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Arnoldo Alemán, María Fernanda Flores, UNAB, Coalición Nacional, PLC, Estados Unidos, Alianza Cívica

Coalición Nacional expulsó este lunes 30 de noviembre de sus filas al Partido Liberal Constitucionalista (PLC). LA PRENSA/ARCHIVO

El dilema de la Coalición Nacional. ¿Fue un error invitar al PLC al proceso de unidad?

Analistas políticos valoran que hay problemas más de fondo en la Coalición Nacional, que no se resolverá con el solo hecho de expulsar al partido rojo de la plataforma opositora

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No es nuevo que el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) sobresalga por sus conflictos internos, dedazos, falta de consulta a sus bases, el caudillismo de Arnoldo Alemán y numerosas disidencias en los últimos 18 años. Pero desde que el partido rojo comenzó a participar en el proceso de unidad opositora en la Coalición Nacional (CN) sus acciones son vistas con un lente amplificador.

Las polémicas y litis internas del PLC, además del pacto Alemán-Ortega para repartirse el poder con el Frente Sandinista (FSLN) en el 2000, ha generado dudas sobre su participación en la CN. Actualmente, el partido se encuentra fraccionado entre el ala arnoldista, que impuso a Miguel Rosales como nuevo presiente, y los seguidores de la anterior presidenta depuesta, la diputada María Haydeé Osuna, quien tiene en su poder el reconocimiento del poder electoral como representante legal del partido.

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Hay posiciones categóricas como la de Luciano García, presidente de Hagamos Democracia, quien afirmó que el PLC debe ser sacado de la CN, porque no tiene remedio. García participa en el proceso de unidad de la CN, a través de su afiliación en la Unidad Nacional Azul y Blanco (UNAB), otra de las siete organizaciones miembros del CN.

Pero también hay otras voces menos inquisitivas y con varios matices sobre la participación del partido rojo en la unidad. El politólogo José Antonio Peraza, quien también forma parte de la CN a través de su afiliación en la UNAB, reconoció que él fue uno de los que defendió la inclusión del PLC en el proceso de unidad, pero antes de dar ese paso dice que recomendó consolidar primero las posiciones de las organizaciones civiles que estaban encabezando ese proceso.

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“La invitación al PLC debió hacerse después de que la Alianza Cívica y la Unidad Nacional Azul y Blanco tuvieran consolidada su propuesta política. En otras palabras, primero se tenían que poner de acuerdo las organizaciones que surgieron a partir de abril y después invitar a los partidos políticos. Eso no se hizo, porque la Alianza corrió inmediatamente a llamar al PLC, porque había personas dentro de la Alianza que privilegiaban esa relación. Ese fue un gran error”, manifestó el politólogo.

La lucha por la hegemonía de la CN

El resultado de apresurarse provocó que no se tenga clara una organización predominante en la CN, lo que ha generado una lucha por el liderazgo entre las organizaciones civiles —Alianza Cívica, Unidad Nacional y Movimiento Campesino—, y el bloque de los partidos políticos —PLC, PRN, FDN y Yatama—.

Según Peraza, los invitados de la sociedad civil la superaron en número y tomaron el control de las decisiones en la Coalición Nacional. “Creyeron que ellos podían liderar ese proceso, pero cuando ya llegaron al terreno y se sentaron a discutir, los intereses de los partidos políticos eran muy diferentes a los intereses de la sociedad civil”, añadió.

“La sociedad civil, que es la que tiene la gente, que es la que convoca a la gente en este momento histórico, resulta que estaba en minoría frente a los partidos políticos integrantes. El PLC tiene un lenguaje mucho más cercano y mucho más atractivo para los partidos políticos y, por tanto, empezó a imponerse. Esa es entre una de las cosas sobre la gran crisis que hay ahí.  Hay dos visiones: una de una sociedad civil que no tiene partido político, que detesta a los partidos políticos, que los rechaza. Y la visión de los partidos políticos que tienen una lógica de poder, que han sido pactistas o han estado cercanos con ese tipo de cosas y que por tanto desconfían de la sociedad civil. Sin embargo, cuando uno ve a los siete, la mayoría de las propuestas han estado a favor de los partidos políticos”, explicó Peraza.

Coalición Nacional, oposición, PLC, reforma electoral, pacto, bipartidismo
Siete organizaciones civiles y partidos políticos forman la Coalición Nacional, pero mucho ha transcurrido desde esta foto a la crisis interna que tienen en la plataforma opositora. LA PRENSA/ Roberto Fonseca.

Buscar un punto medio

Peraza valoró que ambas partes tienen que reconocer que necesitan de la otra para superar sus diferencias. “Si quieren ir todos juntos tienen que hacerse concesiones. Primero el PLC tiene que adoptar un proceso de reformas electorales que sea aceptable para todo el mundo y no venir con la vieja propuesta del pacto que es la que nos tiene sumidos en lo que estamos. La sociedad civil tiene la gente, pero no tiene vehículo en qué montarse. Hay que llegar a un punto medio si es posible”, agregó.

