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/ César Robelo Callejas

Tarifas eléctricas y olla de presión

“¡Ay de los que dan leyes inicuas y de los escribas que escriben prescripciones tiránicas!”, Isaías 10:1
Tengo en mi memoria el recuerdo del estallido de una olla de presión donde se cocían frijoles. Caían del cielo raso los frijoles calientes, humeantes. Sentí el peligro mortal que se había dado por una combinación de demasiado fuego y una válvula de alivio que no funciona.

El sistema de comercialización de energía eléctrica se ha convertido en una olla de presión en peligro de estallar.

Altos, muy altos precios, que desafían toda lógica, sin inteligencia ni ciencia, sin contabilidad clara y transparente, sumados a los esquemas de facturación oscuros, innecesariamente complejos, injustos y regresivos, tienen el doble efecto de subirle al fuego del pago de servicios básicos en el presupuesto familiar, y de obstruir la válvula de alivio.

La tarifa domiciliar, que aplica a casas de habitación, tiene diferentes precios por kWh, estos van subiendo según el consumo en una escalera perversa. Los primeros 25 kWh tienen un precio de C$3.28, los siguientes 25 son cobrados a C$7.07, más del doble. Los siguientes 50 a C$7.40, los próximos 50 a C$9.78, los siguientes 350 a C$9.22, los siguientes 500 a C$14.65. El consumo adicional a 1,000 kWh se cobra a C$16.69.

Nada de esta tarifa tiene sentido, ciencia o inteligencia, ni para el usuario, ni para el país. Es como si usted compra frijoles rojos al único vendedor en todo el país. Si compra 25 libras el precio es de C$20 la libra, si compra otras 25, el vendedor le sube el precio a C$43, y así subiendo en esa escalera perversa. Cualquier consumo por encima de 1,000 libras le costará C$81, cuatro veces el precio inicial, que ya estaba caro.

¿Este mercado funciona con eficiencia y en bienestar del país? ¿Por qué tanta complejidad? La tarifa para iglesias es sencilla, cobra C$7.06 el kWh, sin importar el consumo. Es de precio razonable y elegante simplicidad. Que maravilla, ¿por qué no aplicar a los hogares?

Deben recordar los que establecen los precios de la energía eléctrica, que la casa es el templo de la familia de los nicaragüenses, y debería ser tratada con la misma justicia, inteligencia y ciencia que las iglesias religiosas.

Olla de presión puede estallar y causar cuantiosos daños al país y la sociedad en su conjunto. Urge revisión y cambios en el sistema de comercialización de la energía eléctrica, principalmente los precios y tarifas. Esto en un proceso inclusivo, participativo y transparente.

“Conservar es trabajar por lo que debemos dejar a nuestros hijos, y a los hijos de nuestros hijos, y a…”
“Conservar es amar”.

El autor es ingeniero eléctrico con maestría en Administración de Energía.

Opinión Crisis en Nicaragua energia electrica archivo
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