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Bob Iger, líder

Iger habla acertadamente del concepto de “empresas insurgentes”, aquellas que aunque no estén en el número uno del ránking de la industria, toman medidas riesgosas y radicales para alcanzar una mejor posición competitiva

El recientemente retirado CEO de Disney, Robert (Bob) Iger, es hoy sin duda alguna uno de los ex ejecutivos con el mayor número de ofertas para impartir clases, conferencias, consultorías, con las que pueda extraerse sus conocimientos y experiencia como conductor de una de las empresas más reconocidas y rentables del mundo.

Su trayectoria exitosa de 15 años como CEO en Disney no estuvo exenta de numerosas vicisitudes extremadamente riesgosas para un verdadero timonel de una megacorporación.

No podría extenderme en describir la enorme huella que ha dejado no solamente en Disney, sino en muchísimas empresas de clase mundial que lo ven —muy meritoriamente— como uno de los ejemplos no solo de liderazgo innovador, sino también en el “liderazgo multidimensional”, que incluye en una de sus aristas más importantes: el liderazgo ético, al sugerir que las organizaciones deben entender que su CEO ejerce también la función del Chief Ethics Officer (Gerencia General de la Ética) ante todos los grupos de valor con que la esta interactúa.

Algunas de sus frases son una cátedra en sí mismas: “Una de las cualidades más importantes de un buen líder es el optimismo, un entusiasmo pragmático por lo que se puede lograr. Incluso ante decisiones difíciles y resultados menos que ideales, un líder optimista no cede al pesimismo. En pocas palabras, las personas nunca estarán motivadas ni energizadas por pesimistas”. Esta enseñanza me recuerda a otra frase de Ralph Waldo Emerson, literato y filósofo norteamericano, quien enfatizó también esa característica tan importante.

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Iger habla acertadamente del concepto de “empresas insurgentes”, aquellas que aunque no estén en el número uno del ránking de la industria, toman medidas riesgosas y radicales para alcanzar una mejor posición competitiva, acciones que definen también un liderazgo valiente, no esa pasividad y abulia que afecta a tomadores de decisiones que se conforman con acciones convencionales y una engañosa tranquilidad.

Tiendo a abordar las malas noticias como un problema que se puede resolver y resolver, algo sobre lo que tengo control en lugar de asumir que me pasa algo desfavorable”, esta frase de Iger define también un acertado sentido de ubicación, en donde un líder verdadero asume una postura de reto ante coyunturas difíciles, planificadas o no, en donde la capacidad del individuo implica formular medidas creativas e imponerse a las circunstancias.

No asumas nunca la mentalidad de jugar a lo seguro. Debes estar siempre en el negocio de crear posibilidades de grandeza.” La antítesis del liderazgo no es solamente la pasividad, sino el conformismo y la suposición absurda que el azar tendrá mejores resultados que el esfuerzo sin riesgos. Cualquier posición de verdadero liderazgo conlleva peligros significativos personales, ya que no hay ninguna Tierra Prometida, sino más bien, la Tierra Querida, que es por la que se esfuerza quien quiera ejercer el papel de transformar la realidad organizacional y personal.

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En su esencia, el buen liderazgo no se trata de ser indispensable; se trata de ayudar a otros a estar preparados para que posiblemente se pongan en tu lugar, dándoles acceso a tu propio proceso de toma de decisiones, identificando entonces las habilidades que necesitan desarrollar y ayudándoles a mejorar, y, como he tenido que hacer, a veces siendo honestos con ellos sobre por qué no están listos para el siguiente paso adelante.

“Debes conocer y probar a tu gente”, no se puede saber si el próximo talento que cambiará radicalmente los resultados de una organización, está allí, escondido, acaso en uno mismo; es por eso que se debe comprobar el acero humano con el que algunos están hechos. Ciertos líderes ocultos se visibilizan al enfrentar condiciones difíciles.

“Debes tolerar el fracaso”, refleja la mentalidad del estratega, del que entiende el sacrificar un objetivo de corto plazo, o una derrota táctica, pero que no se desanima ante las durezas y vicisitudes.

“No sobrevalores ni exageres el valor de la experiencia sobre la Visión”. Iger afirma que en posiciones de liderazgo la experiencia acaso podría ser únicamente un dato anecdótico, irrelevante, egocéntrico; puesto que para liderar personas y conquistar resultados extraordinarios, es más importante convencer con pasión hacia el objetivo valioso por conquistar: una atractiva visión compartida; más que sobrevalorar vivencias limitadas y probablemente inútiles.

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