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Uniones tempranas, desafío en AL

Visibilizar uniones a temprana edad: un desafío para América Latina y Nicaragua

Nicaragua sigue ubicándose entre los países con las más alta tasas de uniones tempranas

El matrimonio infantil y las uniones tempranas es una de las múltiples prácticas nocivas que atentan contra las niñas a nivel mundial, según destaca el informe Estado de la Población Mundial 2020 del Fondo de Población de las Naciones Unidas. La persistencia de esta práctica en América Latina y Nicaragua enciende las alarmas de gobiernos, organizaciones y agencias de desarrollo.

“Nicaragua es un país que, si bien ha tenido logros importantes (en reducir las uniones a temprana edad), sigue ubicándose entre los países con las más alta tasas de uniones tempranas”, dijo Elena Zúñiga, representante de UNFPA Nicaragua. Según la Encuesta Nicaragüense de Demografía y Salud de 2011/2012, el 35.2% de las mujeres encuestadas entre 20-24 años, dijeron haberse unido o casado antes de los 18 años.

Un tema global, regional y nacional

Las uniones a temprana edad constituyen un importante desafío social en distintas partes del mundo, especialmente en América Latina y Nicaragua donde se registra una alta tasa de prevalencia en los últimos 25 años, por sus efectos sobre la interrupción de la formación escolar, el embarazo no intencionado o forzoso y la mayor exposición a la violencia de género, entre muchas consecuencias graves y de larga duración.

Uniones tempranas, desafío de AL

Aunque el informe no contempla una proyección nacional de cuántas adolescentes se involucrarán en uniones a temprana edad, David Orozco, del UNFPA, ve la amenaza latente por ser Nicaragua un país con una alta prevalencia. Se estima que “podrían haber hasta 31 millones de nuevos casos de violencia de género a nivel global que no habrían ocurrido sin Covid-19”, apuntó.

Zúñiga advierte que los diferentes tipos de crisis económicas, políticas o sanitarias que enfrentan los países recrudece el incremento de la violencia hacia las mujeres, el COVID-19 “agudiza la situación de extrema vulnerabilidad que enfrentan las niñas, particularmente afecta a las mujeres en las diferentes desigualdades sociales”.

Violencia de género y falta de acceso a educación propicia uniones

La violencia de género es el principal factor asociado a las uniones a temprana edad, según especialistas. En Nicaragua, el 77% de las mujeres que se unieron a temprana edad han vivido violencia física antes de los 15 años, y violencia sexual antes de los 18 años, de acuerdo a la ENDESA 2011/2012.

En contraste, la permanencia en la escuela y en un nivel educativo acorde a la edad, son factores de protección ante las uniones a temprana edad.

El estudio apunta que “las niñas que llegan a 15 años y solo han completado la primaria tienen el triple de probabilidad de casarse o formar parte de una unión, en comparación con las que poseen enseñanza secundaria, mientras que aquellas sin ningún tipo de estudios tienen una probabilidad seis veces mayor de casarse o formar parte de una unión antes de cumplir 18”.

Benito Rivas, director nacional de Aldeas S.O.S Nicaragua, apuntó que se debe mantener a las niñas en la escuela porque “la educación es un factor de protección y prevención”.

Uniones tempranas, desafío de AL

Niñas exigen respeto

Niñas de las nuevas generaciones, mejor informadas sobre sus derechos, rechazan prácticas nocivas. “Urge que la sociedad no normalice estos actos y poner un alto a estas violaciones que se transmiten de generación en generación a causa de desinformación”, demandó Beria López, de 16 años, lideresa estudiantil del Colegio Hermann Gmeiner Managua.

“Durante el COVID 19 es necesario fortalecer las medidas de acceso a información, servicios de salud sexual y reproductiva y protección de mujeres que pueden estar encerradas con su agresor”, exigió Valeska Mendoza, de 19 años del Programa de Aldeas Infantiles SOS Nicaragua.

Dorothea Wilson, defensora de derechos de las mujeres afrodescendientes, expresó su preocupación por los altos índices de violencia y desigualdades que impactan la vida de mujeres afrodescendientes. “Se hace evidente el alto porcentaje de mujeres que viven en situaciones de pobreza, siendo innegable que la situación racial y de género nos coloca en una gran desventaja”.

Prevenir, atender, proteger y empoderar

El trabajo para erradicar paulatinamente esta práctica nociva durante y post coronavirus parte por visibilizarla a todos los niveles, tanto a nivel institucional, comunitario y en la familia, según Orozco.

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“El uso de eufemismos como “se robaron a la niña” es parte de esto, al normalizarlo. Entonces, la primera acción es visibilizar esta práctica y aspirar a tener programas nacionales de reducción de las uniones a temprana edad basados en prevenir, atender, proteger y empoderar”, dijo.

Orozco señala que los avances logrados hasta ahora en la legislación nacional son importantes, pero no suficientes e insta a transformar las normas sociales de género, cambiar la forma de percibir a las niñas y mujeres y empoderarlas para hacer efectivos sus aspiraciones y el ejercicio de sus derechos.

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