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¡Juntos como Iglesia!

La Iglesia católica nicaragüense vive actualmente un gran momento. Es perseguida y atacada, lo que hace que se cumpla en ella las palabras de Jesús: “Por mi causa…”

Por eso es valorada en su verdadera dimensión por un pueblo, que la ha visto salir a protegerlo. Y es así que hermanos de otras iglesias cristianas, incrédulos y hombres de diversas generaciones con criterio recto, han manifestado entender y aprobar su gestión.

Cristo el mayor docente de la humanidad enseñó valiéndose de metáforas, parábolas, símbolos, signos y comparaciones. Inconmovible está y permanecerá a través del tiempo la parábola del buen pastor.

El pastor es la persona que tiene por oficio guardar, guiar y apacentar el rebaño. La Iglesia católica es un inmenso rebaño de más de 1,300 millones de creyentes, que confesamos a Jesucristo, veneramos a María nuestra madre y somos fieles acatando las direcciones del pastor, el papa y los obispos de cada diócesis.

Nuestra Iglesia militante tiene su propia jerarquía y es disciplinada, así que no podemos venir con el cuento que somos católicos y contravenimos las orientaciones de nuestra diócesis que son transmitidas a los párrocos de las distintas parroquias.

La Iglesia no es anárquica, es orden y respeto; representa, como lo dice su etimología Eclessiam, que significa “Asamblea”, un cuerpo articulado donde se juntan las coyunturas, para seguir las direcciones de su cabeza.

Somos un pueblo de fe, pecadores, pero con una visión trascendente de la vida y convicción que seguimos a Jesús.

Como ciudadanos interactuamos políticamente y es así que entre el pueblo católico mariano, encontramos hermanos de distintos credos políticos y todos en comunión con nuestros pastores, formamos el Cuerpo Místico de Cristo.

Pastores y rebaño, obispos y fieles, clérigos y laicos, somos la Iglesia.

Los que sí no pueden cobijarse bajo la bandera amarillo-blanco de nuestra Iglesia, son los individuos o instituciones que no respetan la eucaristía, profanándola abominablemente, mofándose con expresiones para referirse a la hostia consagrada como “simples galletitas”.

¡Allá ellos! … pero que quede claro… no pertenecen a la Iglesia. ¿En qué país estamos? Te burlas, insultas, descalificas y urdes las más burdas patrañas contra nuestros pastores… ¿y querés vender un catolicismo falaz y mentiroso? A nadie, engañas, mucho menos a un nica verdaderamente católico.

Únicamente la Conferencia Episcopal a nivel nacional y los obispos en cada diócesis tienen la autoridad para organizar, planificar y reprogramar cualquier actividad litúrgica o festividad religiosa de nuestra Iglesia. Su dirección ponderada por la sabiduría evangélica y por su conocimiento de la realidad secular que atravesamos, los compromete a anteponer la seguridad y el bienestar del individuo y la comunidad, a la prepotencia y la soberbia por prevalecer.

Ante la pandemia, resaltan como comprensibles y sensatas, las decisiones tomadas en Managua por el arzobispo, cardenal Brenes y en León por el obispo monseñor Sándigo, de reorientar las celebraciones o festividades tanto de Santo Domingo como las de la Virgen de la Asunción, la Gritería Chiquita, en León.

La sustentación en ambas decisiones contemplan, además de la salud de su rebaño, un juicio práctico sobre la realidad de la economía, mandando a identificar en tu comunidad a los vecinos más necesitados, para así derivar el dinero que gastaríamos en arreglos, en compartir con ellos.

Finalmente, apuntan nuestros pastores que estas festividades transcurran en un espíritu de penitencia y acción de gracias a Jesús Sacramentado y a su Madre.

La grey católica disciplinada acata las direcciones del pastor, continúa caminando como pueblo la senda del dolor, no se deja agriar el corazón por sentimiento malsano alguno, acepta la solidaridad de la Iglesia Universal y confiada en el León de Judá, extiende su mano de paz.

El autor es médico.

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