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Darío y el modelo de Muhammad Alí

Una de las desconocidas crónicas deportivas de Rubén Darío corresponde a la motivada por el match de boxeo entre el negro “Jack” Johnson y el blanco James J. Jeffries, inserta en su libro Todo al vuelo (1912), muchos años antes que Ernest Hemingway escribiera su famoso relato Fifty grand y que Norman Mailer inmortalizara a Muhammad Alí en su libro The Fight. Escrita a principios de agosto de 1910, la crónica es bastante corta y refiere la pelea entre Jeffries y John A. Johnson (1878-1946) por el título mundial de boxeo el 4 de julio del mismo año, en Reno, Nevada, el único estado norteamericano donde era permitido el boxeo.

Inicia Darío su crónica: “París —¿quién lo hubiera antaño creído?— ha pasado algunos días preocupado por el famoso match del blanco y el negro. Por lo menos, el París novelero y sportivo. Aunque es verdad que esa pasajera ultramericanización no indica una transformación del carácter nacional, es un hecho que la prensa se ocupó largamente en el asunto y los retratos y biografías de los dos fuertes animales norteamericanos se publicaron en todas las hojas. Jeffries y Johnson lograron popularidad parisiense”.

Y continúa: “La repercusión la perfomance norteamericana ha sido seguramente causa por lo elevado de las apuestas, por los cachets que han cobrado los rivales, y por ser un negro y un blanco, como en las damas, los elementos de los juegos. Y hubo quiénes aportaran al blanco y quiénes al negro. La victoria de este fue alegremente comentada, y las atrocidades que en Norteamérica siguieron a ella lo fueron también. —¡Qué se venga a París el negro!”

Johnson ganó por K.O. en el décimo quinto asalto. Antes y después de la pelea, hubo disturbios violentos entre negros y blancos en varios estados de los Estados Unidos con miles de víctimas. El público —el racismo estaba en su esplendor— castigó duramente al ganador. Jeffries, según la ideología dominante del momento, era “la última esperanza del hombre blanco”.

Darío defendió en su crónica a Johnson, considerado uno de los veinte mejores boxeadores de todos los tiempos.

Protagonizó más de cien combates y venció por K.O. en la mayoría de ellos, con solo siete derrotas en treinta y un años de boxeador profesional. Obtuvo su título mundial el 26 de diciembre de 1908 ante el blanco Burns y lo perdió en La Habana el 5 de abril de 1915 (Darío también aludió a esta contienda en su última crónica escrita para La Nación, pero que permaneció inédita) a manos de Jess Willard, tras 26 asaltos de lucha. Dicen que se dejó ganar para obtener el perdón de los Estados Unidos, devolviendo la corona mundial a un blanco.

En 1920 se entregó a las autoridades de su país (por el delito de trata de blancas), cumplió su condena y siguió boxeando hasta 1928, año en que dos derrotas a manos de boxeadores que podían ser sus hijos le obligaron a retirarse del ring. Acabó su carrera como promotor de su propio legado y haciendo de narrador en un museo de objetos estrafalarios, hasta su muerte en una accidente de automóvil.

Muhammad Alí era extremadamente consciente del paralelo entre su vida y la de Johnson. Años más tarde hablando con James Earl Jones, Alí afirmó que su retiro del cuadrilátero era “la historia que se repite”. “Me encariñé con la imagen de Johnson desde pequeño”, dijo. “Quería ser duro, intratable, arrogante, el tipo de negro que no le gusta a los blancos”.

El autor es miembro de la Academia Nicaragüense de la Lengua, secretario de la Academia de Geografía e Historia de Nicaragua.

Opinión Muhammad Ali Rubén Darío archivo
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