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Luis Castellón, Juan Blandón y Williams Vásquez. LAPRENSA/CORTESÍA BÓER/JADER FLORES

Contracrónica: Un castillo para Castellón… Blandón un aguafiestas…La tristeza de Alegría

Los feroces Dantos cayeron como los bolos del boliche con esa mezcla de recta, cambio y curva hasta llegar a los 109 lanzamientos y terminar su faena

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Esos ojos de Luis Castellón brillaban sin sombras de dudas. Tenía el corazón hinchado de orgullo, sabía que había realizado una apertura monumental, rozando la proeza por tan solo cuatro outs. Un Castillo para Castellón. El muchacho de El Jiqueliste ya no será más invisible ni permanecerá en la oscuridad. Cuando conversé antes de su apertura lo había dicho claro: “No le tengo miedo a Bucardo ni a los Dantos”. Hizo parecer la ofensiva Roja como caricatura. Dominó a Sandy Bermúdez y a Luis Sequeira en el primer inning con dos sobre las bases y luego vino la calma. Los feroces Dantos cayeron como los bolos del boliche con esa mezcla de recta, cambio y curva hasta llegar a los 109 lanzamientos y terminar su faena.

Tenía que ser un jinotegano. Ya el partido se miraba empinado para los Dantos. El objetivo era evitar la humillación y romperle el juego sin hit ni carreras a Castellón. Juan Blandón, quien había sido ponchado en el turno anterior, recogió una curva casi en el suelo y por más que Christian Moreno se lanzó en una piscina sin agua la pelota rompió la gesta del muchacho.  A un lado quedó la extraordinaria jugada de Moreno tras un batazo lento de Omar Mendoza en el sexto inning y sobre todo, ese imparable robado de Williams Vásquez a Sequeira en el séptimo. La segunda base del Bóer se estaba apuntando el juego salvado, hizo un sprint de velocista, un giro como un acróbata y cuando no tenía balance estando en el aire, puso un strike perfecto al guante de Montiel. ¡Todo lo que echó a perder Blandón!

Una noche triste para Alegría. El campo corto de los Dantos vivió una pesadilla. Para Benjamín era una de esas escena que no se lo podía creer. Por más que se pellizcara era real. Primero erró corriendo de reversa sobre un elevado de Juan Carlos Urbina, lo cual trajo la primera carrera, luego perdió entre las piernas un roletazo de Janior Montes y cuando podía cambiar su oscuro partido en el octavo inning, se ponchó con dos en bases y Jimmy Bermúdez en la colina. Ese fue el momento clave de la recta final. Luego el Bóer desató su furia y envió el primer mensaje a los Dantos. Este Bóer no se parece en nada a aquel de 1987 que empezó ganando y terminó perdiendo el campeonato.

Deportes Bóer dantos Luis Castellón archivo

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