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Coalición Nacional bajo fuego

El titular de LA PRENSA del martes once de agosto, anunciando la parálisis de la Coalición, me dio la razón sobre una primicia que di a conocer en las páginas sociales, en donde anunciaba el inminente retiro de la Coalición de la Alianza y la UNAB. El titular de LA PRENSA fue: Coalición Nacional paralizada. UNAB y Alianza Cívica dejan de participar en comisiones. Fin del titular. Si a este boicot de las dos organizaciones mencionadas, le agregamos la torpeza del presidente de facto del Partido Liberal Constitucionalista (PLC) al pedirle al secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA) que les permita seguir usufructuando algunos beneficios del pacto, tenemos el escenario perfecto para intuir la posibilidad del naufragio de la recién estrenada Coalición Nacional. Algo que tanto los empresarios que dominan las decisiones en la Alianza, como la UNAB, han venido provocando, aprovechándose de la coyuntura generada por las “catorce” organizaciones juveniles que pujan por conseguir el control de la Coalición. Control que hasta hoy no han demostrado merecer, pues hasta la fecha el nombre de las catorce organizaciones que dicen representar, es el secreto mejor guardado por ellos. No me pregunten por qué, pero mucho me temo que cuando conozcamos esos nombres van a guardar mucha similitud con las ochenta y siete organizaciones que conforman la UNAB.

Pero volviendo al tema de la Coalición, la falta de iniciativa demostrada por su directorio para defenderse del sostenido ataque a que está siendo sometida, está provocando que se esté convirtiendo en una torre de Babel.

Situación que ya comienzan a aprovechar algunos para tratar de convencernos, que el peor escenario para la oposición sería dejar de participar en las próximas elecciones, aunque estas no sean competentemente limpias. En pocas palabras, comienza a aflorar el zancudismo que le ha permitido a Daniel Ortega venderse ante la comunidad internacional como un presidente legítimo.

Se dice que para muestra no hace falta más que un botón, yo les voy a mostrar tres botones. ¿Recuerdan las elecciones del 2006 en que, faltando más del ocho por ciento de votos por contar, hubo un partido que reconoció el triunfo de Ortega? Lo mismo pasó en las últimas elecciones de la Costa Caribe en donde otro partido, juraba que asistía a dicha elección regional a petición de sus bases, pero no sacó un solo concejal de noventa que estaban en juego. Y qué me dicen de las elecciones nacionales del 2016, en donde los partidos “opositores” aceptaron ir a elecciones a pesar de que la Constitución se lo prohibía al candidato gobiernista. En todas ellas protestaron a posteriori, aduciendo que había habido fraude, pero nadie los escuchó, pues todos aceptaron las regalías del dictador por su participación, unos en efectivo y otros con diputaciones regaladas.

Si me preguntan si la Coalición es la repuesta a nuestra falta de democracia, mi respuesta es no estoy seguro. Pero si la pregunta es, si la Alianza con la influencia de los banqueros y empresarios o la UNAB podrían ser la repuesta, mi contestación es un rotundo no, en la forma en que se están conduciendo. Ante este escenario más que turbulento, lo que hace falta es que todos depongan sus actitudes o se bajen del caballo como dijera uno de los líderes campesinos y dispongan su mejor esfuerzo en reinventar la Coalición. Prescindir de las organizaciones que se han convertido en un lastre y dejarse de blandenguerías con quienes presumen de ser dueños de una revolución que le pertenece al pueblo.

De no hacerlo, veremos a los oportunistas de siempre aceptar ir a las próximas elecciones presumiendo de su “capacidad” de defender el voto, algo que no han demostrado hasta hoy. Mientras tanto, reflexionemos y démonos cuenta que lo que está en juego es el futuro de Nicaragua y no olvidemos aquel principio que nos recuerda, que a los políticos debemos juzgarlos por lo que hacen y no por lo que dicen.

El autor es analista político.

Opinión Alianza Cívica Coalición Nacional UNAB archivo
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