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Ortega olvida los 13,000 millones que los migrantes han aportado durante sus 12 años de Gobierno y que hoy retribuye con penurias

Desde que estalló la pandemia, Ortega ha humillado a los decenas de migrantes que están retornando a su país tras quedar desempleados como consecuencia de la crisis sanitaria, dándole la espalda a la contribución económica que estos han dado a la economía de Nicaragua en la última década. Esto dicen los analistas.

Se dice que los buenos y agradecidos amigos se conocen en los tiempos difíciles y no en los momentos buenos. Y si bajo esa premisa se mide al régimen de Daniel Ortega, la pandemia ha revelado que este no solo no es el Gobierno de los pobres, sino que tampoco reconoce el aporte que  los migrantes nicaragüenses  han dado a su gestión gubernamental con los más de 13 mil millones de dólares enviados por estos en concepto de remesas en 12 años, según reflejan los números del Banco Central de Nicaragua (BCN).

Desde que estalló la pandemia, Ortega ha humillado a los decenas de migrantes que están retornado a su país tras quedar desempleados como consecuencia de la crisis sanitaria. Primero les cerró por completo las fronteras, tanto por tierra, aire y mar, y luego, tras intentar retornar a la normalidad al país, ahora los somete a  sufrir penurias en fronteras  si estos no presentan una prueba negativa de Covid-19, que en Nicaragua la cobra a 150 dólares, una tarifa mísera si se compara con el aporte que estos han dado por más de una década durante la gestión sandinista.

Desde el 2007, cuando Ortega retomó el poder, hasta el 2019 (los últimos datos estadísticos del BCN) Nicaragua ha percibido en concepto de remesas familiares un total de 13,434.3 millones de dólares, o sea equivalente a más del Producto Interno Bruto (PIB) del 2019, cuando este ascendió a 12,000 millones de dólares.

Pero más allá del impacto estadístico, lo cierto es que los envíos de los migrantes han sido fundamentales para reducir la pobreza, sostener el consumo y hasta para financiar el déficit de la cuenta corriente. Incluso organismos financieros y centros de pensamiento han señalado que sin estos recursos externos los niveles de pobreza hubiesen sido sustancialmente mayores a los registrados hasta ahora y estos han sido más efectivos que los propios programas gubernamentales contemplados en el gasto público.

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La Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) explica que las remesas son una variable macroeconómica muy importante para el país, porque a diferencia de otros indicadores, este tiene dos componentes: uno económico y el otro social.

Por la parte económica, hasta el 2018 las remesas representaron el 11.2 por ciento del Producto Interno Bruto. “Esa cantidad de dinero significa un aumento de la demanda agregada del país y eso a su vez aceleró el movimiento en diversos sectores, como comercio, servicio y los encadenamientos en el resto de la economía”, precisa Funides.

Hasta el 2019 este indicador venía creciendo fuertemente por la diáspora nicaragüense que surgió después de la crisis sociopolítica en el 2018. Pero tras la pandemia y la afectación del empleo en Estados Unidos, el mayor generador de remesas para el país, así como por contracciones económicas en Panamá, España y Costa Rica, se espera una caída en la remesas entre el 5 y 18 por ciento, según proyección de Funides, que se acerca al 20 por ciento que estimó el Banco Mundial.

El rango de reducción que proyecta Funides significa que el país dejaría de percibir entre 97 y 300 millones de dólares este año solo en remesas.

Menos pobreza

Datos del Banco Central detallan que en el 2007 Nicaragua recibió 739.6 millones de dólares en remesas, las que durante 12 años han crecido casi de manera sostenida al punto que hasta hoy ascienden a 1,500 millones de dólares.

Funides expresó que las remesas tienen un impacto social, ya que estas representan el 20 por ciento de los ingresos de los hogares más pobres en el país. “Aquí estamos hablando de que muchos hogares que reciben remesas se mantienen fuera de la línea de pobreza  gracias a este ingreso proveniente del exterior, entonces aquí estamos hablando de una función social de mantener a flote como una red social a los hogares más pobres del país”.

