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El sector cafetalero en Centroamérica

En la región centroamericana la producción de café tiene capital importancia como medio de vida para las poblaciones rurales, pues en todos los países la caficultura es realizada mayoritariamente por pequeños productores” (IICA, 2016). No obstante, Centroamérica continúa su tragedia de subdesarrollo, a pesar de que en los momentos de bonanza, se intentó lograr avances significativos en términos de reducción de la pobreza, mejoras en la seguridad alimentaria y avances en la economía.

Centroamérica, al igual que muchos países mesoamericanos tiene un esquema cafetalero y productivo muy similar.

Las bondades y dificultades de la caficultura son comunes y los retos que se enfrentan son extremadamente equivalentes. La región se recupera de los efectos económicos y sociales de la permanente baja de precios y las dificultades que aún enfrentan, más de 300 mil familias, cuyas plantaciones, fueron afectadas hace poco tiempo, por la Roya (Hemileia vastatrix).

De acuerdo con Guzmán, 2016, para el año cafetalero 2013-2014, el cultivo de café en Guatemala generó alrededor de 113,545 empleos directos y 291,972 empleos temporales, creando en total 405,517 empleos combinados. Después de la caña de azúcar, el café fue el sector con mayor generación de empleo en el área rural. En el presente, está ocurriendo el desplazamiento del café de bajío, hacia las zonas de mayor altura, debido a la disminución de precios y el cambio climático.

En El Salvador para la temporada 2015-2016 fueron producidos 784,740 quintales y creados 39,237 empleos (La Prensa Gráfica, 2017). En Honduras el café aporta el 5 por ciento del PIB y genera un millón de empleos a nivel rural (El País, 2019). No obstante el modelo de crecimiento económico en Honduras, El Salvador y Guatemala no ha creado condiciones adecuadas para las personas. El subdesarrollo se evidencia en aspectos como la inseguridad, exclusión, la pobreza extrema y el hambre, que incentivan la migración.

En referencia a lo aportado por Bendaña & Allgood, (2011) en Nicaragua, el café generaba 280,000 empleos para esa época. Datos más recientes, de 2017 indican que al cierre de este ciclo se generaban, 350, 000 empleos en toda su cadena productiva. El crecimiento en términos de la generación de empleos fue según estos datos, de 25 por ciento en seis años. La actividad cafetalera logró sostener en promedio 4.16 por ciento de crecimiento anual. Las cifras coinciden con las tendencias de crecimiento económico nicaragüense durante ese período, sin embargo, los registros actuales son poco alentadores.

Existen algunas referencias de importancia como la de ICAFE, 2017, la cual expresa que la cantidad de productores en Costa Rica, ha disminuido desde 2007 hasta 2017 de 53,086 a 43,035 productores, es decir 10,051 productores han dejado la actividad para dedicarse a otros rubros productivos, no obstante, la caficultura costarricense goza de sólidos programas de apoyo técnico, económico y social, razón que crea algunas condiciones de sostenibilidad en el sector y permite estabilidad en su producción.

Según la CEPAL la actividad económica en Centroamérica caerá -6.2 por ciento en 2020. Todavía está pendiente conocer cuáles serán las implicaciones de este decrecimiento en el sector agropecuario. En términos de actividades agrícolas y del sector cafetalero, por los altos costos y el limitado acceso a las innovaciones tecnológicas, se refleja baja productividad y daños ambientales. En consecuencia, transformar el pequeño sector cafetalero es una tarea pendiente para la gestión del desarrollo en la mayoría de países centroamericanos. Los diferentes modelos de crecimiento económico no han creado condiciones adecuadas para el bienestar de los sectores productivos. Las consecuencias tienen conexiones evidentes en el tejido social rural que está sobrellevando una pesada carga socioeconómica y humana, razón importante para catalizar, la acción colectiva de los sectores productivos, consientes que el contexto de sobrevivencia, obliga a priorizar la seguridad alimentaria y los rubros que proveen medios de vida sostenibles.

En Nicaragua la tendencia del mercado en el contexto de pandemia, agravamiento de la crisis económica, el descontento social y la inestabilidad sociopolítica, son ingredientes nocivos para el desarrollo. La renovación estructural del Estado en el posible y deseado escenario de recuperación integral del país, plantean el reto de transformar sistémicamente las actividades productivas claves para la sustentabilidad.

El autor es experto en Desarrollo Rural Sustentable.
[email protected]

Opinión café Centroamérica archivo
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