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“Si a mí mañana me dicen que no salga a protestar porque van a liberar a alguien yo sería la primera en decir que sí. La tortura a la que son sometidos, la violencia contra sus familias es grande”. LA PRENSA/O.NAVARRETE

“Si a mí mañana me dicen que no salga a protestar porque van a liberar a alguien yo sería la primera en decir que sí. La tortura a la que son sometidos, la violencia contra sus familias es grande”. LA PRENSA/O.NAVARRETE

Ivania Álvarez: “Pasé de ser alguien que conocía la teoría de los presos políticos a vivir el proceso”

En esta entrevista cuenta el proceso de aprendizaje que le tocó vivir con los familiares de presos políticos, entre lista de detenidos, paquetes alimentarios, y como se volvió una experta en el proceso de visitas en la cárcel La Modelo y de cómo trabajan estas organizaciones para identificar a un delincuente común de un preso por razones políticas.

Nos recibe en una pequeña oficina amueblada con lo mínimo necesario. Un par de escritorios y unas cuantas sillas. No hay libros, ni papeles y la decoración brilla por su ausencia. Si no fuera por su computadora, se diría que esa oficina está vacía. Es como si estuviera esperando a que la Policía entrara en cualquier momento y se encontrara con la nada.

Ivania Álvarez forma parte de varios grupos que dan seguimiento a los casos de los presos políticos en toda Nicaragua. Se metió tanto a este proceso que un día terminó siendo presa política. En la actualidad admite que muchos amigos no quieren ni tomarse un café con ella por miedo a ser perseguidos por la dictadura.

En esta entrevista cuenta el proceso de aprendizaje que le tocó vivir con los familiares de presos políticos, entre lista de detenidos, paquetes alimentarios, y como se volvió una experta en el proceso de visitas en la cárcel La Modelo y de cómo trabajan estas organizaciones para identificar a un delincuente común de un preso por razones políticas.

¿Desde cuándo es activista?
Entre 2006 y 2007, cuando se miraba que iba a ganar las elecciones el Frente Sandinista, junto a otros amigos hicimos varios grupos juveniles de protesta. Nicaragua 2.0, Movimiento Pedro Joaquín Chamorro y otros. Al final éramos como los mismos chavalos en diferentes grupos. Se nos conoció por hacer protestas en los partidos políticos a los que acusábamos de haber hecho el pacto y luego haber hecho el fraude. Nunca fuimos más de 20, durante el paso del tiempo el régimen fue opacando estas luchas y criminalizándonos. Nos fuimos reduciendo y dividiendo. Algunos fueron acogidos por los partidos políticos y conforme pasó el tiempo decidí retirarme de esa vida de activista.

Hasta que llegó el 18 de abril 2018.
Ese día me fui al empalme de Tipitapa movida sobre todo por la curiosidad. No lo creía. Habíamos hecho tantos intentos de protestas en la calle que lo que estaba viendo no lo creía. Hasta el 19 de abril creí que era una manifestación del Frente por ver tanta gente.

¿Fueron las protestas masivas de 2018 lo que ustedes buscaron durante años?
Sí. Te aseguro que yo en 2017, me prometí y a mi familia también que no iba a volver a participar en protestas. Había tenido problemas, amenazas, me habían cerrado las puertas profesionalmente para trabajar en el Estado. Estaba supercansada y casi llegué a creer que la gente eso quería y se sentía contenta con la dictadura que se estaba instaurando.

