14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Jonathan Loáisiga está en su tercer año con los Yanquis de Nueva York y se espera que tenga más oportunidades que en los anteriores. La Prensa/AFP

La eterna batalla de Jonathan Loáisiga reflejada en sus tres primeras actuaciones

Jonathan Loáisiga tiene una bomba en su brazo de lanzar, el problema es que no controla su estallido. Es de esos jugadores desbordados en talento, pero que todavía no aprueba el examen final de conducir

Jonathan Loáisiga tiene una bomba en su brazo de lanzar, el problema es que no controla su estallido. Es de esos jugadores desbordados en talento, pero que todavía no aprueba el examen final de conducir. El muchacho de las Sierritas de Santo Domingo suelta la pelota a velocidades cercanas a las 100 millas por hora tan relajado como si tratara de espantar moscas. Sin embargo, el tiempo de su oportunidad de impacto se le agota. En una temporada en la cual el Misil Cubano, Aroldis Chapman, no inició en el roster; que Domingo Germán sigue sancionado; Luis Severino le dijo adiós por lesión y J.A.Happ deja más dudas que certezas, el nicaragüense está llamado a cumplir las palabras del mánager Aaron Boone: “Tomar un rol importante en el equipo”.

En su última salida del miércoles por la noche, contra los Filis de Filadelfia, mostró dos caras en su actuación: hizo parecer caricatura a bateadores como Brice Harper y Rhys Hoskins, mientras era sacudido por la tanda baja como Neil Walker y Andrew Knapp. Permitió una carrera en dos entradas y un tercio, pero lo que más preocupó fue la lucha consigo mismo. Ahí se ve reflejada la impotencia del joven de 25 años, quien sabe cómo dominar, qué lanzamiento utilizar, cuál es el punto débil del oponente y aún así su brazo parece que tiene cerebro propio, el cual vaga como un rebelde sin causa.

Te puede interesar: ¿Qué ha pasado con Lester Medrano, el muchacho que firmó por medio millón de dólares?

Para conseguir su primer out frente a los Filis, Loáisiga necesitó 18 lanzamientos. Solo en el primer bateador Adam Haseley utilizó nueve de ellos, hasta que le conectó de imparable. Se logró enderezar y terminó con 26 picheos en la primera entrada. Es como si el mismo fantasma lo atacara. En su relevo anterior, frente a Baltimore, brindó dos bases por bolas consecutivas y un doble play a Río Ruiz le dio un respiro para cerrar su primera entrada con 22 lanzamientos. Y en su primera salida de la temporada, ante los Nacionales, se enredó con Trea Turner (11 lanzamientos) y cerró el episodio con 22. El mánager de los Yanquis tenía planificado 50 lanzamientos y por ese motivo detiene la longevidad en las actuaciones del nicaragüense.

El divorcio de sus picheos

Loáisiga ha ido incrementando su repertorio de lanzamientos. Posee cinco: recta, sinker, cambio, curva y slider. Esa es una enorme ventaja para sacar de ritmo a los bateadores. No obstante, han pasado divorciados en sus salidas, parece que se han equivocado de frecuencia. En la actuación del miércoles la recta no estaba del todo fina, la curva no siempre caía donde la necesitaba, el único picheo el cual se vio en su máximo esplendor fue el cambio de velocidad. Y cuando Loáisiga soltó el slider golpeó a Harper, quien se veía ponchado al estar 0-2. El patrón del lanzallamas de las Sierritas ha sido ese. Nunca se reúnen los cinco como familia, más de alguno se ausenta, descontrolando la bomba de su brazo y perdiendo el control.

Deportes Jonathan Loáisiga Yanquis archivo

Puede interesarte

×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí