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Imagen de cómo será el nuevo estadio Roberto Clemente en Masaya. TOMADA DE LA PÁGINA DEL REAL ESTELÍ

Gran opacidad detrás de proyecto de nuevo estadio en Masaya, anunciado por Murillo. Ni concejales se enteran de obra

El salubrista público, José Antonio Delgado, considera que construir un estadio en el contexto del Covid-19 “está fuera de lugar”. Además de ser un espacio que facilita las aglomeraciones, y por ende, la diseminación del virus, el gobierno envía un mensaje equivocado a los donantes.

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Mientras otros países anuncian la construcción de hospitales, la compra de insumos médicos o planes de aplicación masiva de pruebas moleculares para detectar la Covid-19, la dictadura de Daniel Ortega construirá un estadio de beisbol que cumpla con estándares internacionales; obviando las necesidades reales de los nicaragüenses, víctimas de la pandemia, y en clara “burla” para los masayas, que además de sufrir la brutal represión en 2018, también han sido duramente golpeados por la Covid.

La vicepresidenta Rosario Murillo anunció el viernes pasado, como si se tratara de otra de las tantas actividades que promueven los fines de semana, que en “las próximas semanas” iniciaría la construcción del nuevo estadio Roberto Clemente. “Es hermosísimo”, aseguró. Sin embargo, Murillo no se refirió a la estimación del costo de la obra deportiva, la fuente de financiamiento, y tampoco reparó en la incoherencia de construir un estadio en plena pandemia y con una economía enfilada a la depresión.

Tres concejales opositores de Masaya aseguraron a LA PRENSA que antes que Murillo anunciara un nuevo estadio, no les habían informado nada, y tampoco lo han hecho después. Blanca Luz Parrales, del Partido Liberal Independiente (PLI), explica que en la sesión ordinaria del Concejo Municipal este sábado tampoco se pronunciaron sobre la obra, centrándose en temas presupuestarios.

Aunque Murillo no precisó la fecha exacta en la que iniciaría a construirse el estadio, ni tampoco qué empresa estará detrás del proyecto que se edificará en el mismo espacio donde se encuentra actualmente, sobre los mismos 17, 688 metros cuadrados, pero con un área de construcción que “será el doble del área actual del estadio 5, 060 metros cuadrados”, esta obra debería aparecer en el Programa de Inversión Anual (PIA) 2020 que se aprueba al inicio del año; sin embargo, Gustavo Mercado, jefe de bancada del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) en Masaya, y otro concejal que solicitó mantenerse en anonimato, dijeron que no aparece y tampoco se ha hecho una modificación al presupuesto para incorporarlo.

Ninguno de los concejales consultados tienen información que transparente el uso de los fondos detrás de este nuevo parque de pelota, cuya noticia sorprendió no solo por la falta de coherencia con el contexto de la pandemia, sino porque las arcas del Estado no pasan por su mejor momento.

El régimen orteguista mantiene una voracidad recaudatoria para garantizar el financiamiento y sostener el gasto público, mientras la recaudación fiscal cayó cerca del 24 por ciento este último trimestre. Entonces, cabe preguntarse de dónde provendrán los fondos para la obra, cuando la cooperación internacional está concentrada en atender los estragos de la Covid-19 en el hemisferio.

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Dayra Valle, especialista de Transparencia Nicaragua, explica que cualquier proyecto que se vaya a ejecutar tiene que pasar por el PIA, debe ingresar al Programa General de Adquisiciones, en este caso, de la Alcaldía de Masaya, y además, al utilizar recursos municipales, ya sean propios o vía transferencias, la obra que se construya debe ser aprobado por el Concejo Municipal, que es la máxima autoridad y tiene que estar al tanto sobre cómo se están utilizando los recursos.

Si ni siquiera los concejales saben sobre esta nueva obra de infraestructura, Valle considera que desde ese punto, “hay una gran opacidad”. Explica que aunque los recursos no sean municipales y lleguen vía transferencias desde el gobierno central deben ser aprobados por el Concejo Municipal. “Cualquier recurso que entra al presupuesto de la alcaldía deben de tener la aprobación del Consejo Municipal”, sostiene. El problema, según Valle, es que la mayoría de las Alcaldías están controladas por el partido de gobierno, lo que no permite ningún tipo de objeción o debate sobre el manejo de fondos.

Un estadio versus salud pública

El salubrista público, José Antonio Delgado, considera que construir un estadio en el contexto del Covid-19 “está fuera de lugar”. Además de ser un espacio que facilita las aglomeraciones, y por ende, la diseminación del virus, el gobierno envía un mensaje equivocado a los donantes, porque cualquiera diría que el presupuesto que tiene el país para la Covid le basta y sobra, si va a construir infraestructura deportiva, consideró.

Delgado asegura que lo ideal sería construir un hospital para enfrentar la Covid-19 que se tendrá por varios meses más, e incluso, aunque este mismo lunes dijeran que ya hay una vacuna para combatir el SARS-CoV-2, pasarían meses para que la cobertura de esta llegue a Nicaragua, por lo tanto, no es coherente esta nueva obra deportiva. “Creo que es desacertado y fuera de contexto y fuera de la línea de tiempo construir un edificio deportivo en lugar de construir un hospital o mejorar las áreas de los hospitales que ya tenemos”, expresó.

Con Delgado concuerda Valle quien asegura que con la pandemia la priorización debe ser la inversión en infraestructura hospitalaria, centros de salud, atención primaria y secundaria, pero además en términos de equipamiento, y suministro de insumos médicos. Valle cuestiona la calidad del gasto que se piensa hacer. Ya que no solo es gastar por gastar, sino que realmente, los gastos que se hagan con los fondos del Presupuesto General de la República correspondan a las prioridades definidas por el gobierno, que se supone deben responder a las necesidades más sentidas por la población.

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Valle también señala los mecanismos legales que se deben respetar.  Al menos son tres leyes: la Ley 40, Ley de Municipios; Ley 550, Ley de Administración Financiera y del Régimen Presupuestario y la Ley 622, Ley de Contrataciones Municipales, que deben ser tomadas en cuenta para realizar este proyecto. Se debe seguir todo un cauce legal, de no hacerlo, se estuvieran violentando, explicó la especialista.

La falta de transparencia ha sido una de las características de varios de los proyectos que se han ejecutado. Incluso, el estadio nacional de beisbol Dennis Martínez se construyó con fondos propios, después que desviaran la donación de Taiwán, que en principio, financiaría la obra; cuyo costo final fue de 36 millones de dólares. Recientemente, también la Alcaldía de Managua construyó un campanario de la paz que costó 29.1 millón de córdobas, sin tener un mayor impacto social o productivo.

Se burlan de los masayas

El político opositor, Eliseo Núñez, considera que el anuncio de un nuevo estadio en Masaya es parte del esfuerzo de seguir dando circo, de tratar que no se vean los problema reales en una ciudad, donde al menos murieron unas 35 personas tras los brutales ataques de paramilitares junto a la Policía Orteguista.  “Yo creo que el costo de ese estadio es sangre y Rosario se está burlando del pueblo de Masaya”, y a la vez, se granjea el desprecio de la población.

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