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El sociólogo y economista Óscar René Vargas  coincide con Funides al señalar que las remesas durante años han incidido en reducir los niveles de pobreza en el país.

“Un tercio de los hogares nicaragüenses reciben remesas, eso evitó que muchos fueran catalogados como pobres,  estando en la frontera entre la pobreza y no pobreza, pero con la pandemia se estima que las remesas habrán caído un 20 por ciento, eso significa que muchas familias van a recibir menos dinero o no les van enviar”, dijo Vargas.

De hecho, el último informe de la Encuesta de Hogares para medir la pobreza en Nicaragua, elaborado por la Fundación Internacional para el Desafío Económico Global (Fideg), reveló que el envío de remesas fue fundamental en la reducción de pobreza en el país. De manera que si al país no hubiesen ingresado esos recursos, en el 2017 la pobreza general en lugar de haberse ubicado en 41.2 por ciento esta hubiese ascendido a 47.7 por ciento y la extrema en 12.5 por ciento, en lugar de 8.4 por ciento.

“Sumado a la pérdida de empleo interno, evidentemente la pobreza va a incrementar enormemente y al incrementar habrá hambre, eso más otros factores provocarán que el país caiga en depresión económica. Es importante señalar que las remesas juegan un papel fundamental, porque la mayoría de ellas son  para consumo, educación y la salud, solamente el 2 por ciento es para ahorro”, dijo Vargas.

El economista y catedrático Luis Murillo indica que la reducción en las remesas este año va a ocasionar una mayor caída en el consumo interno. “Al país le sirven bastante las remesas porque hasta antes de esta crisis significaban el 11 por ciento del Producto Interno Bruto, porque es uno de los flujos más altos, prácticamente fue el soporte de la crisis, pero además ha sido un equilibrio en las cuentas macroeconómicas del país, pero lo que se vería más afectado es el consumo, porque el 85 por ciento de las remesas es destinado al consumo ”.

El economista agregó que también debe valorarse que como esta fuente de ingreso no iba acompañada de una política, muchas personas la sentirán más porque se acostumbraron a vivir de este ingreso sin tener otra fuente de recursos.

El sociólogo Cirilo Otero pone en perspectiva que en los demás países de la región centroamericana, como El Salvador y Costa Rica, hay políticas sociales o leyes de protección a los migrantes, mientras que aquí se encuentran desprotegidos.

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“En el país no existe ninguna ley que esté relacionada con el apoyo que el Estado debe de darles a las personas en el exterior, es cierto que hay principios en la Constitución, pero eso no se ha convertido en una práctica o política pública por la cual podamos decir que hay una responsabilidad de parte del gobierno”, expresó.

Ortega resentido

Para el sociólogo Óscar René Vargas, debe haber una consideración con los migrantes como sucede en los otros países; sin embargo, considera que el actuar de Ortega obedece a un resentimiento que tiene contra estas personas, porque sabe que algunas de ellas fueron parte de los manifestantes del 2018, que luego huyeron de la represión.

“Aquí lo que se muestra es que Ortega está resentido con esta gente, porque sospecha que muchas de estas personas se fueron por la crisis política y sabe que tienen capacidad de organización y de iniciativa importante, son líderes naturales de sus localidades, adversos al régimen, que podrían volverse a levantar”, estima Vargas.

Desde el 18 de julio unos 500 nicaragüenses se encontraban varados en Peñas Blancas en condiciones infrahumanas, esperando que les hagan la prueba del Covid-19 para poder ingresar al país. Asimismo, hay nicaragüenses en Guatemala, Panamá e Islas Caimán esperando una respuesta del gobierno para volver a casa. Esta situación de desamparo ha obligado que varios de esos gobiernos, como el de Costa Rica, tiendan la mano a los connacionales ayudándoles a cumplir las exigencias migratorias de Ortega para que estos puedan ingresar al país.

A esto se suma que este lunes 3 de agosto, el régimen ordenó dolarizar las tarifas de todos los servicios migratorios, así como aumentar el valor de varios trámites, lo que afecta directamente a las personas que durante años han tenido que migrar para mantener sus hogares y los que opten por retornar a sus países de residencia en el exterior tras el fin de la pandemia.

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