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El precio de la canasta básica en Nicaragua supera dos salarios mínimos promedio en el país, lo que la hace inaccesible para toda la población. LA PRENSA/ CARLOS HERRERA/ ARCHIVO

El ocultamiento de datos del Banco Central de Nicaragua sobre varios indicadores, entre estos, salarios y canasta básica, no permite conocer cuál ha sido su comportamiento en plena crisis sanitaria. LAPRENSA/ARCHIVO

¿Qué está pasando en los salarios y la canasta básica en Nicaragua? BCN lleva más de un año ocultando esta información

La reforma tributaria provocó que los nicaragüenses tuvieran que comprar productos de consumo básico más caros con los mismos salarios de miseria

A un poco más de cuatro meses de finalizar el 2020, los nicaragüenses desconocen cuál es el salario real promedio y cuánto ha aumentado el costo de la canasta básica. Ambos indicadores económicos se quedaron congelados en febrero y julio de 2019, respectivamente. El Banco Central de Nicaragua (BCN) decidió imponer su política de ocultamiento de información, que además de generar desconfianza e incertidumbre en los inversionistas y la empresa privada nacional, provoca ciertas susceptibilidades, principalmente, después que se aplicaran las draconianas reformas fiscal y a la seguridad social, cuyo impacto real aún se desconoce.

El salario real es la capacidad de compra que tiene un trabajador con la cantidad de dinero que le queda cada mes,  tras descontarse del salario nominal el impacto inflacionario, impuestos y cotizaciones.  Por ejemplo, un nicaragüense tiene un salario nominal de 10 mil córdobas mensuales, pero los precios de los alimentos y bienes servicios se elevaron en el año 5 por ciento, y nunca recibió un ajuste, eso implica una pérdida en la capacidad de compra de bienes y servicios que antes del aumento inflacionario.

Esa es precisamente la cifra que el Banco Central mantiene oculta desde hace más de un año, junto con el costo de la canasta básica, que está desactualizada desde julio del año pasado. Según la última actualización, hasta febrero del año pasado el salario real de los trabajadores del Instituto Nicaragüense de Seguridad Social se ubicaba en 4,767.3 y para los trabajadores del Estado en 5,124.4 córdobas.

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En tanto, para adquirir los 53 productos que integran la canasta básica hasta julio de 2019 se requerían 14,159.8 córdobas,  lo que representa un aumento significativo con relación a marzo, cuando entró en vigencia la severa reforma a la Ley de Concertación Tributaria. Hasta ese mes el costo de la cesta familiar ascendía a 13,660.58 córdobas.

La falta de publicación de la evolución de la canasta básica, así como del salario nominal y real ocasionan que hasta hoy se desconozca qué impacto tuvieron las reformas de la Seguridad Social y la Ley de Concertación Tributaria en el poder de compra de los trabajadores.

El BCN tiene la información, pero no la publica

El economista Néstor Avendaño explica que el ocultamiento de las cifras impide a los agentes económicos tomar decisiones correctas, no solamente en cuanto a la canasta básica y los salarios, sino a toda la información económica necesaria para la toma de decisiones. Tanto los consumidores como los empresarios, el mismo Gobierno e inversionistas extranjeros no pueden tomar decisiones por el ocultamiento de cifras. “Ese es el peor efecto de ocultar las cifras”, “se fortalece la desconfianza entre la población y las autoridades gubernamentales”, sostuvo el especialista.

Avendaño plantea que no comprende por qué no se publican los datos de la canasta básica, pero sí lo hacen con el Índice de Precios del Consumidor (IPC), y lo asocia a que “la canasta básica, seguramente el año pasado, no te hablo de este año, observó un alza de precio fácilmente superior al 5 o 6 (6.13) por ciento, que fue la inflación del año pasado del IPC porque hay 53 productos en esa canasta básica y de esos 53 productos, 23 son alimentos que están sujetos a la presión inflacionaria en la reforma tributaria, o sea la eliminación de la exoneración del IVA, que afectó a todos los alimentos”.

La reforma tributaria provocó que los nicaragüenses tuvieran que comprar productos de consumo básico más caros con los mismos salarios de miseria. La draconiana medida sigue haciendo estragos en los hogares, que con la llegada del Covid-19, sumado al desempleo, realizan malabares para apenas soportar el costo de la vida, priorizando la alimentación. La medida resultó dar un respiro económico temporal al Gobierno, que ahora, nuevamente se ve azotado por la pandemia y con ello la contracción del consumo interno y la caída de las recaudaciones tributarias en este último trimestre.