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Por otra parte, está el tema de la confianza. Peraza reconoció que el PLC se tiene que ganar la confianza de la sociedad civil con acciones que demuestren que es un partido democrático, pero hasta ahora, con la carta enviada a la OEA, reafirmando el sistema bipartidista, retrocedió en esa confianza. Esa acción del PLC, sumada a la inconformidad de las organizaciones civiles por el rechazo a la propuesta de los jóvenes —que piden voz y voto independiente— abonó a la crisis interna de la CN.

“Es una gran falta de visión política del PLC mandar una carta a Almagro diciendo cosas que prácticamente nos ponen en el año 2000, o sea, no avanzamos en nada, y ahí el PLC tiene que hacer una reflexión profunda de cuál es la propuesta que tiene para el pueblo de Nicaragua, que no tiene nada de novedoso ni nuevo”, expresó Peraza.

Si se excluye al PLC, se excluye a sus bases

El sociólogo Cirilo Otero aseguró que si se excluye al PLC del proceso de unidad, se está excluyendo también a sus bases, lo que considera un error. “Hay que tomar en cuenta que aunque Arnoldo Alemán nos cae mal por traidor y por aliado de Ortega, pero el partido tiene bases sociales en distintas partes del territorio nacional. Y si excluimos al PLC solamente por Alemán, estamos excluyendo a una parte importante de la sociedad. Me parece una grosería política que excluyan al PLC sabiendo que hay más gente en el territorio nacional que se declara liberal constitucionalista”, consideró el sociólogo.

Además, hizo ver que la demanda de varios sectores de sacar al PLC de la unidad, deja ver la naturaleza excluyente de la sociedad. “Antropológicamente esta sociedad es excluyente. Lo primero que decimos es ‘sáquenlo, sáquenlo porque son enemigos’, pero hay que racionalizar bien la situación”, agregó.

La propuesta de excluir a la cúpula arnoldista y llamar a la unidad a las bases liberales tampoco es una apuesta segura para Otero. Manifestó que las bases de un partido tienen una identidad. “La gente del PLC se siente PLC, se siente rojo sin mancha, se siente con orgullo cuando tiene la bandera en la mano, porque los partidos y los pensamientos políticos te dan una identidad, no podés desagregar una cosa de la otra”, valoró el sociólogo.

Sin embargo, al igual que Peraza, Otero también valoró que la CN tiene un problema más de fondo que no se resolverá excluyendo al PLC. Esto porque desde su punto de vista el proceso de unidad carece de un plan de trabajo.

“El PLC que mandó la carta a la OEA diciendo las cuatro locuras que plantearon sobre elecciones, sobre bipartidismo… ¿qué pasó? Eso es falta de un plan de trabajo orgánico de la Coalición. La Coalición debe estar pendiente de qué están haciendo sus miembros, cómo lo están haciendo, para qué lo están haciendo. Pero no hay plan de trabajo en la CN y si no hay plan de trabajo, no hay visión”, agregó.

Crisis de liderazgo

El analista político Julio Icaza Gallard consideró que la crisis que enfrenta en este momento el campo opositor es de liderazgo, lo que, según él, “tiene que ver mucho con la credibilidad y la legitimidad, que se derivan de la transparencia, la honestidad, la capacidad para resolver problemas y hacer que todos se sientan partícipes de una gran causa, la humildad para reconocer los errores y corregirlos”.

Icaza es de la idea de que “la corrupción, la soberbia, la mentira y la traición no deben ni pueden tener lugar en esa unidad”.

Esto dice el PLC sobre ser la manzana de la discordia

Miguel Rosales, presidente del PLC y representante de ese partido ante la Coalición Nacional, ha defendido la posición de su organización manifestando que son propositivos, están dispuestos a deponer las propuestas que incomoden e incluso ha llegado a decir que está dispuesto a retirarse como delegado del PLC para superar la crisis en el proceso de unidad.

“No queremos ser obstáculos dentro de la Coalición”, dijo Rosales este martes 18 de agosto. Pero los críticos consideran que eso no depende de Rosales, sino de Arnoldo Alemán, quien sigue teniendo las riendas del partido.

El PLC es una organización política que comenzó su auge en 1994 cuando ganó las elecciones regionales de la Costa Caribe del país. En las elecciones nacionales de 1996, Arnoldo Alemán Lacayo fue el candidato presidencial del PLC, logrando el triunfo electoral para el período 1997-2002, los años gloriosos del liberalismo.

Pero el caudillismo de Alemán en el partido, la corrupción de su gobierno y su alianza política con Daniel Ortega, lo fueron debilitando a través de los años. El pacto Alemán-Ortega creó un sistema bipartidista en que el PLC y el FSLN de Ortega se repartieron los cargos de poder en las instituciones y poderes del Estado.

También acordaron bajar el porcentaje mínimo de votos para ganar las elecciones en primera vuelta, con lo cual Ortega regresó al poder en 2007, donde se mantiene desde entonces gobernando de forma dictatorial el país.

Actualmente el PLC forma parte de un proceso de unidad opositora en la Coalición Nacional, para formar un frente unido contra el régimen orteguista.

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