promotor Don King llamó a la revancha entre Mike Tyson y Evander Holyfield “El Sonido y la Furia”. Se trató del combate más esperado de 1997 y la mejor paga de la historia para boxeadores profesionales en ese momento; Holyfield cobró 35 millones de dólares y Tyson 30, de los que le quitaron el tres por la multa a su conducta antideportiva: arrancarle ocho centímetros de la oreja derecha a su contrincante en el tercer asalto.
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Fue un 28 de junio de 1997 cuando el mundo deportivo, especialmente del boxeo, quedó atónito por el comportamiento de Tyson, quien a trece años después explicó por qué pudo reaccionar así. “Fueron las drogas”, confesó el protagonista en una entrevista con The Guardian de Inglaterra sobre lo ocurrido en el cuadrilátero del MGM de Las Vegas.
“Solo pensaba en las drogas. Yo creía que era Dios, me sentía como Dios, pero lo hecho, hecho está. Yo no pensaba en el boxeo cuando lo mordí. No me preocupaba el boxeo. Está mal lo que hice, muy mal. Me volví loco”, señaló Tyson sobre más repudiados en la historia del boxeo y a partir de su regreso en 1998 —se le retiró la licencia — ya no volvió a ser el mismo.
Lenox Lewis lo derrotó en 2002. Los millones que ganó —se estimaron más 300— se los gastó y en el 2003 se declaró en bancarrota. Kevin McBride lo venció en 2005 y poco tiempo después colgó los guantes. Tyson, de 54 años, quien pidió perdón a Holyfield, de 57, en 2009. Iron Mike anunció hace dos meses aproximadamente su regreso al ring con peleas benéficas para ayudar a personas sin hogares y con problemas de drogas como él.