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Jorge Raúl Ayala era un amante de los animales, cuenta su familia. En su casa en la isla de Ometepe creó jardines botánicos. LAPRENSA/Cortesía

Hija envía carta abierta a Daniel Ortega para que crimen de peruano no quede en la impunidad

“Este acto de barbarie contra mi padre y madre no nos hará darle la espalda a la belleza de Nicaragua”, dice hija del matrimonio atacado por delincuentes en la Isla de Ometepe.

La Policía sigue manteniendo silencio sobre el crimen del señor Jorge Raúl Ayala, de 78 años, el cual ha conmocionado a la isla de Ometepe, Rivas.

El ciudadano peruano-estadounidense fue asesinado por tres delincuentes que ingresaron a su casa en Altagracia para robar, y lo mataron a golpes y cuchilladas. Los sujetos también golpearon a su esposa, Esmeralda Angulo, de 83 años, a quien amordazaron y ataron de pies y manos. El hecho ocurrió la noche del pasado sábado 18 de julio.

Las autoridades solo han dicho a la familia que hay dos sospechosos detenidos, pero no brindaron las identidades. Ayer, doña Esmeralda viajó hasta Rivas para ser valorada por el forense y una sicóloga forense.

Nancy Ayala, hija del matrimonio, y quien reside en Estados Unidos, escribió una carta abierta al presidente Daniel Ortega, donde solicita que el crimen no quede en la impunidad.

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“Estos tres hombres agredieron salvajemente y mataron a mi padre por dinero. Podrían haberse llevado lo que quisieran, mas no tuvieron que matarlo. No tuvieron que sembrar el terror en mi madre”, se lee en uno de los extractos de la carta.

Ayala cuenta que su mamá se mudó de Nicaragua hacia Estados Unidos en 1965 y fue ahí donde conoció a Jorge Raúl Ayala, quien era oriundo del Perú. La pareja se casó en Los Ángeles, California.

El matrimonio vivía una vida tranquila y feliz en la isla de Ometepe, Rivas. LAPRENSA/Cortesía Nancy Ayala

El matrimonio tuvo tres hijas, “todas guardamos un amor entrañable por Nicaragua, en particular por la Isla de Ometepe. Mi padre se enamoró de esa isla la primera vez que puso pie en ella. Mis padres hicieron realidad su sueño en 2006 cuando se jubilaron y levantaron su casa en tierras que antaño fueron propiedad de mi respetado y amado abuelo don Constantino Angulo”, cuenta Ayala.

Protector de los animales

La casa está ubicada en Paso Real, Altagracia. Su esposa, Esmeralda Angulo cuenta que don Jorge le decía “a mí me gusta Nicaragua, pero yo no conozco Nicaragua, yo estoy feliz en la isla y en mi casa. Él se sentía satisfecho”.

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La vivienda “fue un hogar que compartió con la comunidad, donde brindaba paseos por los bellos jardines botánicos que creó. Los colegiales locales siempre encontraban puertas abiertas para visitar y conocer sus tortugas, iguanas, loras, perros y el gato; y mi madre siempre agasajaba a las visitas jóvenes con almuerzos y dulces”, explica su hija Nancy.

Mientras que doña Esmeralda cuenta que las loras lo siguen llamando por su nombre y cada vez que eso ocurre, ella se entristece por la ausencia de su ser amado.

Jorge Raúl Ayala nació en Perú, luego vivió varios años en Estados Unidos, para retirarse y disfrutar su vejez en Nicaragua. LAPRENSA/Cortesía Nancy Ayala

En la carta de Nancy Ayala a Ortega, ella pide que se brinde todos los recursos disponibles para que “a estos delincuentes les caiga todo el peso de la ley. La vida que le robaron a mi familia nunca podrá reponerse, mas quizás podamos tener paz sabiendo que se hizo justicia con esos criminales”.

No darán espalda a Nicaragua

Ayala explica que ella y sus hermanas quisieran regresar al “santuario de su niñez” para ponerle flores al sepulcro de su padre.

Jorge Raúl Ayala y su esposa Esmeralda Angulo fueron víctimas de la delincuencia en la isla de Ometepe. LAPRENSA/Cortesía Nancy Ayala

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“Este acto de barbarie contra mi padre y madre no nos hará darle la espalda a la belleza de Nicaragua”, añade.

El caso ha conmocionado a los isleños, ya que don Jorge era muy conocido y por la forma de operar de los encapuchados, quienes se llevaron 400 dólares, una computadora, cuatro pizzas congeladas, salchichas y hasta se bebieron la leche que guardaba el matrimonio en su refrigeradora.

También se robaron alrededor de seis tarjetas de crédito y las llaves de la propiedad.

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