Para el sociólogo y exmiembro del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), Óscar René Vargas, la filtración de un audio entre dos dirigentes sandinistas, comentando sobre los problemas internos de esa organización, comprueba que el régimen de Daniel Ortega continúa aplicando un espionaje político que se ha practicado desde antes de la crisis que comenzó en 2018 en Nicaragua.
La filtración a la que hace referencia Vargas fue publicada hace una semana por el medio digital Artículo 66 y se trata de una conversación donde dos miembros del FSLN —apartados de sus cargos de poder en diferentes momentos— discuten sobre la crisis económica, el impacto de las sanciones de Estados Unidos, presagian el fin de la dictadura, hacen críticas a algunos personajes conocidos del régimen, entre ellos Fidel Moreno, e incluso hablan del futuro del partido sin Ortega.
Una conversación con esos matices entre dos dirigentes sandinistas resulta controversial debido a que en ese partido no se permite la crítica ni los análisis de la realidad del país. Más bien el régimen de Ortega y su vicepresidenta y esposa, Rosario Murillo, son indiferentes ante los problemas que vive Nicaragua y en cambio promueven un país “bonito y feliz”. Quienes se rebelan o hacen críticas son apartados inmediatamente de sus cargos.
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El sociólogo hizo ver además que el Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos (Telcor) está bajo el control del régimen orteguista y está demostrado que lo usa como instrumento de represión contra los medios de comunicación independientes, así que no duda que también lo use para intervenir llamadas.
“Esa conversación demuestra que el régimen tiene controlados los teléfonos de las personas que comienzan a protestar. Hay que tener claro que ellos tienen control telefónico de las personas que ellos quieren controlar (…) Hay un espionaje político, eso es evidente. Desde antes de abril de 2018, el espionaje político existía, lo que pasa que ahora se incrementó”, aseguró Vargas.
¿Quién filtró la conversación?
Esto, para el sociólogo, puede significar que el audio lo filtró el mismo aparato sandinista para que las bases entiendan que los tienen vigilados o también lo pudo filtrar alguien de Telcor para hacer ver las diferencias entre los sandinistas, lo que sería producto del descontento que están viviendo los trabajadores del sector público.
“Podríamos leer que la filtración la hizo el propio gobierno para mostrar a su propia base que ellos tienen control de todo, incluso a la misma oposición, hipótesis menos probable para mí”, dijo el sociólogo. Vargas se inclina más por creer que la filtración provino de alguien que quiere hacer notar las diferencias dentro del FSLN.
Vargas agregó que las crisis que están viviendo los nicaragüenses en todos los ámbitos —social, político, económico, sanitario—, están deteriorando la base dura del orteguismo debido a la falta de recursos para mantenerlos contentos, lo que hace aflorar cada vez más las diferencias que en algunos casos se conocen a través de videos que los mismos orteguistas publican quejándose.
La excomandante guerrillera, Dora María Téllez, también disidente sandinista, tampoco tiene dudas sobre la veracidad del audio. Manifestó que en las filtraciones telefónicas solo hay dos opciones: que una de las partes haya filtrado el audio de la conversación o que tengan el teléfono intervenido. Esta última teoría coincide con la hipótesis de Vargas.
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Téllez dijo que la filtración de la conversación puede ser una maniobra del orteguismo para dejar claro que tienen intervenidos los teléfonos de todos los dirigentes del FSLN “para atemorizarlos”.
La excomandante guerrillera dijo que, cualquiera sea el caso, la filtración del audio demuestra que existe una fractura en el FSLN tanto si alguien lo dio a conocer para que se hagan públicas las diferencias entre los dirigentes, como sí lo hizo el régimen para tener control porque la dictadura Ortega-Murillo está clara que hay descontento.
El país vive en crisis desde el 18 de abril de 2018, cuando comenzó la represión armada contra las protestas civiles que demandan la salida de Daniel Ortega del poder. Más de 328 personas murieron por la represión ese año, según un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). La pandemia del nuevo coronavirus Covid-19 agravó la crisis del país y ha hecho caer en picado la débil economía del país, además de la mala administración del régimen orteguista.