¿Cómo terminó formando parte de este grupo de activistas y organizaciones que siguen el rastro de los presos políticos?
Tipitapa, además de tener a la primera persona asesinada, tiene a los primeros presos políticos. En mayo y junio se dan muchos enfrentamientos en los tranques y se da una fuerte trifulca por la muerte de Ezequiel Mendoza el 14 de junio. Entonces, de tener dos o tres tranques ese sector pasó a tener casi 40 barricadas. Para ese entonces ya teníamos formado el Movimiento 19 de Abril (M19-Tipitapa), Ezequiel era parte de nuestra organización. Atacaron con todo los tranques y se llevaron a 18 personas ese día y reaccionamos viniéndonos todos a protestar, creyendo que nos los iban a dar. Hicimos una protesta en el Chipote, donde nos encontramos a Vilma Núñez, a la abogada Yonarqui (Martínez), luego llegaron unas personas de Sébaco, otros de La Trinidad y por la noche llegaron unas personas de Diriamba. Así poco a poco fuimos poniendo toldos, y muchos familiares se fueron uniendo y organizando. Recuerdo que nos dijeron que teníamos que hacer una lista con las cédulas, para buscar un abogado. Ahí comenzamos a meter documentos, recursos de amparo y ahí me quedé apoyando.

¿Cómo hacen para evitar que un reo común sea tomado en cuenta como preso por razones políticas?
Lo primero era que las familias llegaban al Chipote y aseguraban que su ser querido había estado en los tranques, otros llegaban y decían que su familiar iba pasando y lo detuvieron. Si algo te puedo decir es que nadie quiere que su familiar esté preso y tampoco creo que alguien se vaya a infiltrar de preso. Ya en junio de 2018, así como nosotros teníamos nuestro grupo organizado, había M19 en todos lados, comités azul y blanco y brigadas médicas. Así aprendimos a conocernos y entonces los diferentes grupos que eran referentes en cada lugar, nos informaban si realmente estas personas habían estado en protestas. El Frente Sandinista tiene muchas formas de infiltrarse, pero creo que, al contrario, había muchos familiares que negaron que sus familiares eran presos políticos porque tenían miedo y te juraban que no habían estado y las organizaciones nos aseguraban que sí. Incluso hubo casos en los que llegaban los familiares que eran fanáticos del Frente Sandinista y cuando miraban que era por razones políticas decían “que se los lleve el diablo” y hasta ahora hay familias que rechazan a sus hijos. Yo creo que no hubo confusión en la lista, al menos de 2018.

A la mayoría los acusan de manipular armas, narcotráfico y hasta de manipular explosivos, pero hay casos en que son señalados de crímenes que sí han ocurrido y otros que tienen antecedentes.
En julio de 2018, nació lo que se llama ahora Monitoreo Azul y Blanco. Ellos te llaman a contactos en los departamentos preguntando por los presos, y así vas llegando a otro punto y a otro contacto y se le da seguimiento. Sí nos ha pasado que dos o tres presos que salieron en 2018 tenían cargos reales por otras cosas. O sea, no era mentira ni uno ni lo otro. Ni era mentira que estuvieron en protestas, ni era mentira que tenían cargos por otros delitos. Al momento de atraparlos fue protestando, pero cuando revisaban los antecedentes tenían otro delito y se agarraban de eso. Es muy diferente a los que no tenemos antecedentes y nos tienen que fabricar todo. Yo creo que casi en el 95 % de los casos tuvieron que fabricar todo y a la hora de acusar nunca aparecían las víctimas. En casi todos los casos, la víctima era el Estado o trabajadores del mismo.

¿El régimen ha usado a los presos políticos como moneda de cambio?
Todo el tiempo. Ante una negociación siempre hay presos políticos como moneda de cambio. Los presos políticos en toda dictadura son desgraciadamente lo que te hace ceder. Si a mí mañana me dicen que no salga a protestar porque van a liberar a alguien yo sería la primera en decir que sí. La tortura a la que son sometidos, la violencia contra sus familias es tan grande que es urgente liberarlos, no podemos dejarlo para mañana.

