La salida humanitaria de 97 nicaragüenses registró su paso hoy por el Puesto de Control de Paso Canoas, Panamá, rumbo a Nicaragua en el que sería el décimo viaje de este tipo coordinado con las autoridades de Costa Rica, Panamá y Nicaragua.
El ingreso de este nuevo grupo fue anunciado ayer por Rosario Murillo, vicepresidenta de Nicaragua, quien en contraste calla ante la situación de los más de 400 connacionales varados durante una semana en Peñas Blancas tras la negativa del gobierno al dejarlos entrar o hacerse cargo de ellos, imposibilitados en acceso y dinero para realizarse la prueba de Covid-19 negativa que el gobierno exige para todo el que desee entrar al país.
En el campamento de Jacú, Panamá, aún se mantienen de manera temporal 128 ciudadanos nicaragüenses, según reportes de las autoridades de ese país.
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Murillo fue enfática en que las personas que ingresan en estos grupos de gestión humanitaria deben presentar los documentos personales y la prueba de Covid-19 negativa, además que al ingresar al país serán sometidos a cuarentena domiciliar de 14 días.
Más nicas varados
Los nicaragüenses se han quedado estancados también en Guatemala, donde unos 80 connacionales esperan desde el 18 de julio en el puesto fronterizo El Florido, línea divisoria con Honduras. El gobierno de Nicaragua debería gestionar su paso por Honduras y al igual que los varados en Peñas Blancas hacerse cargo de su ingreso seguro al país.
Por el contrario la situación de los varados en la frontera sur se agudiza cada día, y además de la negativa gubernamental, se les expone doblemente a una crisis de salud al negárseles condiciones humanitarias de espera y al bloquearle cualquier ayuda o asistencia proveniente de organizaciones o familiares que los esperan en el lado nica.
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El comportamiento negligente e indolente del régimen lo ha caracterizado desde el inicio de la pandemia, cuando también retardó la entrada de ciudadanos nicaragüenses que se mantuvieron varados en distintos cruceros por alrededor de tres meses.
