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¿Estamos en guerra?

Profanadores, ya no quiero referirme así, a quienes sean los perpetradores de semejantes actos irracionales. Este adjetivo calificativo los seguirá de generación en generación en nuestra historia patria y los que más lo saben, son ellos mismos. Hurgar en su identidad no pretendo, amén de irrelevante. Hay una “voz populi” que los señala y solamente es llamativa la sentencia pública que hiciera en un medio noticioso monseñor Mántica: “Nosotros sabemos quiénes odian a la Iglesia”.

¿O sea que su motivación es el odio? Afortunadamente no es eso lo que me mueve a comentar, reflexionar sobre esta parafernalia ominosa y sin sentido en la que han involucrado nuestros templos, nuestras sagradas creencias. Pretendo sí, hacer ver que estos actos alienantes conllevan una carga delictiva que no solamente transgrede la libertad de culto, sino que lesiona la libre circulación de las personas y clasifica en los graves delitos de exposición de personas al peligro. ¿Será que arteramente, pretenden intimidar? ¿Con qué fin? Desafortunadamente estos cuestionamientos bien intencionados quedarán en el vacío, ya que quienes han actuado, lo han hecho amparándose en el anonimato, moviéndose en las sombras. Indudablemente que hay inquietudes, malestares que les agitan el alma, induciéndolos a proceder así, cuando lo mejor es hablar cara a cara.

La nacionalidad que es la condición de pertenecer a la comunidad de una nación es vulnerada cuando se trata por medio de la violencia, de arrancar costumbres, creencias que la han caracterizado; no solo es un delito de patria, sino de nación. Nicaragua es conocida en el concierto de naciones, no solo por Darío, Sandino, también lo es por su espiritualidad católica expresada en una devoción popular de la nación, a la Virgen y a Jesús Sacramentado. ¿Qué han hecho con deformar el rostro de la Imagen de la Sangre de Cristo? Solamente, incrementar el fervor de este pueblo que lleva su devoción en el corazón, implantada por sus progenitores. Los profanadores han mostrado su inconformidad, optando por la irracionalidad para solucionarla y no por la sensatez.

A la pregunta inicial de este escrito contesto ¡sí, estamos en Guerra Espiritual! Ingenuos, utilizados y desinformados, sepan que libramos la batalla que nos anunció Jesús directamente: “Por mi Nombre los perseguirán…” y San Pablo nos puntualiza en la carta a los Efesios: “… no nos estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderosos… y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba” y solo podremos vencer con las armas que nos da San Pablo: la verdad como cinturón, la justicia como coraza, calzados para propagar el Evangelio de la Paz, la fe como escudo, el casco de la Salvación y la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios; acompañadas de oración y ayuno. Los católicos nicaragüenses debemos responder ante la situación actual, con la alegría de la verdad que se manifiesta en la persecución anunciada por Jesús , que nos da la oportunidad de confesarlo a Él. ¡VIVA CRISTO REY!

El autor es médico.

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