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Orteguismo sin Ortega

Cartas de amor a Nicaragua 

Querida Nicaragua: No hay ninguna duda de que en los años setenta las condiciones estaban dadas para derrocar al gobierno de Somoza. Este era una dinastía débil que solo contaba con un ejército cansado de ser odioso ante el pueblo y la nueva fuerza que preparaba el “Chiguín”, la feroz EEBI, Escuela de Entrenamiento Básico entrenada para matar ciudadanos.

Digo una dinastía débil porque Somoza Debayle tenía muy mala imagen en el pueblo y gobierno norteamericanos que siempre habían mantenido, desde los tiempos del primer Somoza en los años treinta, una estrecha relación con la potencia del norte. Parte de la debilidad de que hago mención es precisamente la violencia desatada contra los jóvenes y periodistas opositores que amanecían muertos en la Cuesta del Plomo muy frecuentemente, aparte de las palizas y amenazas de muerte que recibían principalmente los periodistas de LA PRENSA.

Tampoco hay duda de la buena organización del llamado FSLN que clandestinamente y a costa de exponer la vida mantuvieron una lucha continuada tanto en las ciudades como en las montañas. Además tenían gente preparada en misiones internacionales con gobiernos democráticos y no democráticos. Estos últimos como el de Cuba colaboraban abiertamente con entrenamientos a guerrilleros, con armas y todo género de ayuda.

El núcleo principal de la guerrilla sandinista era comunista pero se guardaba muy bien de ocultarlo y hacerse pasar por demócratas, conquistando así a mucha juventud del capitalismo nacional, asunto que bien pudimos comprobar cuando llegó el 19 de julio y se conocieron los rostros de los dirigentes del nuevo gobierno. La Dirección Nacional que era la que mandaba estaba formada por nueve muchachos, la mayoría jóvenes, algunos de la burguesía capitalista y la conformación del gobierno estaba también plagada de muchachos conquistados en los colegios religiosos.

La ayuda de países como EE.UU. cuyo presidente era Carter, Venezuela con Carlos Andrés Pérez, Costa Rica con el presidente Carazo y Panamá con Torrijos en el manejo de la insurrección final los llevó al triunfo. Habían prometido unir a las fuerzas armadas sandinistas con la Guardia, lo que no cumplieron. Como buenos comunistas fueron matando uno a uno a muchos guardias como después a los contras, incluido el jefe militar de ellos, comandante 3-80, Enrique Bermúdez Varela.

Una de las tantas consignas que usaron los nuevos revolucionarios antes del triunfo, fue la siguiente: “No queremos somocismo sin Somoza”, ya que temían que en arreglos políticos de última hora se pudiera producir un tipo de situación en la cual quedaran algunas fuerzas del somocismo como la Guardia Nacional y algunos diputados. Por eso gritaban en sus consignas: “No queremos somocismo sin Somoza”.

En los momentos actuales, cuando el orteguismo ha demostrado ser una dictadura peor que la de Somoza, los estudiantes tampoco quieren un engañoso juego en las reformas electorales que permita dejar al orteguismo en el poder y solo recibir la administración pública como ha ocurrido en los anteriores gobiernos elegidos popularmente como el de doña Violeta, el de Arnoldo Alemán y el de Enrique Bolaños.

Las actuales fuerzas opositoras, unidas en un solo frente de lucha, piden la misma consigna: “No queremos un orteguismo sin Ortega”. Y tienen razón, tenemos razón. Dicen que el que se ha quemado con leche hasta la cuajada sopla. Ya tenemos la experiencia que el propio orteguismo nos está enseñando. Ellos querían todo el poder y toda la administración y lo obtuvieron con engaño. Nosotros queremos lo mismo, pero lo queremos legalmente, sin trampas ni engaños.

Queremos elecciones limpias con todas las condiciones, para que sean transparentes y observadas internacionalmente.

El autor es empresario radial. Fue candidato a la presidencia de Nicaragua.

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