Avendaño explica que una respuesta a la interrupción abrupta de los datos sobre la canasta básica por parte del BCN es “porque hubiera quedado descubierta la presión inflacionaria que tuvo la canasta básica, que es mucho más fuerte o tan fuerte como la de la inflación del Índice de Precios al  Consumidor”, expresó.

La política de ocultamiento del régimen orteguista es constante en todas las instituciones del Estado, sin embargo los especialistas coinciden que en el caso de las estadísticas del BCN, estos son claves para fomentar la inversión, puesto que cualquier persona que quiera apostar por invertir en el país requiere hacer proyecciones, análisis, estimaciones conforme a diversos indicadores.

Desde la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) consideran la información económica como un bien público. “Vemos a través de una ventana difusa y pañosa”, expresó la fuente. Explica que el impacto de no conocer estos datos también tiene implicaciones en las agencias calificadoras de riesgo, que al momento de sus anotaciones valoran la provisión de información económica, y adicionalmente crea incertidumbre porque al no publicar, se empieza a dudar si es porque las cosas van mal o cuál será el motivo.

“Son dos capas de incertidumbre: la ausencia de información, y la razón del porqué no se está publicando esta información”, expresó.

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Para el economista Maykell Marenco no presentar los datos puede relacionarse con tres puntos: obedece a un tema de ventaja competitiva, ya que el aparato estatal también tiene inversiones y les permite tener información de primera mano; margen de maniobra que despierta todo tipo de susceptibilidades,  y el tercero es que los datos se pueden presentar ante organismos internacionales, lo que da un manejo discrecional de los instrumentos de política del Banco Central.

No obstante, tampoco descarta que una de las razones de no publicarlos sea no dar cuenta de lo nocivo que han resultado las políticas implementadas, saber cuál ha sido el impacto real sobre variables económicas como el tema del salario real, inflación, las remesas; al final, la discreción de los datos obedece a diversos factores.

Hasta ahora el BCN mantiene los datos bajo llave y se ha podido conocer un poco del rumbo de la economía a través del Ministerio de Hacienda y Crédito Público. El economista Luis Murillo considera que están guardando la información para poder aparentar a la población que la situación está normal, no tan caótica como se ve.

“Hay un arma de doble filo, en primer lugar, están tratando de tapar la fuerte contracción de consumo, que yo creo que debe ser el 15 por ciento ahorita, sin embargo, al no dar los datos actualizados el inversionista no tiene confianza en Nicaragua, y no va a venir a invertir (…)”, consideró.

¿Qué ha pasado con los salarios?

En el 2019 los salarios mínimos quedaron congelados y a partir del 1 de marzo de este año hubo un incremento del 2.63 por ciento aprobado por el Ministerio del Trabajo. En números totales en ninguna de las diez actividades económicas beneficiadas con este porcentaje el aumento llegó a 300 córdobas, el más alto fue de 245.81 córdobas.

Por parte del Estado tampoco hay mucha diferencia. Por tercer año consecutivo, en este 2021, no recibirán el ajuste por mantenimiento de valor  y tampoco se abrirán nuevas plazas de trabajo. El economista Avendaño recuerda que no se hizo ninguna referencia de cómo quedaba el salario mínimo tomando en cuenta el alza del costo de la canasta básica.

Avendaño explica que el poder adquisitivo del salario real se ha deteriorado y en tiempos de crisis es obvio que la población tratará al máximo de conservar su puesto de trabajo aunque se le deteriore el poder de compra de su salario, que es lo que generalmente ocurre en contexto como los actuales.

“Los salarios han perdido poder de compra, esta pérdida de poder de compra hunde más el gasto de consumo, y al hundirse más el gasto de consumo, las empresas que producen bienes de consumo disminuyen sus volúmenes de producción. Y al disminuir sus volúmenes de producción hay una mayor aceleración de la caída del Producto Interno Bruto, entonces, en este escenario  macroeconómico, en el que cae el PIB, el desempleo y el subempleo aumentan, pero de la inflación nadie se queja. Nadie se queja aunque el deterioro ha sido leve hasta en este año; no olvidemos que la reforma tributaria elevó hasta 6 por ciento la tasa de inflación interanual en 2019”, expresó.

Caber recordar que junto con el aumento de la carga a la Seguridad Social y  el incremento de precio en varios productos de la canasta básica, los salarios de los nicaragüenses también han tenido que soportar el impacto del alza en la tarifa eléctrica, que el año pasado rondó el 20 por ciento y que fue disfrazado por el Gobierno.

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