Usted pasó de ser una defensora de presos políticos a ser presa política.
No te lo podría explicar cómo han pasado tantas situaciones. Luego de la última excarcelación masiva nos dijeron que ya no había presos políticos, pero nos quedaron 82 personas y dijimos que no podía quedar así. Nos dispusimos con las familias que nos dijeron que iban a hacer una huelga con el padre Edwin Román. Estando en la iglesia les cortaron el agua y la luz y fuimos a dejarles agua y cargadores para el celular. Llegamos y sinceramente habíamos planeado todo, menos como salir. Es tonto, porque teníamos más de un año y medio de vivir en represión. Fue la adrenalina del momento de llegar, hacer le plantón, y pensar que los íbamos a quitar. Fue una idea loca y poca estructurada.

¿Qué les dijo la Policía?
Fueron muy claros, que si en cinco minutos no nos íbamos nos iban a llevar a todos presos. No le creímos, nadie le creyó. Ya estando presa solo recordé el montón de procesos de los presos políticos y me imaginé que ya no tardaban en salir las armas y todo lo que los muchachos nos habían contado y pasó tal cual. Pasé de ser alguien que conocía la teoría de los presos políticos a vivir el proceso.

¿Qué fue lo más difícil que vivió de ese proceso?
El ataque a mi familia y mi casa, que fue a mediados de noviembre y lo supe hasta diciembre. Fue muy doloroso. Psicológicamente estaba preparada para estar presa, pero la incertidumbre de lo que puede pasar afuera es el problema. Mi casa fue atacada por paramilitares a las dos de la mañana por más de dos horas y solo se salvaron por que mis vecinos, que son muy solidarios, sacaron machetes y piedras y los lograron sacar.

¿Cómo recuerda el día que la excarcelaron?
Mi mamá no lo creía y mis amigos estaban superconfiados. Sinceramente esa parte no es que la obvie, pero es que no quiero ser recordada como una excarcelada política, sino como alguien que luchó por su país y por los que perdieron la libertad. El haber estado presa solo fue un proceso más de ese camino que hemos emprendido para liberar a Nicaragua. Cada quien decide en qué espacio es más útil y yo en este momento no me considero una víctima, sino alguien que quiere aportar al proceso.

¿Recuerda los primeros presos políticos que fueron excarcelados?
Los primeros presos que soltaron fueron a los que llamaron los pelones. Casi todos eran de Managua y los raparon, los dejaron sin camisa y sin chinelas. Aquellos muchachos los soltaron a inicios de mayo, en el empalme de Tipitapa. Y nos llamaron para decir que los muchachos andaban pidiendo 20 córdobas en el mercado para el pasaje. Nos movimos con taxis y buses porque las fotos se habían regado. Total, que todo mundo los quería llevar. En ese momento se comenzó a ver a los presos políticos como héroes.

Ahora estamos viviendo un nuevo repunte de detenciones y encarcelados.
Nunca ha parado. Nunca ha habido una lista que esté estática. Pasamos de 800 a 600, pasamos a 82 luego a 168 y luego 65 y hoy estamos en 99 y quizás pueden ser 103 más tarde. No va a parar. Las detenciones no van a parar hasta que quitemos al régimen. Lo más probable es que los que ya estuvimos en la lista de presos políticos volvamos a estar presos. Te lo digo porque tenemos al menos 10 que fueron excarcelados que de nuevo están encerrados.

¿Tiene miedo de volver a caer presa?
No, no tengo miedo. Yo tengo miedo del cansancio de la gente y tengo miedo de la desesperanza.

Plano Personal

Ivania Álvarez Martínez tiene 38 años.

Es originaria de una comunidad llamada Los Laureles, 20 kilómetros al noreste de Tipitapa.

Su padre era campesino, enfermó y murió durante las protestas de abril. Su madre siempre se ha dedicado al comercio.

Estudió psicología en la UNAN-Managua.

Antes de abril de 2018 se dedicaba a dar clases, atender los negocios familiares y a emprender.
Es soltera y no tiene hijos.

Le gusta escuchar música y pasar tiempo con su familia y su perro Roco.

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