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Trinidad política

Una de las hijas de Putin cuyo, diminutivo reduce maliciosamente la seriedad de cualquier apellido en el lenguaje hispano, resultó ser la figura más atractiva en el surtido de especulaciones que aparecen en la posibilidad universalmente anhelada de frenar pronto la fatal realidad de la pandemia.

Una vieja expresión muy conocida en el ámbito periodístico —“nombres hacen noticias”— revela que una de las hijas del presidente es la testigo fundamentada en la comparación que ella sintió en carne propia en el estreno del portento científico contra el “coronavirus”, la cual incluso ya fue autorizada en un comunicado con apariencia oficial difundido por el gobierno ruso.

La vacuna tiene el privilegio de contar con nombre propio en homenaje al satélite soviético. Recibe la denominación de “Sputnik Quinto”. El presidente se vanagloria de ser la primera vez en el mundo que evoluciona un ensayo de esa categoría para pasar a ser un hecho irrefutable que ha certificado con vivencia orgánica la hija del presidente. Literalmente dijo que fue partícipe vital de la hazaña agregando además para darle pies a la lucidez científica el detalle “que tuvo un poco de fiebre y nada más”. Septiembre será el mes inaugural.

Desde luego queda advertida la falta de prudencia que invade a la declaración que debe pasar por los linderos severos de la investigación, la autenticidad, la comprobación que no es capaz de hacer una sola persona por muy hija que sea del presidente con mayor razón cuando se trata de un personaje tan ambicioso y polémico como Stalin.
Sin embargo aún en el momento en que publico este artículo el tipo se mantiene y sostiene que está en circulación la vacuna. La calificación oficial de una vacuna pasa por procedimientos rigurosos que no se concilian con el afán de hacer propaganda política en favor de determinada causa.

Se nota en el ambiente internacional la existencia competitiva no disimulada por ningún sobrio protocolo. La pujanza que pretenden tener lo que yo llamaría de acuerdo al título del artículo una trinidad sonora: Estados Unidos, Rusia y China. Son las tres estampas que mayor colorido lucen en el espectáculo codicioso del Mundo. Estados Unidos ya tiene definida su posición.

Trump también suena la trompeta de la redención. Por ahí anda China en el esplendor de la influencia. La trinidad política puede perder la hegemonía en los países vecinos de América Latina. Lastimosamente los ideales puros caracterizados por la diafanidad tienden a desaparecer ante la avalancha con propósitos mercantiles, de dominio sobre la esfera con la compañía de otros atuendos.

A esa competencia harto visible se agrega el descubrimiento de la vacuna tras de la cual anda desesperada la sonora trinidad política.

El autor es periodista.

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