14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Zona de Strikes: Albert Williams un big leaguer silencioso

Albert Williams pasó raudo por el beisbol nacional y saltó al juego rentado, pero cuando debutó en Grandes Ligas nadie se dio cuenta en Nicaragua

Contenido Exclusivo CONTENIDO EXCLUSIVO.

Desde la primera vez que vio un rodeo por televisión, Albert Williams estaba claro de lo que quería ser en su vida: jinete, de esos que montan caballos broncos en medio de emociones al máximo y rodeado de un público a menudo enardecido.

Hasta los 16 años no había tenido una pelota de beisbol entre sus manos. Jugar no era algo que le atrajera, pero un día, uno de sus hermanos le dio un consejo que cambió todos sus planes de vida.

“Mi hermano me dijo, ‘yo de vos jugaría beisbol. Debes tener alguna habilidad para hacerlo, pero además, si juegas es más fácil conseguirte una novia’ y eso me animó”, reveló Williams hace unos años a LA PRENSA.

Y dentro de un cuerpo de 6’4 pies y 170 libras, había tanta habilidad y talento que tras un breve paso por la liga de Laguna de Perlas, fue a la Serie del Atlántico y ahí fue captado por Calvin Byron.

Byron los trajo a la Primera División que se jugaba en el Pacífico y de entrada se vio que Williams era un legítimo lanzallamas. Necesitado de pulimento, pero con una piedra dura de verdad.

De acuerdo a los registros de la Feniba y ratificados por Martín Ruiz en su libro de récords, Albert solo jugó un año a nivel nacional para el Bóer y tuvo 3-4 y 0.60 en 60 entradas, con 62 ponches y 22 bases por bolas.

Más allá del récord, lanzó de forma estupenda en esa temporada de 1975 y no ganó el título en efectividad porque no tenía los innings para ser elegible. Lo ganó Ricardo Jara, del Chinandega, con 1.12, por 17 carreras limpias en 136.1 episodios.

No obstante, todo iba tan rápido que ese mismo año fue firmado por los Piratas de Pittsburgh a sus 21 años, tras recomendación de Byron y arrancó con 4-12 y 3.83 en el Charleston, Clase A. En 1976 tuvo 4-1 y 4.89 y fue dejado en libertad a medio año, un 2 de julio exactamente.

“Yo decidí venirme para mi casa, no quise seguir porque el racismo era insoportable. No podías entrar a restaurantes ni a tiendas si no eras blanco y mejor me vine”, aseguró el espigado tirador.

Ahí entra una etapa en la que Williams sale del escenario. Lanzó en tres juegos para los Navegantes de Magallanes de Venezuela en la temporada 1977-1978 y registró 0-1 y 3.60 en diez innings y no se supo más en aquel momento.

Sin embargo, para 1979 Byron le consigue un contrato con los Banqueros de Panamá de la Liga Interamericana y vuelve al juego. Y aunque tuvo 1-7 y 3.79, ese circuito le sirve de trampolín para un acuerdo con los Tiburones de La Guaira en Venezuela.

Este paso resultó clave porque después de acumular balance de 10-4 y 2.81 en 102.2 innings tras 16 actuaciones con La Guaira en la campaña 1979-1980, es firmado para Minnesota por el scout Hank Izquierdo y es enviado a Triple A.

En el Toledo, la sucursal de los Mellizos en la Liga Internacional, Williams sigue impactanto y tras acumular 9-3 y 2.10 en 107 innings en dos meses, es subido a las Grandes Ligas y quizá lo triste, es que debutó en silencio. Nadie lo supo en nuestro país.

Albert debuta en Grandes Ligas el 7 de mayo de 1980 y es castigado por los Orioles de Dennis Martínez en tres innings con siete hits, cuatro carreras y un jonrón de Terry Crowley. Fue el primer nica que debutó abriendo un juego en las Mayores.

Para entonces no existía el internet (creado en 1983 para uso militar y abierto al uso civil en 1990). De modo que las informaciones de los big leaguers nicas, eran vía revistas a las que estaba suscrito Edgar Tijerino, quien descubrió a Williams semanas más tarde.

En su carrera, Albert tuvo 35-38 y 4.24 con 262 ponches en 642.2 innings, “un récord bastante impresionante, si se considera que lanzó en equipos mediocres”, escribió Ira Berkow en The New York Times el 3 de abril de 1984, justo la última temporada para Williams en las Mayores.

Ese año, había muchas expectativas sobre lo que el nica podía hacer. Su mánager Billy Gardner, le dijo al The New York Times, “creo que puede ganar entre 15 y 20 juegos este año. Tiene uno de los mejores brazos de la liga”, pero Williams se lastimó y terminó con 3-5 y 5.77.

Como novato en 1980, Williams registró 6-3 y 3.51 en 77 innings con 35 ponches, tres juegos completos y un partido salvado. Abrió nueve juegos y relevó en otros nueve. Y pese a registrar 6-10 y 4.08 en 150 innings en 1981, siguió en la rotación para 1982.

En ese 1982, el nica concluyó con 9-7 y 4.22 y tuvo una racha de seis victorias entre el 21 de agosto y el 18 de septiembre y estuvo en la votación para el lanzador del mes, porque en septiembre estrictamente, tuvo 4-0 y 1.94 en cinco aperturas.

El 18 de mayo de ese 1982, se dio un duelo de nicas por primera vez en la historia de Ligas Mayores. Dennis Martínez por los Orioles y Williams por Minnesota. Ninguno aguntó. Dennis salió tras lanzar 2.1 innings, tolerar seis hits y tres carreras. Williams, 3.1 innings, seis hits y tres carreras. Ambos salieron sin decisión. Minnesota ganó 8-7.

En 1983, cuando tuvo su mayor cantidad de victorias con 11 y de derrotas con 14, más 4.14 en efectividad, Williams se dio el lujo de blanquear 11-0 al Boston de Wade Boggs, Jim Rice, Tony Armas y Carl Yastrzemski, con todo y Dennis Eckersley en la colina.

Ese desempeño de 1983, permitió que Williams abriera el juego inaugural de 1984, pero el nica perdió 8-1 ante los Tigres de Detroit y Jack Morris el 3 de abril. Y el 26 de septiembre de ese año, después de lanzar un inning ante los Medias Blancas, Williams no tiró más en las Mayores.

No obstante, su retiro se dio hasta 1987, año en el que lanzó por última vez para los Tiburones de La Guaira en Venezuela, donde tras seis campañas cerró su labor con 20-18 y 2.77 en 305 innings. Con ellos fue a la Serie del Caribe de 1983 y salvó un juego ante Licey, con relevo de 3.1 innings.

Williams vive en Laguna de Perlas y a menudo se involucra en todas las actividades que tienen que ver con el beisbol en su municipio, pero por lo general intenta pasar invertido. Una vez vino a Managua tras treinta años fuera del país y de no ser porque un fanático lo reconoció en las gradas del estadio y dio aviso a los cronistas deportivos, nadie lo habría notado.

Es silencioso, pero inteligente. Una vez dijo que “lanzar se parece un poco a ser jinete en un rodeo. Tienes que moverte de acuerdo a los giros que da el caballo para no ser tumbado. Así mismo ocurre con los bateadores, hay que mover la bola de acuerdo a las situaciones que se presentan para tener éxito”, remató Williams.

 

 

 

 

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí